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Consagre su familia a Dios para que sea bendecida

Consagre su familia a Dios para que sea bendecida

1.- Lectura Bíblica: Romanos 11:36; Génesis 2:24-26; Salmos 103:17.

2.- Objetivos:

2.1.- Que al terminar la Célula Familiar los participantes hayan comprendido que la familia fue concebida por Dios, y a Él le pertenece.

2.2. - Que al terminar la Célula Familiar los participantes asuman la necesidad de entregar en manos de Dios el manejo de la familia.

2.3.- Que al terminar la Célula Familiar los participantes comprendan la importancia de rendir cada día los miembros de nuestro hogar en manos de Dios.

3.- Desarrollo del tema:

Dios creó la familia y tiene para nuestra familia grandes bendiciones. No es un juego de palabras sino una realidad. Él es quien sabe cómo resolver los problemas cotidianos, nos concede la sabiduría para tomar las decisiones apropiadas y nos guía por el sendero que debemos transitar con el propósito de edificar una familia sólida.

Ahora, pasar de una vida familiar de frustración y de fracasos a la dimensión de las bendiciones, parte de una decisión: la que debemos tomar usted y yo de rendirle nuestra casa al Señor, y como Josué, decidirnos a servirle.

3.1.- Debemos reconocer que la familia le pertenece a Dios

Si hay un hecho que ni hoy ni nunca podemos ignorar, es que la familia le pertenece a Dios. No solo nuestras vidas, también nuestro hogar. Así lo aprendemos en la carta de Pablo a los Romanos cuando escribe: “Pues todas las cosas provienen de él y existen por su poder y son para su gloria. ¡A él sea toda la gloria por siempre! Amén.” (Romanos 11:36. NTV)

Ahora, si todo le pertenece al Padre, ¿por qué no le hemos rendido la familia? Es un interrogante que debemos responder con la mano en el corazón. Lo más probable es que no lo hayamos hecho porque aún queremos tener control de todo cuanto nos rodea, y más ejercer cierta influencia en el presente y mañana de nuestro cónyuge e hijos.

Ahí está el error: en querer dominarlo todo. Olvidamos que nuestra familia no nos pertenece, sino a Dios. Y es a Él a quien debemos consagrar hoy y siempre esa relación familiar.

Nuestro cónyuge fue provisto por Dios (Génesis 2:24-26), y en cuanto a los hijos, las Escrituras son muy claras al enseñarnos que son una bendición de Dios: "Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte. Los hijos que le nacen a un hombre joven son como flechas en manos de un guerrero. ¡Qué feliz es el hombre que tiene su aljaba llena de ellos! No pasará vergüenza cuando enfrente a sus acusadores en las puertas de la ciudad.” (Salmos 127:3-5. NTV)

El curso de la historia a nivel familiar puede cambiar si nos decidimos hoy a concederle el primer lugar. Darle al Señor el espacio que le corresponde en nuestro hogar, y no tomar ninguna determinación sin antes consultarla en Su Presencia. El sabe orientarnos acerca del camino que debemos tomar en cada circunstancia.

3.2.- Si nuestra familia es de Dios, debemos rendirla ante Él

Cuando tomamos conciencia que Dios es el creador de la familia y que a Él pertenece, debemos dar un segundo paso: entregarla en Sus manos.

Una decisión que tomó el patriarca Josué, en la antigüedad, afectó positivamente no solo a su esposa y a sus hijos, sino a generaciones enteras.

Ante la incredulidad del pueblo, que se inclinaba a dioses paganos, el conquistador de la tierra prometida los confrontó: "Por lo tanto, teme al Señor y sírvelo con todo el corazón. Echa fuera para siempre los ídolos que tus antepasados adoraron cuando vivían del otro lado del río Éufrates y en Egipto. Sirve únicamente al Señor. Pero si te niegas a servir al Señor, elige hoy mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor.” (Josué 24:14, 15. NTV)

La decisión de servir a Dios implica edificar las relaciones al interior de la familia con fundamento en los principios y valores que nos enseñan las Escrituras. Es una decisión que, sin duda, marcará un antes y un después en nuestras vidas, y en la vida de quienes constituyen nuestra descendencia.

