¿Cómo se cae y de qué manera salir de las cárceles espirituales?
(Lección 4 – Nivel 3)
El sábado comenzó como tantos otros: pintado con colores vivos y alegres, con una zona céntrica atestada de compradores, en una ciudad comercial en la que cada hora transcurría lenta, con un sol que conforme avanzaba el día se tornaba más insoportable.
Para Roberto y Yamin pudo ser un día más, pero aun cuando no se conocían, vivían en lugares distantes, jamás cruzaron palabra y eran dos perfectos desconocidos, con el transcurso de las horas sus vidas quedarían entrelazadas para siempre.
Yamin era oficial de la policía. Roberto, vendedor en las calles. Y el desenlace triste y fatal en sus vidas tuvo lugar cuando se encontraron.
El guarda pidió una requisa al comerciante. El hombre se llenó de ira, reaccionó fuera de control, forcejeó con el policía, lo despojó de su arma y le disparó. Cuestión de segundos. Muchos alrededor sólo se percataron del incidente cuando oyeron el disparo.
— No sé que me ocurrió. El demonio se apoderó de mí. Sólo tomé conciencia de mi acto cuando lo vi tirado en el suelo, sangrando, junto al perro guardián que lo acompañaba. No lo hice yo, puedo jurarlo; fue el demonio. — alegó Roberto en su defensa, horas después, cuando lograron capturarlo.
— Roberto perdía el control. No reaccionaba. Simplemente se transformaba. Algo raro le ocurría. — , relató otro vendedor ambulante ante las cámaras de televisión que lo entrevistaron.
La noticia tocó las fibras más sensibles de los colombianos y ocupó la primera plana de los diarios, a mediados del 2015.
Aunque argumentó que se sentía prisionero de un comportamiento descontrolado, lo condenaron a varios años de prisión.
Ahora trasladese a una avenida céntrica de cualquier ciudad, en el país que prefiera. Cae la noche y al morir el sol proyecta las sombras gigantescas de los edificios como dibujos arquitectónicos que no encuentran obstáculos para reflejarse en cualquier superficie.
Conforme van quedando vacías las aceras, hombres y mujeres, en estado lamentable, comienzan a invadir los espacios. Consumen drogas o alcohol.
— Siento que no puedo salir de ésto — , me dijo un ingeniero en sistemas que se considera prisionero de la heroína. Comenzó con drogas comunes pero cada vez quiso experimentar con algo más fuerte. Un día dejó su trabajo en una agencia publicitaria y se refugió en las calles.
Él conoce a Ramiro, a Lucía, a José Luis y a Tony. Comparte con ellos la misma suerte. Han ingresado a varios centros de rehabilitación pero terminan huyendo. “Es una fuerza más poderosa que nuestra voluntad”, argumentan algunos.
Conozco de cerca estas historias porque con muchos de sus protagonistas he sostenido largas conversaciones en el Centro Shekina para farmacodependientes, cuya Junta Directiva integro al igual que otros pastores y líderes cristianos.
Si me pregunta qué ocurre con muchas personas que no pueden controlar sus reacciones o aquellas que cayeron en la adicción a las drogas, podría decirle que están bajo “cárceles espirituales”.
Por supuesto, hay quienes no comparten esta apreciación, y aunque personalmente respeto y valoro la ciencia, invitaría a muchos escépticos a acercarse a la Biblia para que descubran allí pruebas fehacientes de la forma como satanás enreda personas y termina llevándolas a un espiral sin fondo.
Por supuesto, debe mediar antes el que le hayan abierto las puertas al mundo del ocultismo.
¿Qué son las cárceles espirituales?
Las cárceles espirituales son estados del alma en las cuales una persona entra como consecuencia de su participación en actividades ocultistas. Nadie termina endemoniado así porque así. En todos los casos abrieron puertas o bien, en sus antepasados, alguien hizo prácticas de brujería, de ocultismo o tuvo abierta participación en algún culto oriental.
