¿Divorcio? Decídase a reconsiderar la decisión
1. Lectura Bíblica: Malaquías 2:16
2. Meditación familiar:
Carlos y Doris estaban sentados ante el Juez de Familia. Justo esa mañana cuando el sol despertó con más fuerza y alegría que nunca sobre la ciudad, estaban firmando los papeles del divorcio. “Llegué tarde porque tuve que llevar los niños al colegio”, se excusó ella.
Un silencio abrumador invadió la pequeña oficina. Carlos recordó en ese fugaz instante todos los momentos buenos junto a su esposa. Curiosamente no recordó los argumentos que había esgrimido para el divorcio.
Consultó el reloj, más por costumbre que por incomodidad debido a la tardanza. Luego miró al Juez y tomó la decisión que luego diría, fue la mejor. “No puedo hacerlo. No firmaré…”. Su abogado lo miró atónito pero al caer en cuenta de lo que ocurría, simplemente acordó ultimar detalles para dejar sin piso cualquier trámite… No se iban a divorciar…
¿Razones para separarse de su pareja? Puede que las hayan: incompatibilidad de caracteres, descuido del amor mutuo, pérdida del afecto… podríamos hacer una lista muy larga.
Sean cuales fueren los argumentos, está claro que el divorcio no es la solución porque jamás ha estado en el plan de Dios, como enseña el libro de la familia que es la Biblia: “Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que el aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.” (Malaquías 2:16)
El sicólogo Ramón Torres plantea que:
“Amar no es fácil, por supuesto, porque siempre hay muchos tropiezos y dificultades que se derivan del egoísmo, de la falta de preparación para vivir en pareja, la diferencia de temperamentos, el simple hecho de ser distantes como hombre y mujer, o se complica cuando uno de los dos no sabe cómo amar o, simplemente, no quiere hacerlo, es decir rendir sus sentimientos.” (Ramón Torres. Artículo: “La anatomía del flechazo que termina en amor”. Diario El Nuevo Siglo. Colombia. Feb. 13/2014. Pg. 7C).
Si no reconocemos que esos altibajos se producirán, es probable que demos lugar a la desintegración de una relación que comienza de una forma graduar e inadvertida. Recuerde siempre que el divorcio no es solamente cuestión de estadísticas sino que involucra personas y sueños. Es más real de lo que podamos imaginar.
A partir de estas sencillas reflexiones es necesario hacer un alto en el camino y preguntarnos: ¿Cómo anda nuestro matrimonio? ¿Está enfrentando la relación algún tipo de agrietamiento que se puede profundizar si no ponemos freno a tiempo?
El especialista en familia, Gary Rosberg, escribe:
“A menos que el amor de pareja se mantenga fresco, y se nutra, se desvanecerá como una vieja fotografía. El matrimonio es y debe ser una relación dinámica de amor entre un hombre y una mujer, y a cada instante esa relación se torna más profunda, o por el contrario, se estanca y decae. Y todos los matrimonios deteriorados señalan al menos un camino oscuro y solitario que puede terminar en el divorcio.” (Gary y barbara Rosberg. “Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004. Pg. 18)
Este breve planteamiento debe llevarnos a ser cuidados al evaluar cómo anda nuestra relación de pareja. Si estamos tan ciegos que no vemos fisuras o erosión en la forma como nos relacionamos, es necesario que pidamos a Dios que nos oriente y revele cómo andan las cosas.
Reflexione: La separación no es el camino. Jamás lo será. Lo que sí es el sendero apropiado es velar por nuestra relación de pareja. Evaluar en qué estamos fallando y qué podemos mejorar. Le aseguro que no se arrepentirá porque en Dios siempre encontramos las fuerzas para volver a empezar, para aprovechar la segunda oportunidad.
Y hablando de Dios, ¿acaso no mora Cristo en su corazón? Hoy es el día para que decida reemprender su vida, con plenitud y realización junto a su familia. No se arrepentirá porque de la mano del Señor Jesús emprendemos el maravilloso camino hacia el crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado. Decídase hoy mismo…
3. Oración familiar:
“Amado Señor y Padre celestial, reconocemos como familia que tal vez en medio de las dificultades que son inevitables en todo matrimonio, alguna vez mencionamos la palabra divorcio. Reconocemos que es necedad nuestra porque la separación de la pareja jamás ha estado en tus planes. Tu mi amado Dios amas la familia, y amas el hogar en que estamos. Te pedimos la sabiduría necesaria para encontrar salidas cuando haya diferencias, y que no permitas que nuestro amor de pareja y hacia los hijos se enfríe. Amén”
4. Una Meta familiar para hoy:
Desecharé de mi mente y de mi vocabulario el término “divorcio” que quizá haya utilizado al discutir con mi pareja, porque no es el plan de Dios para nosotros
Publicado en: Altar Familiar
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Un consejo oportuno con fundamento en la Biblia.