Derribe las barreras que lo separan de sus hijos rebeldes
1.- Lectura Bíblica: Lucas 15:11-32; Proverbios 13:24
2.- Objetivos:
2.1.- Que al término de la reunión del Grupo Familiar los participantes evalúen cómo han manejado la rebeldía de sus hijos.
2.2.- Que al término de la reunión del Grupo Familiar los participantes comprendan la importancia de brindarle a sus hijos la oportunidad de arrepentirse y cambiar.
2.3.- Que al término de la reunión del Grupo Familiar los participantes pidan sabiduría a Dios para manejar los conflictos familiares.
3.- Desarrollo del tema:
Si hay algo que reta la imaginación, capacidades, paciencia y perseverancia, es la crianza de los hijos. Cada día trae algo diferente, quizá una situación imprevista; por ese motivo la vida familiar puede resultar gratificante o al mismo tiempo, motivo de frustración.
Cuando se producen conflictos con los muchachos, lo importante es tener aplomo, dialogar y emprender— junto con ellos— la búsqueda de soluciones. Si nos resulta difícil, lo más aconsejable es acudir a Dios en oración. Si lo hacemos, Él nos concede la sabiduría necesaria.
Si deseamos una buena relación en el esquema padres-hijos, hay tres elementos que deben jugar un papel preponderante: Orar a Dios pidiendo sabiduría, disposición para el diálogo y capacidad de perdonar. Son ingredientes fundamentales para edificar una familia sólida.
3.1.- ¿Cómo tratar con la rebeldía de los hijos?
Con preocupación un atribulado padre me escribió: “No se qué hacer con mi hijo; es rebelde y no quiere sujetarse a la autoridad”. Debí responderle con un principio que le invito a tener en cuenta: “Si su hijo es rebelde, no es el único ni será el último en la historia de la humanidad.”
La rebeldía está ligada a las etapas de crecimiento, si bien no en todos los casos, sí en su gran mayoría.
El rey Salomó abordó acertadamente el tema cuando escribió: "La necedad está ligada al corazón del niño; la vara de la disciplina la alejará de él.” (Proverbios 22:15. La Biblia de Las Américas)
Cuando estamos al frente de la familia nos inquietan las actitudes de rebeldía. El secreto radica en saber atender esas manifestaciones propias de adolescentes y jóvenes.
Un caso que arroja ilustraciones importantes, es la del hijo pródigo. Le invito a considerarlo hoy no desde la perspectiva del muchacho sino de acuerdo con la mirada del padre. El evangelista Lucas relata una parábola de Jesús: “Para ilustrar mejor esa enseñanza, Jesús les contó la siguiente historia: «Un hombre tenía dos hijos. El hijo menor le dijo al padre: “Quiero la parte de mi herencia ahora, antes de que mueras”. Entonces el padre accedió a dividir sus bienes entre sus dos hijos. Pocos días después, el hijo menor empacó sus pertenencias y se mudó a una tierra distante, donde derrochó todo su dinero en una vida desenfrenada. Al mismo tiempo que se le acabó el dinero, hubo una gran hambruna en todo el país, y él comenzó a morirse de hambre. Convenció a un agricultor local de que lo contratara, y el hombre lo envió al campo para que diera de comer a sus cerdos. El joven llegó a tener tanta hambre que hasta las algarrobas con las que alimentaba a los cerdos le parecían buenas para comer, pero nadie le dio nada.” (Lucas 15:11-16. NTV)
Evalúe con detenimiento varios aspectos. El primero, que no todos los hijos son iguales, ni en su forma de pensar ni tampoco de actuar. El segundo, que la actitud de rebeldía les lleva a rechazar la sujeción a los padres y a la autoridad. El tercero, que reñir con ellos cuando asumen un comportamiento rebelde sólo agravará la situación, y en cuarto lugar, que a lo largo de esos períodos cada uno enfrenta las consecuencias y es, a partir de los errores, como muchos de ellos aprenden nuevas lecciones.
A los hijos se le marcan unas pautas, se les definen reglas para estar en casa, pero cuando se rebelan, es necesario entrar a dialogar antes de aplicar castigos. El diálogo puede ser mucho más eficaz que la disciplina ligada al autoritarismo.La sicólogo colombiana, Lucía Nader, aconseja asumir una actitud particular de los padres en su relación con los chicos y chicas que están bajo su tutoría: “Los padres no deben juzgar a sus hijos, compararlos, descalificarlos, hacer cosas que vayan en contra de su dignidad. En las familias multiproblemáticas el problema se vuelve una torre de Babel. Una queja, por sencilla que sea, se convierte en un problema más grande. No se angustie si siente que en su familia hay muchos conflictos, mejor preocúpese si no tiene conciencia de sus conflictos. Busque salir de ellos.” (Lucía Nader citada en el artículo: “¿Familia problema?”. Diario El País. 23/08/2015. Edición Impresa. Colombia. Pg. C-4)Cuando hay rebeldía en los hijos, el primer paso es el diálogo; el segundo, clarificar con ellos qué es lo que no hacen bien, y en tercer lugar, aplicar correctivos.
