Cuatro propósitos de Dios para su vida
“Con frecuencia, al advertir que en mi vida no ocurre nada extraño, me pregunto, ¿acaso tiene sentido mi existencia? Y, si Dios tiene un propósito para mí, ¿cómo lo descubro? Siguiendo ese orden de ideas, me pregunto, ¿qué hacer ante los ataques de Satanás? Porque no dudo que los problemas que se han desatado alrededor, provienen de él. ¿Qué me puede decir?”
H.A.M. desde Barquisimeto, en Venezuela.
Respuesta:
Nadie que hace su tránsito terrenal antes de partir a la presencia de Dios, bien para condenación eterna si no recibió a Jesucristo como Salvador o para gozar de la vida por siempre, vino sino un propósito específico. Dios tiene un plan para cada uno de nosotros desde antes de la fundación del universo.
La forma de descubrirlo y desarrollarlo en nuestra existencia, es abriéndole el corazón al Supremo Hacedor, permitiéndole que nos utilice como poderosos instrumentos en Sus manos.
1.- El propósito de Dios para nosotros es el crecimiento espiritual.
La madurez en la vida del cristiano es una meta del Padre para el creyente. Él no espera que nos estanquemos, porque caer en ese estado nos expone a permanecer atascados sin ir a ninguna parte o tal vez a experimentar un revés, que sería altamente perjudicial porque podría conducirnos a la perdición eterna.
El tema fue abordado con propiedad por el apóstol Pablo quien escribió: “Antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas las cosas en aquél que es la cabeza, a saber, Cristo.” (Efesios 4:15).
El crecimiento espiritual no es opcional, es imperativo. Es lo que espera Dios de cada uno. Y es posible que se produzca tal avance, siempre y cuando estemos asidos firmemente de la mano del Señor Jesucristo. Es en Cristo y por Cristo que crecemos. Y además, en caso de persistir alguna atadura, tenemos la garantía de que seremos libertados ya que Él dijo: “ Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” (Juan 8:36).
Es importante que usted crezca. Así estará cumpliendo uno de los propósitos del Creador para su vida. No olvide que no hay razón para volver atrás ni para seguir atados por el pecado.
2.- El propósito de Dios para nosotros es que alcancemos también a otros.
Así como no podemos quedarnos en un nivel de estancamiento personal y espiritual, porque no estaríamos honrando el plan de Dios para nosotros, tampoco está bien que permanezcamos impasibles ante la realidad de millares de personas que se pierden cada día sin Cristo Jesús.
Él espera que llevemos a otros para la verdad y para lograrlo, desarrollemos nuestra vida espiritual “Para la perfección de los santos, para la obra del ministerio, y para edificación del cuerpo de Cristo.” (Efesios 4.12).
Ahora, la pregunta apenas natural: ¿Puedo servir a Dios si todavía experimento altibajos y carezco de madurez? Lo ideal es que sirvamos a Dios cuando tomemos conciencia de nuestra condición de cristianos— con todo lo que implica— y hayamos avanzado hacia la madurez cristiana, como recomienda el apóstol Pablo cuando escribe:”Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagemas de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios de error.” (Efesios 4:14).
Quien sirve a Dios, debe hacerlo con excelencia, convencido de que se debe hacer todo apropiadamente, para Su honra y gloria.
Mantenernos gozosos por nuestra Salvación sin preocuparnos de aquellos que no conocen a Cristo Jesús como Su Salvador, es una actitud egoísta; por esa razón es esencial que salgamos de la posición cómoda en la que nos encontremos y asumamos que crecemos espiritual y personalmente para alcanzar a otros.
3.- El propósito de Dios para nosotros es que tengamos definida nuestra identidad.
Si no tomamos conciencia acerca del hecho de que un cristiano debe honra, fidelidad y gloria a Jesús su Salvador, seguiremos con un pie en el mundo y otro en las cosas de Dios.
Usted es diferente de los demás. Fue redimido por la sangre del amado Hijo. Comprado por precio alto. Nos debemos a Él. “Más a todos los que le recibieron, dioles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de cerne, ni de voluntad de varón, más de Dios.” (Juan 1:12, 13. Reina Valera Antigua).
4.- El propósito de Dios para nosotros es que demos la batalla diaria contra Satanás.
Cuando Satanás identifica a alguien que está caminando con el Señor Jesús, pondrá tropiezos en la vida del cristiano. No desea, en absoluto, que crezca espiritualmente, y para lograr su objetivo desplegará toda la fuerza de su maldad. Para enfrentarlo es necesario mantenernos en pie de lucha, librando una batalla enconada contra aquél que busca nuestra destrucción.
El apóstol Pablo recomendó: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” (Efesios 6.11).
Sus estratagemas son muy habilidosas. Pueden enfocarse a pensamientos derrotistas. También que nos asalten ideas de congraciarnos nuevamente con el mundo. Los parámetros de la sociedad— donde prima la incredulidad— es probable que nos atraigan de nuevo.
Por sobre todo esto, es necesario persistir en la batalla. Dios nos concedió la autoridad para ganar en cualesquiera que sean los enfrentamientos y, también, protección para salir airosos de los ataques que genere el enemigo en contra nuestra.
Adelante. En Cristo tenemos la victoria. Vamos a vencer. Nada impedirá que sigamos dando pasos triunfantes porque el Señor Jesús es nuestro poderoso gigante y capitán.
Publicado en: Consejería Familiar
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