Cristo, vencedor sobre la muerte
TEXTO: Isaías 53:10 Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole á padecimiento. Cuando hubiere puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
El Señor no fue dejado en el sepulcro, el poder del Espíritu Santo le levantó del sepulcro.
EL SEÑOR REALMENTE MURIO (Lucas 23.52, 53; Juan 19.32-35.)
La ley de Dios demandaba que el pecador debería morir, y ser apartado de Dios por toda la eternidad. Por esta razón Dios al dar a su Hijo unigénito, lo quebrantó con padecimientos, hasta la muerte; de esta manera Jesús cumplió con las demandas de la ley.
La muerte del Señor consistió en la separación de su espíritu del cuerpo. De ninguna manera la muerte de Cristo significa que su espíritu dejó de existir, que fue aniquilado; o que Dios murió. La muerte de nuestro Salvador fue la humillación más grande. ¿Cómo Jesús Señor y Dios, estuvo bajo el dominio de la muerte? Nuevamente fue su amor por nosotros lo que llevó al Mesías a sufrir tal humillación.
La Palabra de Dios nos da varias evidencias de la realidad de la muerte del Señor. Lucas nos relata que José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo del Señor para ponerle en un sepulcro. Y dice la Santa Biblia que Pilato correspondió a esta petición; Pilato estaba seguro que Jesús estaba muerto, de lo contrario no hubiera accedido. Por otra parte, Juan nos dice que los soldados quebraron las piernas de los dos hombres que fueron crucificados con el Señor; esto para provocar la muerte por asfixia. Pero no lo hicieron con el Señor porque vieron que estaba muerto. Además los soldados perforaron con una lanza el costado del Señor; al hacer esto, salió sangre y agua, una prueba más de que el Señor estaba muerto.
RESUCITÓ AL TERCER DÍA (Mateo 28.1-6)
Isaías profetizó que el Mesías vería linaje y viviría por largos días. ¿Cómo sería posible esto, si el Mesías sería quebrantado hasta la muerte? Por medio de la resurrección. Isaías ocho siglos atrás habló de la resurrección del Mesías.
La resurrección de Cristo consistió en que su espíritu que estaba en el reino de Dios, descendió, y entró nuevamente en el cuerpo. Pero no sólo esto, sino que el cuerpo del Señor fue transformado en un cuerpo perfecto. Esto tuvo lugar al tercer día de la crucifixión.
Muchas personas vieron al Señor Resucitado. Era el mismo Señor pero con un cuerpo glorificado. Los judíos inventaron que los discípulos robaron el cuerpo del Señor mientras los guardias dormían, para predicar que había resucitado. Si esto fuera cierto; ¿si los soldados estaban dormidos, cómo supieron que fueron los discípulos quienes robaron el cuerpo? Además la piedra que tapaba el sepulcro tendría que ser movida por unos 15 hombres, que al hacer la maniobra, hubieran despertado a los guardias. La resurrección del Mesías es una realidad.
El Señor Resucitó para así terminar la obra de redención. Con su resurrección Jesucristo nos da garantía de que los que Creemos en él, también seremos levantados y transformados para vivir en el reino de Dios totalmente redimidos, con alma y cuerpo. Isaías dijo que el Mesías vería linaje después de su muerte. Sabemos que el Señor no tuvo descendencia en la carne; pero si tiene y tendrá muchos hijos en la fe; tales hijos somos los cristianos que viviremos con él.
LLEVARÁ A CABO LA VOLUNTAD DE DIOS PARA SUS HIJOS (1 Juan 2.1).
Isaías dijo que la voluntad de Dios sería prosperada en la mano del Mesías después de su resurrección. En otras palabras El Vencedor de la muerte, seguirá llevando a cabo la voluntad de Dios para el hombre. No porque el Hijo de Dios venció la muerte se llenó de soberbia, y decidió ya no obedecer al Padre; sino que sigue al servicio de Dios Padre, pues él, el Padre, son una mismo Dios.
No debemos pensar que Jesucristo al Resucitar y volver a la diestra del Padre, ha quedado inactivo. No debemos pensar que como el Señor ya llevó a cabo la obra de Redención, ha ido al cielo descansar. El Señor sigue trabajando, sigue haciendo la voluntad de Dios para el hombre.
Una de las actividades principales del Señor es interceder por nuestras vidas. Interceder porque el Padre perdone nuestras ofensas; interceder para que Dios escuche y conteste nuestras oraciones; interceder para que nos sea otorgado el consuelo y la fortaleza en los días de tentación y prueba. Y qué Intercesor tenemos que siempre somos atendidos por el Todopoderoso.
Conclusión:
Jesucristo es el Mesías vencedor de la muerte. Si el Señor venció la muerte, puede vencer cualquier cosa. Jesucristo puede hacernos vencedores en todas nuestras luchas. Puede ayudarnos a vencer al pecado, la apatía; puede darnos victoria en la predicación, en el uso de nuestros dones, en nuestras empresas. Solamente tenemos que reconocer que nosotros somos incapaces de obtener la victoria; y pedirle al Señor que él nos haga vencedores. Cuando el Señor lo haga, conservemos la humildad, nunca olvidemos que es el Señor el que hace todas las cosas, nosotros simplemente somos sus instrumentos.
Publicado en: Sermones
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