El padre del hijo pródigo no era permisivo. Simplemente tenía delante un muchacho sumido en la rebeldía que quiso emprender la vida a su modo. Por supuesto, la experiencia le hizo reconocer su error.
Muchos padres coinciden en asegurar que tras una situación traumática, los hijos asumieron un cambio de actitud. Todo cambió porque, con base en los choques, entendieron su error.
Las Escrituras no desestiman la disciplina, pero también llaman a obrar con sabiduría: "El que escatima la vara odia a su hijo, mas el que lo ama lo disciplina con diligencia.” (Proverbios 13:24. La Biblia de Las Américas)
Disciplinar pero con equilibrio, he ahí el secreto. ¿Hijos rebeldes? Siempre los ha habido. El asunto está— recuérdelo siempre— en saber afrontar el problema buscando soluciones con ayuda de Dios. La familia es fundamental, y una gran responsabilidad que nos asiste es procurar la unidad y el entendimiento. Hoy es el día apropiado para revisar cómo ha sido hasta ahora la relación con los hijos, y en su condición de padre, qué cambios debe imprimir a su forma de actuar.
3.2.- Dele oportunidad a sus hijos para arrepentirse de sus errores
Infinidad de padres guardan resentimiento hacia sus hijos. Algún error que cometieron, los lleva a mantener distanciamiento hacia ellos, prejuicios y prevenciones. Pensar y actuar así no hace otra cosa que levantar enormes barreras que tornan conflictivas las relaciones interpersonales.
¿Errores? Todos los hemos cometido. También nuestros hijos. Usted y yo atravesamos por la misma situación, aunque en circunstancias diferentes. Creímos que el mundo sería mejor si se aplicaba nuestra forma de concebir la autoridad. Incluso, lo más probable es que fuimos rebeldes. Pero, ¿acaso no tienen derecho los hijos de arrepentirse?
Le invito a retomar una historia maravillosa: la del hijo pródigo. El chico se rebeldizó contra su padre, pero cuando enfrentó las consecuencias de su error, entró en razón y se arrepintió.
El evangelista Lucas describe que tras dilapidar la herencia de su padre y estar sumido en condiciones lamentables, decidió volver a casa: “Cuando finalmente entró en razón, se dijo a sí mismo: “En casa, hasta los jornaleros tienen comida de sobra, ¡y aquí estoy yo, muriéndome de hambre! Volveré a la casa de mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de que me llamen tu hijo. Te ruego que me contrates como jornalero.” (Lucas 15:17-19. La Biblia de Las Américas)
Una reconocida predicadora refirió de qué manera, a pesar de criar bajo los principios de la Palabra de Dios a sus hijos, enfrentó la rebeldía de la mayor. Se volvió hippie y se fue de casa. Andaba inmersa en la promiscuidad con su novio, e incluso, en dos ocasiones estuvo presa. Hablar con ella era imposible. Siempre terminaban riñendo.
“Un día decidí orar por mi hija. Y lo hice por varios meses, diría, años. Y cuando menos lo esperaba, llamó a casa un domingo en la tarde, y nos anunció que regresaba. Deseaba vivir con nosotros y continuar sus estudios”, relató la mujer. Dios obró y como padres, ella y su esposo, estuvieron dispuestos a perdonarla y brindarle una nueva oportunidad.
La Biblia señala que el padre estuvo dispuesto no sólo a perdonar al hijo pródigo, sino también, a recibirlo en casa:
“Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de que me llamen tu hijo”. Sin embargo, su padre dijo a los sirvientes: “Rápido, traigan la mejor túnica que haya en la casa y vístanlo. Consigan un anillo para su dedo y sandalias para sus pies. 23Maten el ternero que hemos engordado. Tenemos que celebrar con un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ahora ha vuelto a la vida; estaba perdido y ahora ha sido encontrado”. Entonces comenzó la fiesta.” (Lucas 15:20-24. La Biblia de Las Américas)
Un padre con un corazón perdonador— como lo tiene Dios para con nosotros— constituye un motor esencial en la construcción de una familia sólida. Además, si nosotros fuimos rebeldes otrora, ¿por qué razón no entender y perdonar a nuestros hijos?Según la sicólogo colombiana, Lucía Nader: “Vivimos en una sociedad con una crisis de valores muy compleja, que se hace más difícil cuando los padres están muy distantes en la crianza de sus hijos. Hay que tomar conciencia de si se tiene una familia nutridora o conflictiva, multiproblemática o disfuncional, como se llama hoy en día. En la familia se forma algo muy importante que garantiza la función mental y la introspección de las normas, que es el vínculo.” (Lucía Nader citada en el artículo: “¿Familia problema?”. Diario El País. 23/08/2015. Edición Impresa. Colombia. Pg. C-4)Dios nos orienta sobre cómo llevar una vida intrafamiliar gratificante. Eso incluye, por supuesto, tener la capacidad y sabiduría suficientes para afrontar los conflictos y encontrar soluciones. Luchar en nuestras fuerzas por resolver los problemas, no traerá más que desasosiego y frustración. El panorama cambia cuando incluimos al Señor y le concedemos el primer lugar.