Las cárceles espirituales son múltiples, pero las más comunes son:
a.- Estados maníaco depresivos
b.- Intentos recurrentes de suicidio
c.- Ataduras sexuales que llevan a una persona a sentirse “adicta” y sin control
d.- Enfermedades inexplicables
e.- Estados de desasosiego en los que la persona no logra paz interior
f.- Pensamientos traumáticos recurrentes
g. - Algunas aberraciones sexuales como el homosexualismo o el bestialismo
Por supuesto, el listado es mucho más extenso pero me he limitado a relacionar simplemente aquellas cárceles espirituales que son más frecuentes en nuestro medio.
— ¿Cómo puede ser? — , quizá se pregunte y más en una sociedad tan avanzada científicamente con aquella en la que nos desenvolvemos. La responderé con un interrogante: ¿Conoce de personas que por años han padecido una enfermedad y jamás los médicos han encontrado una cura?
Le invito para que, Biblia en manos, nos demos a la tarea de explorar algunos casos que obedecieron a posesiones o influencia demoníaca.
Comienza la atadura
El primer paso hacia una cárcel espiritual es la ceguera de quien la padece. No me refiero a que pierda la capacidad de ver su entorno sino a la ceguera que lo lleva a cargar con una venda que le impide corroborar que algo extraño está ocurriendo.
Grafico esta apreciación el comportamiento de muchas personas sumidas en el adulterio. Saben que están obrando mal, sin embargo justifican su comportamiento.
El apóstol Pablo sabía de la ceguera espiritual. Llevaba años predicando el Evangelio de Jesucristo y muchas personas no se convertían. Él explicó magistralmente que esa actitud contraria a las Buenas Nuevas tenía origen en una venda espiritual:
“Y si todavía nuestro evangelio está velado, para los que se pierden está velado, en los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por amor de Jesús.…” (2 Corintios 4:3-5. La Biblia de Las Américas)
Cuando le escribe a los creyentes de Corinto sobre aquellos que tienen cegado el entendimiento, está describiendo claramente una situación espiritual.
Igual, en su entorno hay millares de personas que por un comportamiento inmoral — otra de las puertas que se le abre al mundo de las tinieblas — llegan a negar que están obrando mal; también, quienes van a que les lean las cartas, practican la adivinación o son fieles a la santería. Llegan al colmo de asegurar que todo lo hacen en nombre de Dios o, sencillamente, que ellos creen en Dios y que es Dios mismo quien los respalda.
Tremendo error. No es el Dios de poder en el que usted y yo hemos creído quien los acompaña sino el mismo satanás, el dios de lo oculto.
Algunos ejemplos de cárceles espirituales
Durante el ministerio terrenal de nuestro amado Salvador Jesucristo se relatan muchos incidentes en los que él trajo libertad a personas que, por accionar de los demonios, se encontraban bajo enfermedad.
En alguna oportunidad le llevaron a alguien que por años no podía escuchar ni hablar: “Cuando Jesús vio que se agolpaba una multitud, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te ordeno: Sal de él y no vuelvas a entrar en él”. (Marcos 9:25; Cp. Mateo 12:22)
Un padre desesperado interrumpió una de las intervenciones del Señor ante decenas de personas. Su hijo estaba endemoniado: “Y uno de la multitud le respondió: Maestro, te traje a mi hijo que tiene un espíritu mudo”. (Marcos 9:17)
Otra de las manifestaciones de cárceles espirituales es la esquizofrenia. Antes de avanzar permítame aclarar que no desconozco que en las personas se produzca algún tipo de trastorno mental, pero es evidente que en muchos casos es producto de obra del mundo de las tinieblas.
Leemos en la Palabra de Dios de una persona, en apariencia joven, que era dominada por demonios. No tenía control de sus pensamientos y, por tanto, tampoco de sus acciones:
“Y sucede que un espíritu se apodera de él, y de repente da gritos, y el espíritu le hace caer con convulsiones, echando espumarajos; y magullándole, a duras penas se aparta de él”. (Lucas 9:39)
Una terapeuta que se congregaba en la iglesia me compartió la historia de un hombre que afirmaba cargar, en su hombro izquierdo, con un hombrecito que cada día era más pesado y horrible.
Para la ciencia era un enfermo mental. No obstante quedó demostrado que el poder de Cristo lo haría libre.
