Decidí declararme en bancarrota porque no tengo un solo peso
“La situación financiera a nivel personal está por el suelo. Cometí errores financieros que me llevaron a la quiebra. Perdí el negocio, hace un mes entregué el auto y ahora no encuentro salida. Incluso enfrento muchos problemas a nivel de pareja. De acuerdo con la ley, mi insolvencia me lleva a declarar la imposibilidad de pagar a todos los acreedores. Sinceramente no se qué hacer.”
W.D.R. desde Caracas, en Venezuela
Respuesta:
El manejo económico es una de las mayores responsabilidades que nos asisten como hijos de Dios. De hecho en varias ocasiones el Señor Jesús insistió en la necesidad de ser fieles en lo poco para recibir— de parte del Señor— el encargo en algo más grande. La crisis económicas que nos llevan al borde de la bancarrota son una manifestación de que, quizá, hicimos algo mal.
El primer paso es reconocer que fallamos y que, como consecuencia de ese error, las consecuencias no debe pagarlas nuestra familia.
Un segundo paso es darnos a la tarea de pagar las deudas. Si usted hoy se encuentra en la insolvencia pero, con el paso de los días y rendido a Dios, las cosas mejoran, lo que debe hacer es ponerse al día con los acreedores, así sea poco a poco. Una buena alternativa es definir un plan de pagos para ir amortizando las acreencias.
El autor cristiano y conferencista internacional, Howard Dayton, escribe: “Los hijos de Dios deben pagar sus cuentas y deudas lo antes posible. Muchas personas atrasan sus pagos para vivir con el dinero de los acreedores el mayor tiempo posible, y esto no es bíblico…” (Howard Dayton. “Su dinero cuenta”. Grupo Nelson. 2012. EE.UU. Pg. 51)
Este principio lo encontramos fundamentado en la enseñanza del rey Salomón cuando escribió: “No dejes de hacer el bien a todo el que lo merece, cuando esté a tu alcance ayudarlos. Si puedes ayudar a tu prójimo hoy, no le digas: «Vuelve mañana y entonces te ayudaré».” (Proverbios 3:27, 28. NTV)
Nuestra naturaleza de cristianos –de hombres y mujeres redimidos por Jesús que emprenden una nueva vida —, nos lleva a ser íntegros y correctos en todo cuanto hacemos. Este fundamento de vida lo reafirmó el rey David: “Los perversos piden prestado y nunca pagan, pero los justos dan con generosidad.” (Salmos 37:21. NTV)
¿Cuál debe ser nuestra actitud? Pagar lo que debemos. Sencillo, práctico, correcto. ¿Debe a alguien? Revise su manejo financiero, pida ayuda a Dios pero apenas comience a mejorar su situación económica, póngase al día con los acreedores.
Otro consejo que no podemos echar en saco roto, es no servir de fiadores de nadie. El asunto lo abordan las Escrituras de la siguiente manera: “Es una insensatez dar garantía por la deuda de otro o ser fiador de un amigo.” (Proverbios 17:18. NTV)
Se estima que entre el 50 y el 75% de quienes sirven de fiadores, terminan emproblemados, es decir, asumiendo la totalidad de las deudas. Lo recomendable, entonces, no asumir ese tipo de compromisos.
Recuerde que la inversión de cada peso debe ser sometida en manos de Dios. Él es quien guía nuestros pasos y nos concede el poder y la sabiduría para hacer inversiones apropiadas, en el momento oportuno.
Ahora, si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Cristo en nuestras vidas nos permite experimentar crecimiento personal, espiritual y familiar. Decídase hoy por Jesucristo.
Publicado en: Consejería Familiar
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