Ahora, si se le dificulta perdonar a sus hijos y darles una nueva oportunidad, pida al Padre que trate su corazón, sane heridas y le permita olvidar el daño que pudo haber sufrido como consecuencia de la rebeldía de ellos. ¡Nunca es tarde para comenzar una nueva vida familia!
3.3.- Manejar los conflictos entre los hijos demanda sabiduría
Por casualidad, ¿ha visto hermanos enfrentados, justo porque sus padres tenían preferencias? Es una situación muy común. Es natural que podamos sentir alguna inclinación hacia alguno de nuestros hijos, pero debemos tener la sabiduría.
Ahora, si entre ellos surgen conflictos, como padres debemos hacer acopio de sabiduría y orar a Dios para enfrentar las situaciones y encontrar las soluciones adecuadas.
Aplicar castigos agrava la situación. Lo primero que debemos hacer es obrar con serenidad, lo segundo es buscar el diálogo y en tercer lugar, encontrar un punto de equilibrio.Los castigos para dirimir dificultades en el hogar no constituyen la solución. Al respecto la sicólogo colombiana Lucía Nader, dice: “Los padres suelen decir: “A mí me dieron correa de niño y no me traumaticé”. Sí se traumatizó; que no lo reconozca es otra cosa. La correa te pone en un estado de indefensión. Los niños tienen que aprender a ganar. Un padre debe aceptar: ‘Excusa, hijo, me equivoqué’, porque, de lo contrario, va a tener hijos perdedores que cuando el papá dice: ‘Esto es así porque yo soy su papá’, el hijo calla para evitar un problema. Algo propio de las familias conflictivas, de las que resultan jóvenes sin criterio con sus jefes o in con sus parejas, es que para no crear conflicto se someten al otro”. (Lucía Nader citada en el artículo: “¿Familia problema?”. Diario El País. 23/08/2015. Edición Impresa. Colombia. Pg. C-4)Un padre o una madre preocupados realmente por edificar una familia sólida, buscan soluciones y no agravan las cosas.
Relata la Biblia que cuando el hijo pródigo regresó a casa, su hermano mayor se enojó muchísimo: “Mientras tanto, el hijo mayor estaba trabajando en el campo. Cuando regresó, oyó el sonido de música y baile en la casa, y preguntó a uno de los sirvientes qué pasaba. “Tu hermano ha vuelto — le dijo— , y tu padre mató el ternero engordado. Celebramos porque llegó a salvo”. El hermano mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió y le suplicó que entrara… Su padre le dijo: “Mira, querido hijo, tú siempre has estado a mi lado y todo lo que tengo es tuyo. Teníamos que celebrar este día feliz. ¡Pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida! ¡Estaba perdido y ahora ha sido encontrado!”».” (Lucas 15:25-32. La Biblia de Las Américas)
Lea cuantas veces sea necesario el texto y observe con detenimiento de qué manera actúa un padre sabio, un hombre cristiano que aprende— de la mano de Dios— a manejar los conflictos de la familia.
No es riñendo con los hijos o aplicándoles duros castigos como les llevamos a entrar en razón. Es con sabiduría, que proviene de Dios cuando oramos. Él sabe cómo guiarnos a encontrar soluciones. No es en nuestras fuerzas.
Insisto que siempre hay oportunidad para cambiar con nuestra familia e imprimir cambios en la relación con los hijos, perdonarles y darles una nueva oportunidad cuando hemos fallado. Decídase hoy.
Ah, y si no ha recibido a Jesús como Señor, es hora de que lo haga. Tomado de la mano de nuestro amado Redentor, alcanzará el crecimiento personal, espiritual y familiar que siempre ha anhelado. Decídase hoy por Cristo… No se arrepentirá…
4.- Preguntas para la discusión en el Grupo Familiar:
a.- ¿Qué nos enseña el pasaje de Lucas 15:11-16 respecto a la rebeldía de los hijos? ¿Cuál debe ser nuestra actitud?
b.- ¿Qué dice la Biblia en cuanto a la disciplina de los hijos (Proverbios 13:24)? ¿Por qué razón debemos obrar con sabiduría al corregirlos?
c.- ¿Cómo asume usted la relación de familia?
d.- ¿De qué manera aborda conflictos en la relación con los hijos? ¿Obra con sabiduría o se deja arrastrar por la ira?
e.- ¿De qué manera los errores hacen entrar en razón a nuestros hijos (Lucas 15:17-19)?
f.- Cuando nuestros hijos han cometido errores, ¿qué papel juega el perdón en la relación con ellos (Lucas 15:20-24)?
g.- ¿Qué beneficios trae a su vida familiar un corazón comprensivo y perdonador?
5.- Oración al terminar el Grupo Familiar :
“Mi amado Dios, reconocemos que si hay algo que necesitamos, es la sabiduría para saber dialogar con nuestros hijos respecto a los errores que cometen y los cambios que deben asumir en su vida. Concédenos la capacidad de controlar la ira, molestia y reacciones hirientes, para no dañar a nuestra familia. Sometemos este día en tus manos, en el convencimiento de que nos darás la victoria a nivel familia.”
Publicado en: Grupos Familiares
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