Amor y comprensión para resolver conflictos familiares
1. Base Bíblica: Proverbios 9:12; Santiago 1:9;
2. Meditación familiar:
Lucía se despertó feliz. No recordaba cuál fue el último amanecer cuando abrió los ojos para enfrentar con entusiasmo los retos del nuevo día. Cuando tocó levemente el hombro de su esposo para despertarlo, él gruñó y se limitó a decir: “Déjame dormir, no molestes”. Su hija adolescente se quejó porque no había vestidos listos para ir al colegio, y su hijo mayor la acusó de haberle botado unos papeles importantes. “Quizá no te fijaste mamá”, le dijo. Lucía sintió que el curso de su día, otrora lleno de esperanza, se tornaría largo y lleno de sombras…
Los problemas son inevitables en la relación familiar. Pueden surgir en la cotidianidad, con la pareja, o quizá con los hijos. Saltan al paso cuando menos lo esperamos. Puede ser un gesto, una palabra, una reacción que tomó por sorpresa a la otra persona y le llevó a reaccionar. Y ahí está el disgusto.
El asunto complejo estriba en que las contradicciones que tienen lugar en la familia, pueden seguir una ruta que tiende a tornarse repetitiva y deja mucho daño a su paso: disgusto-herida emocional-enojo-disgusto-herida emocional. Si no lo detenemos a tiempo, la situación se tornará gigante.
Frente a esta realidad, caben dos posibilidades: la primera, evaluar el conflicto familiar procurando resolverlo. Hay una segunda alternativa, y es pretender que los problemas se resuelven solos y dar lugar a que el conflicto se dimensione.
El afamado autor Gary Rosberg escribe:“Cuando los círculos se dejan abiertos, los conflictos se acumulan y se apilan unos tras otros. El enojo acude. El lazo matrimonial se tensa. La amargura pesa en el corazón. Y dos personas que una vez estuvieron muy merca una de la otra, y muy conectadas, llegan al nivel de rechazo mutuo cada vez más.” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2005. Pg. 100)¿Qué actitudes causan heridas emocionales en los componentes de la familia? La apatía, la indiferencia, la falta de amor, el mal trato. En ese orden de ideas, reviste particular importancia ser cuidadosos del trato que impartimos al cónyuge y a los hijos. No podemos olvidar que una herida emocional puede persistir por mucho tiempo.
Los problemas, lo tenemos claro, son inevitables en muchos de los casos y si bien es cierto, surgen cuando menos los esperamos, podemos darle un apropiado manejo.
Hay un texto enriquecedor que encontramos en las Escrituras, y que aplica apropiadamente a la relación familiar. Lo escribió el rey Salomón y dice: “Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.” (Proverbios 9:12) Sabiduría es aprender a manejar los hechos conflictivos.
Podemos ser sensatos, en cuyo caso procuraremos resolver la situación, o tozudos, que daría lugar a esperar que el problema siga su propio curso. Jamás se resolverá, de eso puede estar seguro. Los conflictos familiares es necesario encararlos.
La única posibilidad de cerrar el ciclo de las heridas al interior de la relación familiar, es mediante el perdón (Cf. Mateo 18:21, 22) Debe entrar a operar el amor perdonador, el que todos los seres humanos tenemos la potencialidad para desarrollar con ayuda de Dios.
No desatienda un aspecto fundamental para perdonar y salir victoriosos en la relación familiar: El amor sincero y comprometido, que vela por los intereses del otro antes que de los propios. Los autores, Stephen y Alex Kendrick, lo explican de la siguiente manera:“Tu calidad de vida se relaciona directamente con la cantidad de amor que fluye en ti y a través de ti hacia los demás. Aunque a menudo se pasa por alto, el amor vale mucho más que las riquezas, la fama, el honor u otras cosas. Estas cosas pasarán, pero el amor permanece. Puedes sentirte satisfecho sin las demás cosas, pero no sin amor. La ausencia de amor deja un vacío demoledor. Cuando no está presente, tu espiritualidad se vuelve superficial, tus obras benéficas se tornan egoístas y tus sacrificios poco sinceros.” (Stephen y Alex Kendrick. “El desafío del amor para cada día”. Grupo Editorial B&H. 2010. EE.UU. Pg. 1)Si no ha recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá porque ayudados por Jesús emprendemos el crecimiento personal y espiritual que anhelamos.
3. Oración familiar:
“Amado Dios, reconocemos que los conflictos siempre estarán presentes en la relación familiar. Son inevitables. Reunidos hoy en oración te pedimos la sabiduría necesaria para saber de qué manera encarar los problemas que surgen en la relación de pareja y con los hijos. Sólo tú nos das la sabiduría necesaria y nos puedes ayudar. Danos la fortaleza para perdonar, si nos han causado daño miembros de nuestra familia, y también, para recibir su perdón en nuestra disposición de resolver conflictos. En tus manos sometemos las relaciones familiares. Amén”
4.- Una Meta familiar para hoy:
Desde este día y con ayuda de Dios asumo el compromiso de dar lugar a la comprensión como paso para mejorar la relación familiar.
Publicado en: Altar Familiar
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