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Dios es la fuente de amor para una familia sólida


(Taller de Parejas)

Dios es la fuente de amor para una familia sólida (Taller de Parejas)

1.- Base Bíblica: 1 Juan 4:8, 16; 1 Corintios 13:13; Efesios 6:4; Proverbios 22:6

2.- Objetivos:

2.1.- Que al término del Taller de Parejas, los participantes comprendan la necesidad de aprender a recibir y dar amor.

2.2.- Que al término del Taller de Parejas, los participantes comprendan que Dios nos ayuda a transformar nuestros patrones de comportamiento como consecuencia de la falta de amor.

2.3.- Que al término del Taller de Parejas, los participantes comprendan la importancia de formar a nuestros hijos en amor.

I.- Dios es la fuente de amor para nuestra vida

El amor debe comenzar en el hogar. Es allí, en casa, donde recibimos amor y aprendemos a amar. Los padres tenemos sobre nuestros hombros la enorme responsabilidad de enseñar a nuestros hijos de qué manera recibir y dar amor.

Muchas personas que son duras de corazón, insensibles, lo más probables es que hayan aprendido esas actitudes en su propia familia en la cual el demostrar amor era considerado como un signo de debilidad. Eso les llevó, de manera inconsciente, a bloquear su capacidad para amar.

Si durante la niñez y adolescencia experimentamos falta de amor, lo que sin duda afecta hoy la relación de pareja y con nuestros propios hijos, es fundamental que en oración pidamos a Dios que ministre sanidad en nuestro mundo interior.

Actividades para los participantes.- Le invitamos para que, guiados por el facilitador del Taller de Parejas, responda junto con su cónyuge a los siguientes interrogantes:

a.- En su niñez y adolescencia, ¿recibió alguna demostración de amor por parte de sus padres o eran escazas tales manifestaciones?

b.- ¿Cómo cree que afecta la falta de amor en sus relaciones interpersonales?

c.- ¿Cómo cree que afecta la falta de amor su relación de pareja y con los hijos?

d.- Lean lo que enseña 1 Juan 4:8. ¿Quién es la fuente del amor?

II.- Podremos permanecer en Dios si el amor mora en nosotros

Cuando surgen las crisis en la relación matrimonial, conflictos de pareja que permitimos que prosperen y se profundicen, es evidente que algo pasa con la forma como percibimos el amor y la manera como lo expresamos.

El apóstol Juan escribió: “Nosotros sabemos cuánto nos ama Dios y hemos puesto nuestra confianza en su amor. Dios es amor, y todos los que viven en amor viven en Dios y Dios vive en ellos… ” (1 Juan 4:16. Nueva Traducción Viviente)

En las Escrituras aprendemos dos principios fundamentales: El primero, que Dios es amor, y por tanto la fuente de amor para su vida y su familia es Dios mismo; el segundo, que la forma eficaz de permanecer en Dios es guardando el amor.

Actividades para los participantes.- Le invitamos para que junto con su cónyuge lean el texto de 1 Juan 4:16.

a.- ¿Qué significa para cada uno de nosotros que “Dios es amor”?

b.- ¿Cuál es la forma de permanecer en Dios, de acuerdo con la enseñanza del apóstol Pablo?

c.- ¿Cómo aplica este principio a su relación de parejas?

d.- Le invitamos a leer junto con su cónyuge la siguiente apreciación del autor y conferencista, Gary Chapman: “Su lenguaje emocional amoroso y el lenguaje de su cónyuge pueden ser tan diferentes como el chino del español. No importa cuánto se empeñe en expresarle el amor en español, si su cónyuge entiende solamente chico, nunca entenderán como amarse el uno al otro… Debemos aprender el lenguaje amoroso principal de nuestro cónyuge si queremos ser efectivos comunicadores de amor.” (Gary Chapman. “Los cinco lenguajes del amor”. Editorial Unilit. 1992. EE.UU. Pg. 9)

d.1.- ¿Cómo le expresa amor a su cónyuge?

d.2.- ¿Está seguro de que su pareja sabe percibir tales demostraciones de amor?

d.3.- ¿Qué cambios debe aplicar a la forma como le demuestra amor a su pareja?

Principios para tener en cuenta:

- Generalmente y pasados dos años después de haber contraído matrimonio, el amor de pareja pareciera ir desdibujándose en la relación, pero no necesariamente siempre debe ser así.

- El deseo de amar y ser amados –lo que aplica por supuesto a la relación de pareja y con los hijos— está profundamente arraigado en nuestra estructura sicológica

- Mantener vivo el amor en la relación matrimonial es muy importante y constituye una de las principales responsabilidades que nos asisten.

- Si queremos ser eficaces en la tarea de transmitir el amor a nuestro cónyuge, debemos ocuparnos de cómo percibe él o ella que se trata de expresiones de amor (una caricia, palabras amorosas, demostración de ternura, gestos de aprobación, comprensión etc.)

III.- Debemos sembrar semillas de amor en la familia

Nuestra mayor obligación familiar, además de amarnos y perdonarnos, es amar a nuestro cónyuge y a nuestros hijos. Si sembramos en ellos semillas de amor (perdonando, dando amor, siendo tolerantes, comprensivos y brindando ayuda), creamos el ambiente propicio para que Dios se mueva con poder en nuestro hogar.

El apóstol Pablo en su carta a los creyentes de Corintio, escribió: Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor.” (1 Corintios 13:13. Nueva Traducción Viviente)

Comenzamos sembrando semillas de amor, partiendo de la relación con nuestros hijos:

- Durante la infancia cada niño desarrolla patrones emocionales únicos.

- Es en la niñez en donde se afianza la seguridad o la baja autoestima.

- En la más tierna infancia se deben sembrar principios y valores que perduren en la vida de nuestros hijos (Efesios 6:4; Proverbios 22:6)

- Cuando los niños reciben amor por parte de sus padres, desarrollan la capacidad de ser amados y dar amor. Ese patrón de comportamiento lo reflejarán en su propio hogar y con sus hijos.

- El hecho de que no hayamos recibido amor en la niñez no significa que no podamos cambiar esos patrones de comportamiento ahora como adultos.

- Una clave fundamental para edificar una familia sólida es aprender a dar y recibir amor.

Actividades para los participantes.- Lean y despejen, en pareja, los siguientes interrogantes:

a.- ¿Qué nos enseña el apóstol Pablo en 1 Corintios 13:13?

b.- ¿Qué valor le da Dios al amor que expresamos a nuestro cónyuge y nuestros hijos?

c.- ¿Por qué es importante la formación que impartimos a nuestros hijos?

d.- ¿Qué debemos impartir a nuestros hijos desde la más tierna infancia (Efesios 6:4; Proverbios 22:6)?

Conclusión:

Si anhelamos edificar familias sólidas, es esencial que compartamos amor. En primer lugar, evaluar cómo recibimos amor, y en segundo, reevaluar la forma como damos amor. Recibir y dar amor es el centro de todo en la relación matrimonial y en la formación con los hijos. Es un proceso que resulta fácil cuando Dios reina en nuestra familia. Él nos asegura vivir el proceso día a día. No es algo que se logra de la noche a la mañana, sino en el día a día. Hoy es el tiempo oportuno para comenzar a fortalecer nuestra relación familiar.

Publicado en: Sermones


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