Cinco fundamentos para la prosperidad económica y espiritual
La reunión le gustó. Se realizó en un estadio de la ciudad. Lleno total. No cabía una sola persona más en las graderías. Incluso, pasada una hora desde que iniciara la conferencia, decenas de personas hacían fila afuera, procurando entrar. El expositor, Biblia en mano, hablaba de las bendiciones como consecuencia de pactar con Dios. “Pacte por su milagro, por su prosperidad, por la conversión de su familia. Si no pacta, créalo, será una mala decisión”, decía por los altavoces, estratégicamente ubicados.
Hugo hurgó en sus bolsillos. Tenía dos billetes, unas cuantas monedas… y una factura por pagar. Creyó que no era suficiente, más si sopesaba lo que acababa de decir el predicador: “Dios quiere darle ahora enormes bendiciones. Traiga su mejor ofrenda para Dios y verá los resultados”. Y Hugo dio lo que tenía. Aspiraba que, en respuesta a la actitud de su corazón, alguien le proveyera lo del pasaje ya que no tenía ni un solo peso…
Llegó pasada la medianoche. Tuvo que regresarse a pie. Cuando hablé con él, estaba desilusionado: “Yo di todo esperando que Dios me prosperara, y nada”, me dijo.
Le expliqué entonces no necesitamos negociar con Dios para ser bendecidos, en las dimensiones material, espiritual y económica. Que lo esencial es que seamos fieles , caminando en Su voluntad perfecta. Que cometemos errores, comprensible, pero permanecer fieles a Él significa reconocer los errores, arrepentirnos y seguir adelante, con disposición de cambio.
No es comprando la lotería, pactando dinero a cambio de bendiciones ni haciendo sacrificios sobrehumanos procurando la provisión de divina. Fidelidad, es todo. La fidelidad está ligada a las bendiciones de Dios para nuestras vidas.
Permítame compartir con usted cinco principios para la prosperidad económica y espiritual:
1.- Fidelidad: el fundamento para la prosperidad
Millares de personas en todo el mundo desean experimentar prosperidad económica y espiritual. Acuden a infinidad de métodos, muchos de ellos sin fundamento bíblico, con el anhelo de recibir bendiciones.
“Lo he ensayado todo”, me explicó en cierta ocasión una administradora de empresas que no veía salida a su crisis económica. Ella es el reflejo de lo que viven hombres y mujeres que sienten sus vidas arruinadas, sus ingresos económicos estancados y el panorama que tienen delante, totalmente ensombrecido.
A las puertas de entrar en la tierra prometida Dios habló al pueblo de Israel y, por medio de Moisés, les compartió un fundamento para la prosperidad: “Asegúrate de obedecer todos los mandatos que te entrego hoy. Entonces vivirás y te multiplicarás, y entrarás en la tierra que el Señor juró dar a tus antepasados y la poseerás.” (Deuteronomio 8:1. Nueva Traducción Viviente)
La Biblia dice que es el Señor quien da las riquezas y no añade preocupaciones con ellas. En otras palabras, si Dios quiere darle algo y usted está en consonancia con Su voluntad, lo recibirá. Tratar de torcerle el brazo a Dios mediante chantaje: “Yo diezmo esto o aquello y pacto de esta y otra manera para que me bendigas”, no es otra cosa que una sutil presión al Padre celestial. Él bendice a sus hijos, y punto. ¿Cuál es el centro del asunto? Se fieles al Señor, y caminar en sus principios y preceptos.
Infortunadamente hay quienes negocian con la fe. Son los promotores de la teología de la prosperidad. Y tergiversan lo que dicen las Escrituras. Yo entiendo por el pasaje que acabamos de leer y otros más que hallará en la Biblia, que la fidelidad a Dios es el principal cimiento para ser bendecidos en todas las áreas de nuestra vida.