Cuando los discípulos desarrollaron su ministerio en Jerusalén y sus alrededores, personas que habían estado en “cárceles espirituales” de enfermedad, quedaron libres. Así lo describe el médico Lucas:
“Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, éstos salían de ellos gritando a gran voz; y muchos que habían sido paralíticos y cojos eran sanados”. (Hechos 8:7)
Insisto en enfatizar que Lucas, el evangelista, tenía como profesión la medicina. Era un científico de su época, y reconoció el obrar espiritual de maldad en las enfermedades de muchas personas.
Las cárceles espirituales la conducta
Le invito a que lea un pasaje del evangelio de Lucas, que muchas personas hoy podrían asociar con el comportamiento de un enfermo mental:
“Y cuando él (Jesús) bajó a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad poseído por demonios, y que por mucho tiempo no se había puesto ropa alguna, ni vivía en una casa, sino en los sepulcros”. (Lucas 8:27)
Pese a su condición lamentable, en la que no tenía control de sus acciones, Jesucristo liberó a este hombre. ¡Rompió sus cadenas! Lo sacó de una cárcel oscura.
Cuando una persona está bajo el poder o influencia de los demonios, lo que están buscando estos seres de maldad es golpear su cuerpo y sus pensamientos para reclamar “derechos” que les fueron conferidos cuando se abrieron puertas a las tinieblas mediante algunas prácticas ocultistas o de inmoralidad.
Poder para liberar de las cárceles espirituales
Cuando los cristianos ejercemos autoridad en el Nombre y el Poder de Cristo, estamos asumiendo un papel protagónico para liberar a quienes se encuentran inmersos en cárceles espirituales.
Usted y yo estamos llamados a asumir esa autoridad, a apropiarnos de ella. Recuerde que Jesús la delegó a sus discípulos y a nosotros hoy:
“Reuniendo a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades. Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar a los enfermos”. (Lucas 9:1 2)
Esa misma autoridad permanece en la medida en que usted y yo caminamos en fidelidad con Dios.
Los apóstoles pudieron corroborarlo durante su ministerio, tal como lo describe el evangelista Lucas:
“A tal punto que aun sacaban los enfermos a las calles y los tendían en lechos y camillas, para que al pasar Pedro, siquiera su sombra cayera sobre alguno de ellos. También la gente de las ciudades en los alrededores de Jerusalén acudía trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos, y todos eran sanados.” (Hechos 5:15, 16)
Cada vez que permitimos al Señor Jesús obrar en nuestra existencia, nos convertimos en instrumentos útiles en Sus poderosas manos para traer liberación a quienes se encuentran en cautividad.
El enemigo espiritual ha vendido la idea de que tiene mucho poder, pero en realidad quienes tenemos poder somos los hijos de Dios, que seguimos de cerca las huellas de Jesús.
Él nos dio autoridad para romper las ataduras de quienes están endemoniados o bajo su influencia (Marcos 16:17, 18). Y nuestra mayor responsabilidad en este tiempo, es ministrar esa libertad a millares que tanto necesitan a Cristo en su corazón pero hoy están en cárceles espirituales.
Preguntas para evaluar la Lección 4:
Es importante que al terminar de estudiar la Lección se formule unas sencillas preguntas de repaso:
a.- ¿Cómo define usted las cárceles espirituales?
b.- ¿Podría describir algunas de las cárceles espirituales más comunes?
d.- ¿De qué manera una persona puede caer presa en las cárceles espirituales?
e.- ¿Recuerda algunos casos citados en la Biblia de personas que salieron de sus cárceles espirituales?
f.- ¿Qué aprendemos del texto de 2 Corintios 4:3-5? ¿Qué nos enseña en cuanto a la ceguera espiritual?
g.- ¿De qué manera pasajes como Marcos 9:17;25; Mateo 12:22; ,nos permiten inferir que hay “cárceles espirituales"?
h.- ¿Por qué afirmamos que en algunos casos, enfermedades como la esquizofrenia, podrían obedecer a dominio demoníaco (Lucas 9:39)?
i.- ¿Por qué el hombre que relata Lucas 8:27 actuaba sin control de sus pensamientos y acciones?
j.- ¿Qué aprendemos en Lucas 9:12, respecto a la autoridad espiritual del creyente en Jesús?
Publicado en: Guerra Espiritual
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