Claves eficaces para dinamizar su vida de oración
(Lección 4 – Nivel 5)
Concurría a un encuentro de pastores y líderes en Circasia, un hermoso y pintoresco pueblecito del centro de Colombia. Frío, tranquilo, agradable.
Saludos gozosos. Alegría de reencontrarse con otros consiervos en la predicación del Evangelio, después de mucho tiempo. Expectativa por las conferencias que se avecinaban. Un profundo anhelo de recibir edificación, salir renovados de aquél retiro e ir a compartir con los hermanos en la fe, una Palabra renovada, de poder, que impactara sus vidas.
Algo que llamó poderosamente mi atención y la de quienes nos encontrábamos allí, fue un grupo de ministros cristianos provenientes de los más recónditos lugares.
Algunos habían viajado casi veinticuatro horas, por ríos y montañas, para darse cita en el campamento.
¿La razón de la curiosidad? Llamaron mi atención porque pasaban buen tiempo de rodillas, en oración. Perseverantes, sin perder un minuto. Ni un segundo. ¡Estaban en la presencia del Señor!
En su mayoría no habían tenido oportunidad de asistir al Seminario Bíblico a cursar la carrera de teología; es más, hablaban con errores, sin adornos, y quizá su ortografía asustaba. Pero… he ahí el pero… ¡Tenían muchísimo de Dios! Lo admito, más que nosotros, incluso.
Predicaban con poder. Imponían las manos y los enfermos sanaban. Eran tremendamente bendecidos. ¡Los demonios huían en su presencia!
A diferencia de muchos de quienes nos encontrábamos congregados, estos predicadores no tenían conocimientos de teología pero sí bastante de Dios, y de estar en Su dimensión, moviéndose con poder, unción y autoridad.
Nace la Escuela de Oración virtual
Con frecuencia me preguntan: ¿De dónde surgió la Escuela de Oración?
Alguien más me felicitó por tan magnífica idea. Y tuve que explicarles, por separado, que la Escuela de Oración surgió en los Estados Unidos y que, lo único que hice, fue generar un modelo para Latinoamérica.
La ventaja para infinidad de lectores de habla hispana es que pueden descargar o imprimir el material y compartirlo con otros creyentes. Esta iniciativa genera unidad entre cristianos al tiempo que dinamiza su vida devocional. Muchos han escrito sobre los milagros que comenzaron a ocurrir desde el mismo instante que decidieron pasar tiempo en oración. ¡Orar marco la diferencia en sus vidas y en las de otras personas!
Tuve aproximación a los gestores de la Escuela de Oración, provenientes de Norteamérica, al término de una actualización pastoral. Y junto con mi esposa Lucero reconocemos que ha sido una de las mejores experiencias que hemos tenido. A partir de esa jornada de tres días, encerrados en un centro de retiros espirituales, la oración dejó de ser algo aburrido. Cobró una nueva dimensión en nuestra existencia.
La gran diferencia
La oración marca una gran diferencia. Quien pasa tiempo en la presencia de Dios, se afianza en la unción, el poder y la autoridad espiritual. Se mueve en una dimensión distinta: en la dimensión del Señor en la que se producen grandes cosas. Hechos maravillosos, milagros inconcebibles para la lógica humana.
Tres principios para revitalizar la vida de oración
Es esencial que consideremos hoy el ilimitado mover de nuestro amado Padre celestial sobre y a través de quienes le buscan y permanecen en Su presencia en oración.
Para que su vida de oración comience a tener un nuevo enfoque y se revitalice, le invito a hace run alto en el camino.
Piense por un instante que la Biblia nos enseña, tomando como fundamento al Señor Jesucristo, tres elementos que le invito a considerar.
El evangelista Lucas indica que “También les refirió una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar…” (Lucas 18:1)
Estas dos líneas resultan semillas pero profundas porque ponen de presente tres aspectos de suma trascendencia:
1.- La necesidad de orar.
2.- La importancia de orar siempre
3.- La imperiosidad de no desmayar en la oración.
Le sugiero que lea nuevamente los enunciados bíblicos, y pregúntese: ¿Qué hago cuando alguna dolencia física me afecta? ¿De qué manera enfrento los problemas? ¿La oración forma parte de mis principios de vida diaria? Y, por último: ¿Persevero en la oración hasta ver una respuesta de Dios?
No olvide que persistir es clave porque el Señor Jesús enseñó: “Yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá” (Lucas 11:9, 10).
Orar entonces encierra persistencia. Tocar las puertas del cielo hasta que nuestro amado Señor y Dios, responda.
Pedir, creer y recibir
Ya sea que necesitemos un milagro de liberación, sanidad física, provisión económica o resolución de un conflicto, hay una ruta que debemos seguir y que la integran tres principios: pedir, creer y recibir.
Así lo dejó sentado el Señor Jesús cuando enseñó a sus discípulos: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21:22).
Pregúntese por un instante: ¿Realmente pido la intervención de Dios en momento de necesidad? Si le pido algo, ¿creo con sinceridad de corazón que Él responderá? ¿He comprobado que cuando pido a Dios y creo en Su poder, recibo aquello por lo que he clamado?
Eso implica que, por supuesto, cambiemos nuestros paradigmas y dejemos de lado, de una parte toda sombra de duda, y de otra parte, el tratar de resolver los problemas a nuestra manera y en nuestras fuerzas, desconociendo que a favor de quienes oran se libera el poder ilimitado de nuestro amado Señor.
¡Hoy es el día para su milagro! Basta que se disponga a creer. ¡Tome la decisión de orar y esperar en Dios! Verá como su vida experimenta un cambio maravilloso.
Cuestionario para la profundización de la Lección 4:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a.- ¿Qué marca la diferencia en un cristiano?
b.- ¿Por qué la oración es tan importante para quien anhela llegar a una nueva dimensión de intimidad con Dios?
c.- ¿Qué ocurre con aquellas personas que pasan tiempo en la Presencia de Dios orando?
d.- ¿Qué le enseñó el Señor Jesús a sus discípulos y también a nosotros (Lucas 18:1)?
e.- ¿Qué promesa tenemos de parte del Señor Jesús cuando oramos (Lucas 11:9, 10)?
f.- ¿Qué puede traer soluciones eficaces cuando enfrentamos dificultades (Mateo 21:22)?
g.- ¿Ha pedido a Dios con perseverancia que obre un milagro en su vida?
h.- ¿Cómo cambiará a partir de hoy su vida de oración y por qué?
Publicado en: Escuela de Oración
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