2.- Confianza y dependencia de Dios
Con frecuencia enfrentamos situaciones de escasez, enfermedad y dificultades a las que no encontramos razón de ser. Unas son desatadas por nuestro comportamiento irreflexivo, pero otras, forman parte del plan de Dios. Y Él no se equivoca. A través de las etapas áridas, cuando atravesamos desiertos que nos parecen infinitos, Él hace algo especial con nuestras vidas y nos prepara para nuevos niveles de victoria y poder.
En la antesala de entrar a la tierra prometida, Dios le explicó a los israelitas por qué había ocurrido todo cuanto vivieron:
“Recuerda cómo el Señor tu Dios te guió por el desierto durante cuarenta años, donde te humilló y te puso a prueba para revelar tu carácter y averiguar si en verdad obedecerías sus mandatos. Sí, te humilló permitiendo que pasaras hambre y luego alimentándote con maná, un alimento que ni tú ni tus antepasados conocían hasta ese momento. Lo hizo para enseñarte que la gente no vive solo de pan, sino que vivimos de cada palabra que sale de la boca del Señor. ” (Deuteronomio 8:2, 3. Nueva Traducción Viviente)
Al igual que yo, quizá usted tenga infinidad de interrogantes que espera formularle a Dios cuando estemos en Su presencia. Anhelamos que Él nos explique el por qué de cuanto vivimos. Períodos de dificultades sin aparente explicación, la pérdida de un ser querido, una ruina económica sin razón de ser e infinidad de asuntos que nos desconciertan, preocupan y en cierta medida, llenan de incertidumbre.
Dios dijo a los israelitas que esos cuarenta años en el desierto no hacía otra cosa que poner a prueba su verdadero carácter y fidelidad a Él. Recuerde que el auténtico cristiano no se prueba en los momentos buenos, de bendición, sino cuando los problemas, las enfermedades, las resequedades espirituales y emocionales, tocan a nuestra puerta.
Pero ligado a este elemento, está el proceso de formación. Dios trata con nuestra vida y nos prepara para ascender a nuevos niveles, tanto en nuestra vida personal como espiritual. Y aun cuando no entendamos por qué ocurren las cosas, en esos momentos dificultosos desarrollamos confianza y dependencia de Dios. Prendidos de Su mano poderosa, atravesamos el desierto y salimos victoriosos (Cf. Salmos 23). Sólo quienes permanecen firmes con Él, llegarán a tierra firme, al nivel de la bendición.
3.- Reconocer que Dios tiene el control
He compartido en varias ocasiones con ustedes, que por muchos años tuve pánico de viajar en avión. Días y horas antes de abordar un vuelo nacional o internacional, me embargaba la ansiedad. Incluso, mi salud se veía afectada. Sólo cuando reconocí que Dios tiene el control de todas las cosas, superé ese momento traumático al que me enfrentaba cuando recibía alguna invitación.
A todos los cristianos nos suele ocurrir. Nos angustiamos, cualquier situación nos mueve el piso, sentimos que somos los únicos en el mundo viviendo situaciones así. Olvidamos que Dios tiene el control. Y Él no se equivoca. A pesar de que no comprendamos qué nos está ocurriendo, si nos abandonamos a Su voluntad, sin reservas, Él nos llevará a la victoria. Esa fue una de las principales enseñanzas que compartió con los israelitas:
“En todos esos cuarenta años, la ropa que llevabas puesta no se gastó, y tus pies no se ampollaron ni se hincharon. Ten por cierto que, así como un padre disciplina a su hijo, el Señor tu Dios te disciplina para tu propio bien.” (Deuteronomio 8: 4, 5. Nueva Traducción Viviente)
Ese largo período de cuatro años en el desierto, fue un llamado de Dios para que reconocieran que Él sabía adónde les iba a llevar. Que si bien es cierto no tenían a mano ni una bitácora ni un mapa, en cada ruta, Él estaba con ellos.