La importancia de rendir la familia en manos de Dios, fue comprendida por Abraham cuando estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac. La Palabra dice que el Señor lo llamó al monte Moriah para que realizara el ritual, y Abraham obedeció. Entendió que Él, nuestro amado Padre, tiene el control de todo y sabe cómo hace las cosas. Y por supuesto, después que fue probado su corazón, el Creador no dejó que sacrificara a Isaac sino que proveyó un sustituto, un cordero (Lea Génesis 22:1-4; 9-14)

Igual ocurrió con Ana, la mujer de Elcana. Cuando el Padre celestial le concedió un hijo, ya que era estéril, estuvo dispuesta a entregar a Samuel en el templo. Ella sabía que en manos de Dios, su chico sería no solo un vaso útil sino además, un vencedor (Lea 1 Samuel 1:21-28)

Dios no nos obliga. Simplemente nos enseña en la Biblia lo que debemos hacer. La decisión de rendir la familia en Sus manos, es una decisión que debemos tomar usted y yo en este día.

3.3.- Cuando rendimos la familia en manos de Dios, heredamos las bendiciones

Si hay una consecuencia altamente positiva y poderosa que se deriva de rendir nuestra familia en manos del Señor, es que recibimos bendiciones que nos alcanzan hoy, pero que se extienden a toda nuestra descendencia.

Dios es un Dios de amor que honra a quienes lo buscan y le obedecen (Hebreos 11:6).

Sobre esa base le invitamos a considerar cinco bendiciones como consecuencia de consagrar su familia en manos del Padre celestial:

a.- Dios promete bendiciones sobre nuestra descendencia (Isaías 44:3)

b.- Dios promete guía y paz para nuestra generación presente y nuestra descendencia (Isaías 54:13)

c.- Dios prometió que Su pacto eterno y la presencia de Su Espíritu permanecerán con nuestros hijos y su descendencia (Isaías 59:21)

d.- Dios prometió guardar y proteger a nuestros hijos y a su descendencia (Proverbios 11:21)

e. - Dios promete extender Su misericordia a nuestra familia y a toda su descendencia (Salmos 103:17)

Si hay una decisión sabia que debemos asumir, es la de entregar la familia a los pies de Su creador: nuestro amado Dios. Podemos asegurarle que Él cambiará el curso de la historia de nuestro cónyuge y de nuestros hijos.

No podríamos terminar sin antes invitarlos para que le abran las puertas de sus corazones a Jesús, el Señor. Si lo hacemos, Él nos ayudará en el proceso de cambio y crecimiento, y traerá transformación a nuestra vida personal, espiritual y familia. Decídase hoy por Jesucristo en su corazón.

4.- Preguntas para la discusión en grupo:

a.- ¿Qué aprende a partir del texto de Romanos 11:36 y de qué manera lo aplica a su relación familiar?

b.- De acuerdo con las escrituras (Salmos 127:3-5), ¿a quién le pertenece nuestra familia?

c.- ¿Qué aprendemos de Génesis 2:22-24 en cuanto al autor de la familia?

d.- ¿Cuál es la decisión que debemos tomar alrededor de servir a Dios (Cp. Josué 24:14 15)?

e.- ¿Qué aprendemos de Abraham y Ana en cuanto a consagrar nuestros hijos a Dios (Génesis 22:1-4 9_14 1 Samuel 1:21-28)?

f.- ¿Qué promesa encontramos en la Biblia en cuanto a nuestra familia (Hechos 16:25-34)?

g.- ¿De qué manera y por qué motivo nuestra familia es santificada (1 Corintios 7:14))?

h.- ¿Qué nos dicen las Escrituras en cuanto a las bendiciones para la familia (Salmos 103:17)?

5.- Oración al terminar la Célula familiar:

"Dios de los cielos, gracias por este día y por la reunión que hemos tenido. Tenemos la firme convicción que cuando ocupas el primer lugar en nuestra vida y nuestro hogar, las cosas comienzan a marchar como debieran. Concédenos la humildad necesaria para reconocer cuando hemos fallado, y la sabiduría para emprender los cambios necesarios. Sometemos en tus manos nuestra familia, porque tuya es desde el comienzo de los tiempos. Guíanos por el camino que debemos transitar hoy y siempre. Amén"

Publicado en: Grupos Familiares


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