Debemos tratar a nuestro cónyuge con amor y consideración
1.- Lectura Bíblica: 1 Pedro 3:7; Efesios 4:31
2.- Meditación familiar:
El día que María se fue de casa, estaba muy dolorida. Aunque pasó varios minutos en el umbral de la puerta mirando con nostalgia el que por años fuera su hogar, reconoció que no podía seguir como hasta ahora, víctima de los malos tratos de su esposo.
Carlos, por supuesto, justificó sus reacciones violentas y palabras agresivas hacia ella, argumentando que era impulsiva. “Mire por ejemplo: Se fue dejándome solo."
Ese día no pudimos avanzar mucho en el diálogo porque él estaba convencido que su comportamiento era apropiado para zanjar las diferencias o tratar con sus estados de inconformidad.
No obstante cuando la soledad le asaltó, semanas más tarde, volvimos a conversar sobre el asunto. Y aun cuando le costó muchísimo trabajo, finalmente decidió buscar a su esposa para pedirle perdón.
"No puedo negar que me costó mucho tragarme mi orgullo; pero bueno, era lo que debía hacer para restaurar mi relación.", explicó.
El apóstol Pedro asumió la tarea de abordar la necesidad de ser amorosos y respetuosos con nuestro cónyuge. Él escribió: "Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.· (1 Pedro 3:7)
Para ser prácticos y contribuir a la edificación de una familia sólida, es importante tener en cuenta que este principio bíblico aplica a los dos. También otra pauta que nos traza las Escrituras, y que comparto con usted:
"Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia.” (Efesios 4:31)
Lo más apropiado si queremos que todo marche bien en la relación conyugal, es habituarnos a revisarnos periódicamente. Primero a solas, luego en pareja. Compartir con nuestro cónyuge nuestras expectativas y escuchar las suyas.
Es cierto, no somos perfectos, pero podemos cambiar. Modificar esas actitudes hacia nuestra relación matrimonial, mejorando cada día, es posible cuando le permitimos a Dios que gobierne nuestra vida y familia. Sólo de esta manera damos pasos sólidos para que en el hogar haya comprensión, amor y edificación mutua permanente.
No podría despedirme sin antes invitarle para que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Cuando lo hacemos, emprendemos el proceso de crecimiento personal, espiritual y familiar que tanto hemos anhelado. ¡Decídase hoy por Jesucristo!
3.- Oración familiar:
"Mi amado Dios y Señor, te damos gracias por este día que nos has regalado. reconocemos como familia que cada día que nos regalas es una nueva oportunidad para revisarnos, para identificar en qué estamos fallando, y para corregir nuestro comportamiento con tu divina ayuda. Gracias por ser el Dios de nuestro hogar. Quédate con nosotros siempre. Amén"
4.- Una Meta familiar para hoy:
Procuraré aplicar la tolerancia en mi relación de pareja. No lo haré en mis fuerzas sino pidiendo ayuda a Dios.
Publicado en: Altar Familiar
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