Cristianos comprometidos con la Guerra Espiritual
(Introducción – Nivel 2)
No me sorprendió que el pastor Ricardo dejara de tomar sus alimentos en aquél agradable restaurante, cuando le respondí que hoy día si podía aludir a un ministerio en el que me consideraba fuerte, era en el de Liberación y Guerra Espiritual.
Junto a nosotros un buen número de comensales conversaban animadamente; sin embargo, entre los dos reinó un silencio abrumador, como si el tiempo se hubiera detenido, y todo alrededor se moviera en cámara lenta, como en las películas.
— Y todos los estudios que ha escrito sobre la familia, las relaciones interpersonales con los hijos, el liderazgo y la consejería, ¿dónde quedaron? Pensaba invitarlo a la congregación para que dictara unas conferencias, pero ahora que me habla de hacer guerra contra el demonio, las tinieblas y todo ese asunto, creo seriamente que debo reconsiderar mi decisión… — -bajó la mirada y comenzó a cortar pedazos pequeños de carne, en silencio, con cierto disgusto.
— Temo, pastor Jiménez que se ha fanatizado— prosiguió.— Esos temas, déjeselos a los pentecostales, o quizá a los carismáticos, pero usted margínese…Es aliancista, de una iglesia histórica... ¿Y metido en esos asuntos? — El ministro cristiano no pasaba alimento en aquél instante, sino que se limitaba a cortar la carne con el mismo cuidado de un cirujano en plena intervención quirúrgica.
Le referí lo más sencillo que pude, que — al igual –en otro tiempo me mostraba reacio a tocar el tema de la Guerra Espiritual.
— Pensaba que era asunto de fanáticos— le expliqué — ; sin embargo, creo que hoy más que nunca necesitamos asumir un papel ofensivo y no solo pasivo frente a los ataques de los que somos víctimas por parte de Satanás y sus huestes —.
— No, definitivamente me margino. Creo que hay otras cosas más importantes para tratar, como por ejemplo el ministerio apostólico y profético o quizá la prosperidad económica. No creo oportuno que le demos tanta relevancia al demonio. Discúlpeme, pastor Jiménez, pero estoy en desacuerdo con usted —. Siguió tomando el almuerzo, mirando distraídamente a los transeúntes desde el amplio mirador del restaurante, en el segundo piso donde funciona.
Lamenté el incidente, porque al igual que el amado pastor Ricardo, muchos ministros, obreros y líderes evangélicos, se aíslan cuando les tocan el tema de la Guerra Espiritual y la Liberación.
Inmediatamente recordé el caso de un evangelista que fue interrumpido, en plena campaña, por una mujer endemoniada. El hombre se quedó atónito. Sólo atinó volver la mirada a todos lados sin saber qué hacer. La mujer vociferaba con los ojos fuera de las órbitas.
El impuso lo resolvieron llamando a un ministro de liberación de otra denominación que sí estaba inmerso en la Guerra Espiritual.
Es hora de levantarnos para dar la batalla
Soy un convencido de la urgente necesidad de levantarnos y asumir nuestro papel decisivo y protagónico en la batalla contra el mundo de las tinieblas. Usted se sorprendería al conocer el sinnúmero de correos que recibo desde todos los países con interrogantes sobre cómo librar exitosamente la lucha contra el Adversario espiritual, Satanás, y su bien organizado ejército de maldad.
Considero oportuno retomar las palabras del ministro de liberación Chip Imgran, quien escribe:"No seria apropiado discutir la guerra espiritual sin considerar el asunto de la liberación… Existe tanta confusión, y controversia entre los ministerios de liberación, que algunas personas descartan completamente la idea. Creo que hay ciertas herramientas específicas que el cristiano común y corriente puede utilizar para ser parte de la liberación cuando la opresión demoníaca es evidente.” (Ingram, Chip. La Guerra Invisible. Editorial Mundo Hispano. 2007. Pg. 193)No podemos desestimar el hecho, debidamente documentado si hace un recorrido por los Evangelios, de que aproximadamente un 25% del ministerio del Señor Jesús estuvo relacionado con enfermedades físicas, no solo como consecuencia del deterioro físico sino también, como producto de la influencia demoníaca.
Los primeros cristianos en Egipto dejaron testimoniado su conocimiento sobe la batalla espiritual, cuando a través de uno de sus exponentes, Antonio, se dejó por escrito: “Nosotros, invocando el nombre de Cristo crucificado, echamos fuera a todos los demonios a los que tú temes como a dioses."
No salían huyendo, por el contrario, confrontaban al mundo espiritual de las tinieblas.
Un ministerio de liberación
El ministerio terrenal de nuestro amado Señor Jesús estuvo íntimamente ligado a la liberación de los cautivos por los espíritus: "Al atardecer, cuando ya se ponía el sol, la gente le llevó a Jesús todos los enfermos y endemoniados,de manera que la población entera se estaba congregando a la puerta.Jesús sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades. También expulsó a muchos demonios, pero no los dejaba hablar porque sabían quién era él.” (Marcos 1:32-34, Nueva Versión Internacional)
El pasaje nos ofrece una estrecha relación entre las enfermedades— que pueden obedecer a deterioro físico o posesión o influencia demoníaca— y la liberación de las cadenas que atan a millares de personas en el mundo entero. Además de sanar a quienes padecían algún mal, nuestro amado Salvador rompió las ligaduras de quienes eran esclavos del demonio, y estaban bajo su posesión.
Su desenvolvimiento siempre estuvo relacionado, trayendo las Buenas Nuevas pero a la vez, derribando fortalezas de maldad donde quiera que estuviera, tal como lo relata Marcos: "Así que recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.” (Marcos 1:39, Nueva Versión Internacional)
¿Por qué razón si nuestro amado Redentor confrontó el mundo de las tinieblas, la iglesia hoy se margina de una realidad en la que debe asumir un papel protagónico y no meramente defensivo?
Tenemos autoridad para dar la batalla
Nuestro amado Señor Jesús validó que era menester predicar el Evangelio y también liberar a los cautivos del demonio, librando la batalla espiritual que involucra este compromiso, cuando le otorgó a sus discípulos y a nosotros hoy, autoridad espiritual: "Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño.” (Lucas 10:19, Nueva Versión Internacional)
Es evidente que el Salvador sabía que los seguidores enfrentaríamos una cruenta batalla de orden espiritual, porque Satanás que ha sido Adversario desde siempre, quiere poner tropiezo a los planes de Dios (Cf. Juan 10:10 a, Efesios 6.20).
¿Qué piensa hacer? ¿Pretende seguir allí, pasivo, aguantándose los ataques de Satanás, o salir a dar la batalla, sabiendo que en Cristo tenemos asegurada la victoria, como Él mismo lo dijo?
Mi sincera recomendación es que evalúe la situación y tome conciencia que, bajo ninguna circunstancia, la iglesia cristiana puede marginarse de la batalla contra el mundo de las tinieblas. Es hora de involucrarnos en la Intercesión y Guerra Espiritual, recobrando el espacio que nos ha robado Satanás.
¡Bienvenidos al segundo nivel del Curso de Guerra Espiritual!
Nota Importante: Al concluir el Nivel 2 del Curso de Guerra Espiritual podrá descargar la totalidad del material en formato de libro electrónico (PDF)
Publicado en: Cursos
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