Calcule cada paso para tener éxito en sus planes y proyectos
(Lección 9)
Con frecuencia nos escriben para preguntarnos sobre los factores que permiten el éxito de cualquier proyecto que emprendemos con ayuda de Dios.
Despejar este interrogante toma como punto de partida el hecho de que lo esencial es someter nuestros planes y proyectos en manos de Dios como enseña el rey David: “Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará.” (Salmos 37:5. NTV)
Una vez involucra a Dios, usted debe comprometer la colaboración de todo su equipo.
Muchos pastores, obreros y líderes dicen: “Dios me dijo tal o cual cuestión”. Todos se quedan mirándole. No están convencidos. ¿Y por qué? Porque tal vez no fue la voz del Señor. Si fuera así, traería paz al corazón de todos.
Otro elemento a considerar, además por supuesto de una estrecha dependencia de Dios, es calcular todos los aspectos. No improvisar. Ser aterrizados.
El Señor Jesús ilustró este poderoso principio cuando enseñó: “¿O qué rey, cuando sale al encuentro de otro rey para la batalla, no se sienta primero y delibera si con diez mil hombres es bastante fuerte como para enfrentarse al que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación y pide condiciones de paz…” (Lucas 14:31, 32. La Biblia de Las Américas)
Es esencial revisar con cuidado en qué consistirá la iniciativa que vamos a desarrollar, el alcance, los beneficiarios, el costo, si es viable o no y, además, el tipo de recursos con los que podemos contar.
Habiendo definido previamente lo que nos gustaría lograr con ayuda de Dios en un proyecto, el paso siguiente es definir qué es lo que requerimos para asegurar o al menos tener un grado importante de certidumbre que sobreviviremos a todas los retos que implica.
Como podrá apreciar, en todos los casos es fundamental la oración pidiendo en esencia dos cosas: La primera, que se haga la voluntad de Dios, y la segunda, que Dios nos muestre los pasos a seguir.
Tenga clara la visión
Un pastor deseaba desarrollar un trabajo social alimentando decenas de personas de la zona marginal de su ciudad. Todo iba bien e incluso alcanzó a ilusionar a la congregación. No obstante, cuando llegó el momento de realizarlo, descubrió que no contaba ni con el grupo de colaboradores necesario ni con los recursos.
Antes de dar pasos hacia delante, le invito a formularse los siguientes interrogantes:
¿Por qué realizarlo?
Si va a desarrollar una iniciativa para el Reino de Dios, pregúntese: ¿Qué razón de peso hay para desarrollarlo? ¿Vale la pena realizarlo? ¿Honro a Dios o solamente busco glorificarme a nivel personal?
¿Qué alcance busco?
Si un proyecto no tiene impacto, que generalmente debe involucrar el recurso humano, ¿qué pretendemos? En la antigüedad se construyeron pirámides que no tienen, al menos para nuestro tiempo, ninguna funcionalidad. Se convirtieron en meros monumentos. Los planes que pensamos realizar para el Reino de Dios, ¿se erigen como monumentos para la posteridad o son útiles con el paso de los días, los meses y los años?
¿Debo aplicar ajustes?
En la vida de hombres y mujeres de Dios, tal como encontramos sus vidas registradas en la Biblia, fue necesario retomar el rumbo o tal vez, ir en otra dirección conforme lo disponía Dios? Un ejemplo sencillo es la travesía por el desierto. Sobre esa base, ¿no cree apropiado y oportuno revisar cada acción para el Reino de Dios y verificar si se requieren ajustes?
¿Estoy identificado con el proyecto?
Si no hemos puesto pasión a lo que hacemos, a los planes y proyectos para el Reino, es evidente que no escuchamos la voz de Dios y, si fue así, no hemos puesto todo nuestro empeño. ¿Vale la pena seguir si ni siquiera estamos dispuestos a dar todo lo mejor de nosotros?
¿Escucho ideas y sugerencias?
La Biblia es muy clara cuando nos instruye: “Los proyectos con consejo se preparan, y con dirección sabia se hace la guerra.” (Proverbios 20:18. La Biblia de Las Américas)
Sobre esta base, reviste importancia que asumamos una actitud humilde e incluyente, y escuchemos las propuestas, ideas y sugerencias del equipo de trabajo. Si lo hacemos, es probable que todo vaya bien y terminemos aquello que comenzamos.No podría concluir sin antes traer a colación las palabras del autor y conferencista internacional, Henry Blackaby: “Con nuestras fuerzas no podemos hacer nada de valor para Dios… Cuando te ofreces a Dios para ser su siervo, su primera expectativa es transformarte en el instrumento que Él desea. Jamás olvides que Dios siempre trabajará en ti antes de trabajar a través de ti. Cuando obedezcas, Él es quien cumplirá la obra.” (Henry Blackaby. “Mi experiencia con Dios”. LifeWay Press Editores. 2011. EE.UU. Pg. 43)Dios nos concede la victoria si todo cuanto emprendemos está en Su voluntad. Y en segundo lugar, si cuanto hacemos realmente honra y glorifica Su Nombre.
Es tiempo de hacer un alto en el camino y evaluar qué y cómo estamos obrando en la extensión del Reino.
Preguntas para evaluar la comprensión y aplicación de la Lección de hoy:
a. - ¿Qué debemos hacer cuando vamos a emprender planes y proyectos, de acuerdo con lo que enseñan las Escrituras (Salmos 37:5)?
b.- ¿Qué papel juega el equipo cuando vamos a desarrollar planes y proyectos para el Reino de Dios?
c.- ¿Por qué debemos planear antes de iniciar cualquier proyecto (Lucas 14:31, 32)?
d.- ¿Por qué motivo improvisar no está en los planes de Dios?
e.- ¿Qué relación hay entre buscar la voluntad de Dios y dar pasos seguros en la realización de planes y proyectos?
f.- ¿Qué podríamos decir si tenemos en mente emprender un proyecto para Dios pero no hay paz en nuestro corazón?
g.- ¿Ha desistido de emprender algún proyecto para Dios? ¿Está dispuesto a recuperarlo?
Publicado en: Escuela Bíblica Ministerial
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