Aunque la ciencia diga que no, Dios dirá que sí
(Lección 9 – Nivel 5)
El médico miró con detenimiento las placas radiográficas. Arrugó el ceño, se acomodó los lentes y se acercó a la lámpara para observar con mayor detenimiento.
Estaba preocupado.
Carraspeó mientras repasaba mentalmente las palabras que utilizaría para mitigar el impacto de un anuncio desagradable:
— Luis, lamento decirlo pero células cancerosas han invadido el sesenta por ciento de su próstata; ¿cuánto lleva sin practicarse este examen— interrogó.
— A mis 62 años es la primera vez que pido este examen— admitió Luis Magín Álvarez, director de las Sociedades Bíblicas Unidas en Venezuela —. Para serle sincero, doctor, no creí que fuera necesario —.
Estaban en un consultorio del Centro Urológico de San Román, en la ciudad de Caracas.
— Temo que tendremos que operar de inmediato— advirtió el especialista poniendo particular énfasis a cada una de las palabras.
Sabía de la actividad evangelística de su paciente y temía que desestimara la gravedad del asunto. Lo que temía, afloró.
— Doctor, tengo programado un viaje a los Estados Unidos junto con mi familia por espacio de tres meses. Tengo ya las reservas de los pasajes aéreos. Apenas regrese a Venezuela me operaría, si le parece bien. Aprovecharíamos ese lapso para orar a Dios...— insinuó.
— Es riesgoso, pero está bien...— capituló el médico, preocupado por el avance del cáncer —. Nos vemos en cirugía apenas regrese —.
Sobra decir que durante estos noventa días oraron con intensidad.
Estaban convencidos que, si como lo anotan las Escrituras: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13.8) , Él podía obrar.
No cesaban de clamar. Su fe era inquebrantable.
Decídase a orar por un milagro
Las circunstancias alrededor probablemente son adversas. Las personas con las que interactuamos diariamente pueden enfrentar tremendos problemas. Incluso, usted quizá está atravesando una situación difícil.
¿Qué puede hacer? Orar. La oración es la que marca la diferencia en todos los casos. Cuando oramos, entramos en la Presencia del Padre. Vamos directamente a Su trono. Le pedimos que libere su poder.
El distintivo de un auténtico cristiano es que reconoce la necesidad de orar. Por supuesto, llegar a ese nivel es todo un proceso. Comienza cuando tenemos comprensión del nivel espiritual y nos convencemos que desde el ámbito espiritual ayudamos a producir transformación en el área física.
Luis probó el poder transformador de la oración
De regreso al país, Luis Magín consultó otro especialista. Las nuevas placas revelaron que ¡Estaba sano! Dios había respondido a sus oraciones.
“Esta sanidad de mi cuerpo ha revolucionado mi vida y mi fe. Desde el primer momento en que recibí la terrible noticia de mi enfermedad, con la consiguiente reacción de incredulidad, temor y dolor que una revelación así produce, el Señor comenzó a obrar en mi de una manera especial. Hubo mucha oración, meditación, reflexión... y lágrimas. Todo esto ha dado como resultado que ahora se que conozco a mi Salvador de una manera más profunda, y puedo vislumbrar con humildad y gratitud el propósito de esta enfermedad...” (Con base en testimonio publicado en la Revista La Biblia en las Américas, SBU. No. 3 de 2004, volumen 50, No. 270, Pag. 17).
Por supuesto, recibir una trágica noticia produce desaliento. Es probable que sienta que todo terminó. Ese era el panorama que tenía enfrente el predicador venezolano.
No obstante, se afirmó en Dios; el mismo Dios del que le había predicado a multitudes. Sólo ese Dios de poder podía obrar un milagro. ¡Y recibió una respuesta favorable desde el cielo!
Un Dios de milagros
El Dios en quien hemos creído es un Dios de poder y de milagros. Es un convencimiento que debemos atesorar en el corazón.
El rey David escribió siglos atrás: “Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos. Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron. En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos” (Salmos 18:4, 6).
¿Qué aprendemos del texto? Primero, que en momentos cruciales de peligro y sufrimiento cuando no había salida humana posible a la crisis, el autor sagrado iba en búsqueda de respuesta proveniente del Creador; segundo, que la oración es el camino expedito para ir al Padre en procura de ayuda, y tercero, que Dios responde a nuestro clamor.
Al igual que el autor sagrado probable que usted haya atravesado períodos de angustia y desesperanza. En tales circunstancias el camino es orar. Permítame subrayar lo que dice el texto del Salmo: “En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos ”
Es posible que esté atravesando por una situación sumamente difícil: en su salud, con su economía, o quizá, en sus relaciones interpersonales.
¡No permita que lo derroten las circunstancias! El poder de Dios está por encima de los problemas.
Es hora de elevar oraciones antes que sumirnos en la tristeza y la desesperación. ¡Dios responderá con poder!
Cuestionario para la profundización de la Lección 9:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a.- ¿Qué puede hacer la oración en medio de las situaciones difíciles que atravesamos?
b.- Cuando leemos el texto de Hebreos 13:8, ¿qué podemos aprender?
c.- ¿Le inquieta a Dios o quizá le molesta que le pidamos un milagro hoy?
d.- ¿De qué manera la oración puede afectar el mundo material?
e.- ¿Qué podemos aprender del texto de Salmos 18:4, 6 para nuestra vida espiritual?
f.- Si algo nos preocupa, en las áreas física o espiritual, ¿clamamos a Dios en busca de ayuda?
g.- ¿Podríamos hacer un listado de cuántas veces hemos visto respuestas oportunas y eficaces a nuestras oraciones?
Una Meta que me fijo esta semana es ocuparme más de mi vida espiritual, procurando tiempo para hablar con Dios en oración.
Publicado en: Escuela de Oración
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