Ejerza poder y autoridad contra el mundo de las tinieblas
Hace pocos días escuché el testimonio de una reconocida cristiana, por mucho tiempo inmersa en la brujería, acerca de qué le llevó a renunciar a esas prácticas y volver su mirada al Señor Jesús. “Descubrí que si Satanás le tenía ese respeto a Jesús, era porque el poder de Él era mayor”, relata.
Desde muy niña fue involucrada en la brujería, prácticas en las que alcanzó uno de los grados más altos. Cierta noche, en medio de una ceremonia, le pidió a Satanás que atacara a cierta familia. “Me lo han pedido y deseo atender el requerimiento de mis clientes”, explicó.
Cuenta que, aun cuando el diablo le había otorgado todo lo que pidiera, con el ánimo de asegurar su continuidad en la brujería, esa vez se negó. “Son cristianos y con ellos no me meto; no tengo poder contra ellos”, argumentó Satanás.
Esas pocas palabras que hicieron conocer que había un poder superior. Y lo procuro en aquél a quien las huestes del mal le tenían temor. Ese fue su paso para descubrir a Jesucristo y la entrada para recibirle como Señor y Salvador.
¿Por qué no pudo atacar Satanás y su reino a una familia en particular? Porque eran un hogar de oración y se movían en el poder y la autoridad de Dios en sus vidas.
Es necesario ejercer el poder y la autoridad espiritual
Los cristianos no podemos desconocer que las batallas contra el mundo de las tinieblas a veces quieren llevarnos al desánimo o quizá a un estado de agotamiento que trae como consecuencia, dejar espacios –sin proponérnoslo, claro está— que le permiten a Satanás y a sus huestes, sacar ventaja.
El domingo último hable con una guerrera de oración, consagrada a Dios, quien manifestó su decisión de no seguir congregándose. “Estoy cansada. Incluso, pienso ir a otra iglesia. Siento que no encuentro libertad para ministrar. No sé qué hacer”, me dijo. Un diálogo abierto, sincero, personal.
La animé a seguir adelante, a no renunciar ahora justo cuanto la batalla es más intensa. Quizá usted está atravesando por la misma situación. ¡No se rinda, no ahora! Jesucristo le asegura la victoria.
¿Qué hacer? Ejercer el poder y autoridad que Cristo nuestro amado Señor le entregó (Cf. Lucas 10: 18, 19) Una escena del evangelio de Marcos ilustra la importancia de estos dos fundamentos:
“Al día siguiente, Jesús y sus discípulos salieron de Betania. En el camino, Jesús tuvo hambre. A lo lejos vio una higuera que tenía hojas pero, cuando se acercó, no encontró ningún higo para comer. El árbol sólo tenía hojas, porque todavía no era época de higos. 14 Entonces Jesús le dijo al árbol: «¡Que nadie vuelva a comer de tus higos!» Y sus discípulos lo oyeron.” (Marcos 1:12, 13. Traducción en Lenguaje Actual)
No eran meras palabras. Las de Jesús— y las de nosotros hoy— son palabras de autoridad, de poder. Es necesario ser conscientes de esa realidad. Si nos movemos en Dios, bajo Su poder, nada podrá detenernos, como enseña la autora cristiana y conferencista internacional, Kimberly Daniels:“Los guerreros de oración deben entender que es necesario estar en Dios para hacer guerra espiritual… Si está embarcado en la guerra espiritual fuera de Él, ¡Tratemos ahora ese asunto! Si usted está en Él, le profetizo que el Espíritu del Señor está tratando con usted ahora…” (Kimberly Daniels. “¡Devuélvelo!”. Editorial Casa Creación. EE.UU. 2007. Pg. 69)Poder y autoridad de Cristo en nuestras vidas. Algo fundamental. No obstante, ese mover sobrenatural en nuestra existencia— cuando dependemos de Él — , debe llevarnos a ser cuidadosos con lo que decimos, recordando siempre que a través de las palabras edificamos o destruimos a otras personas.
Un poder sobrenatural en nuestras vidas
Cuando nos movemos en Dios, bajo Su autoridad, un poder sobrenatural opera en nuestra existencia y nos asegura la victoria sobre el reino de las tinieblas. Satanás mismo reconoce nuestra autoridad y son él y todas sus huestes quienes salen huyendo (Cf. Santiago 4:7)
Pasadas algunas horas desde que Jesús maldijera la higuera, un hechos sorprendió a todos: “A la mañana siguiente, Jesús y sus discípulos pasaron junto a la higuera, y vieron que se había secado hasta la raíz. Pedro recordó lo que había pasado el día anterior, y le dijo a Jesús: — Maestro, ¡mira! El árbol que maldijiste está seco. Jesús les dijo: — Confíen en Dios. ” (Marcos 11: 20-22, Traducción en Lenguaje Actual)
Para nuestro amado Salvador e hecho no fue sorprendente. Él sabía que iba a ocurrir. Declaró palabras con poder y autoridad, sabiendo que si confiamos en Dios, Él responderá a nuestra fe (Cf. Marcos 11:23, 24)
Permítame ilustrarlo. En cierta ocasión una apesadumbrada madre trajo a su hija adolescente para que orara por ella. “Es rebelde y actúa de forma extraña”, explicó. La chica reconoció haber participado en actividades ocultistas. “No quería venir porque he visto liberaciones de endemoniados, y se revuelcan, gritan y eso es aterrador”, dijo.
Consciente del temor que le asistía a ella, pero más de la autoridad y el poder que nos asiste a los guerreros espirituales— como usted y como yo — , le anuncié que toda entidad espiritual de maldad saldría por bostezo, estornudo o tos y que ella no experimentaría ninguna manifestación aterradora. Lo dije porque confiaba en el respaldo del Señor. ¡Y Él me respaldó! Tal cual la presencia espiritual de maldad salió de la adolescente.
Es algo que usted y yo podemos experimentar cuando nos movemos en la autoridad de Cristo. El poder de Él nos respalda.
Quizá es la primera vez que lee sobre estos temas. Desconoce el poder de Jesucristo, poder que liberta y transforma. ¿Desearía recibirlo hoy? Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Él traerá cambio y crecimiento personal y espiritual a su existencia. Hágalo mediante una sencilla oración. Reconózcalo como Su Señor y Salvador.
Publicado en: Guerra Espiritual
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