¿Cómo servir a Dios junto con mi familia?
“Tuve oportunidad de leer hace pocos días el texto de Josué donde dice que él y su casa servirán a Jehová (Cf. Josué 24:15). Sin duda todos anhelamos prestar un servicio decidido y consagrado delante del Señor. ¿Cómo lograrlo? Es la pregunta que me formulo siempre.”
F.G.G., desde el Paso, TX.
Respuesta:
Decidirnos a servir a Dios junto con toda nuestra familia, demanda no solamente compromiso y perseverancia, sino además la aplicación de profundos cambios en nuestra forma de pensar y de actuar. No es algo que logramos en nuestras fuerzas sino con la intervención de nuestro amado Dios y Padre nuestro, quien opera los cambios que requerimos.
Si bien es cierto los esposos y padres fieles, comprometidos con su hogar y decididos a sacar adelante la relación parecen una especie en vía de extinción, es necesario no cejar en los esfuerzos y proseguir. No deben sobresalir por su agresividad sino por sacar a su familia adelante. Es su esencia, su fundamento.
¿Se puede? Por supuesto que sí. No olvidemos que todo viaje comienza con un paso. Y la decisión que tome hoy puede marcar la diferencia. El reto está en asumir la decisión de traer cambios al interior de la familia, pero no en nuestras fuerzas sino con ayuda de Dios.
Vivir conforme a las pautas de Dios
Quizá hasta hoy nos hemos movido alrededor de las pautas que gobiernan al mundo, en el cual la unidad familiar importa poco, se legitima el divorcio y los contrayentes de matrimonio esperan que tal compromiso dure poco. Pues bien, si nos movemos alrededor de lo que enseña la Palabra: “Pero si te niegas a servir al Señor, elige hoy mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor.” (Josué 24:15. NTV), es necesario aplicar cambios profundos y duraderos que permitan llevar nuestras familias a un nuevo nivel.
Hay que renunciar a los errores en los que hemos incurrido hasta hoy, dejar de lado los patrones de comportamiento que aprendimos en la niñez en los que quizá no solo recibimos daño sino que podríamos replicarlo con nuestro cónyuge e hijos, sino que— además— debemos movernos en una nueva dirección, que honre y glorifique a Dios también en casa.
A quien debemos agradar es a Dios por encima de todas las circunstancias (Cf. Génesis 15:1-6). Si lo hacemos podemos tener la certeza que el Señor materializará las promesas y bendiciones que tiene para las familias donde Él ocupa el primer lugar (Cf. Génesis 17:1, 2)
Ahora, si ya emprendimos el proceso de cambio y transformación, no podemos volver atrás, bajo ninguna circunstancia (Lucas 9:57-62). Debemos permanecer fieles, perseverar, reconocer que la familia es muy importante y que nuestro amado Padre celestial la valora. No perdamos de vista el hecho de que, al termine nuestro tránsito terrenal, debemos tener la certeza de haber cumplido el propósito de Dios para nuestras vidas y para nuestro hogar (2 Timoteo 4.6-8)
Por último una recomendación: Si no ha recibido a Jesús como su Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá.
Publicado en: Consejería Familiar
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