4.- Mirar con los ojos de Dios
Otro aspecto relevante del tránsito de los israelitas por el desierto, fue enseñarles a mirar con los ojos de Dios. Para ellos las jornadas en el desierto eran un castigo; sin embargo, desde la perspectiva del Señor, eran un tiempo de preparación. Por esa razón les dijo: “Ten por cierto que, así como un padre disciplina a su hijo, el Señor tu Dios te disciplina para tu propio bien.” (Deuteronomio 8:5. Nueva Traducción Viviente)
No soy amigo de la lluvia. Estoy acostumbrado a un sol acogedor como el que ilumina mi amada ciudad, Santiago de Cali. Días brillantes, emotivos, alegres. Por el contraria, mi esposa Lucero, se entusiasma cuando por la ventana del apartamento ve caer las primeras gotas de lluvia. Le emociona. Un día gris para ella es acogedor, para mí en absoluto. Lo asocio con la tristeza. ¿Se da cuenta? Todo obedece a las diferentes perspectivas.
Es una ilustración de lo que ocurre con nuestro amado Padre celestial: Lo que consideramos es doloroso y frustrante para nuestras vidas, es un anticipo de Dios a las bendiciones que nos tienen preparadas.
5.- Esperar las bendiciones de Dios
¿Se ha preguntado cuántas veces renunció a sus sueños cuando estaba a pocos metros, a pocos días, a pocas jornadas de ver su materialización? A todos nos ha ocurrido alguna vez y es probable que todavía enfrentemos esa situación. ¿Cuál es la razón? No sabemos esperar en el Señor. Ansiamos que todo se de ya, ahora mismo, y no desarrollamos la capacidad de esperar las bendiciones de Dios.
Si permanecemos fieles al Supremo Hacedor, aun cuando no veamos que ocurre lo que deseamos, nuestro Padre está en control de todas las cosas y sí está haciendo algo. Es esencial que permanezcamos fieles a Él, y las bendiciones no se dejarán esperar, como explicó Dios al pueblo de Israel:
“Por lo tanto, obedece los mandatos del Señor tu Dios andando en sus caminos y temiéndolo. Pues el Señor tu Dios te lleva a una buena tierra, con arroyos y lagunas, con fuentes de agua y manantiales que brotan a chorros de los valles y las colinas. Es una tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granadas, de aceite de oliva y miel. Es una tierra donde abunda el alimento y no falta nada. Es una tierra donde el hierro es tan común como las piedras y donde el cobre abunda en las colinas. Cuando hayas comido hasta quedar satisfecho, asegúrate de alabar al Señor tu Dios por la buena tierra que te ha dado.” (Deuteronomio 8:6-8. Nueva Traducción Viviente)
En todo momento es clave que esperemos en Dios. Dejar de lado la impaciencia que nos roba la paz y siembra zozobra en nuestro espíritu, y confiemos que Él ni se equivoca ni se arrepiente cuando de bendecirnos se trata.
Des-aprender paradigmas
Los teólogos de la prosperidad difunden enseñanzas que no tienen asidero bíblico. Condicionan las bendiciones como si nuestro amoroso Padre celestial fuera un negociante. Olvidan que cuando somos fieles al Señor, Él nos bendice. Es una consecuencia natural en el Reino de Dios.
¿A qué debemos atenernos? A lo que dice la Biblia. Es algo cierto. Aun cuando una enseñanza luzca lógica, debe ser probada por las Escrituras. Incluso, cuanto comparto con usted hoy: verifíquelo en las Escrituras. Si lo corrobora, entonces Dios le dará paz y podrá asumirlo en su corazón. Asimilar ese nuevo principio de vida.
Una pregunta: ¿El Señor Jesucristo mora en su corazón? Si no es así, está perdiendo la oportunidad de experimentar transformación en su vida. ¡Hoy es el día para que tome la mejor decisión! No deje pasar esta oportunidad. Ábrale las puertas de su corazón. Emprenderá el camino del crecimiento personal y espiritual.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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