Ejerza un liderazgo transformador en su familia
1. Lectura Bíblica: Génesis 1: 26-31
2. Meditación familiar:
Cuando Jair le dijo a su esposa que le ayuda a llevar a cancelar unas facturas en el centro comercial más cercano, ella levantó los hombros en actitud de que no le importaba, y ante la insistencia de él, le dijo: “Ese es tu problema”.
Jair me escribió. “No se qué hacer. En casa nadie me hace caso, ni la mascota, porque cuando llego cansado del trabajo, me late en vez de menear la cola”, dijo. Sin duda, su caso que no es excepcional, refleja una realidad: Los esposos estamos perdiendo el liderazgo porque hemos marginado a Dios de nuestras vidas.
El progresivo deterioro que presentan muchas relaciones de pareja, está asociado a dos elementos esenciales: de un lado el que se hayan desdibujado los roles de los componentes de la pareja— la mujer termina llevando la pesada carga de todo el hogar y el esposo no pasa tiempo con su familia — , y de otro, que la familia sea mirada como una carga y no como una bendición , tal como lo describe la Biblia en el Salmos 127.
Este drama que termina en muchos casos con el desvertebramiento en la relación matrimonial, afectando directamente a los hijos, lleva a una reflexión acerca de cuál fue el momento en el que perdimos la autoridad.
El autor Myles Munroe, lo explica en los siguientes términos:
“Dios desea que todo hombre encuentre su propósito y su completa realización. Si un hombre quiere saber quién es, a fin de poder vivir completamente en esa realidad primeramente, él debe entender los principios de Dios con relación al propósito. Él tiene que aprender estos fundamentos para la vida, basado en la Palabra de Dios. De otra manera, él va a caer en la confusión, donde quizá muchos nos encontramos en ese momento.” (Myles Munroe. “Entendiendo el propósito y el poder de los hombres”. Whitaker House. EE.UU. 2013. Pg. 35, 51)
La respuesta, como en todos los casos, la encontramos en la Biblia. El primer elemento que aprendemos es que la crisis a nivel personal y familiar, tiene origen en nuestro distanciamiento de Dios, marginarlo a Él de todas las áreas de nuestra existencia y de nuestro desenvolvimiento.
Marginar a Dios de nuestras vidas llevó a la pérdida de gobierno. Con el paso del tiempo se deteriora la influencia que ejercemos en nuestro cónyuge y nuestros hijos.
El libro de la familia que es la Biblia, nos enseña: “Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animales salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo». Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó.” (Génesis 1:26, 27. NTV) Es necesario recordar que, en nuestra condición de género humano, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Esa condición permitía desarrollar intimidad con Dios y de paso, ejercer el gobierno que Dios delegara en Adán y que, por línea generacional, nos corresponde a nosotros.
Lo que vemos hoy es que se ha perdido gobierno incluso en los hogares. Y ese desgobierno lleva a la pérdida de respeto por parte del cónyuge y de los hijos.
Ahora, miremos otro aspecto: Marginar a Dios de nuestras vidas nos llevó a perder la capacidad de fructificar. Cuando vamos al escenario de la creación, encontramos:
“Luego Dios los bendijo con las siguientes palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella. Reinen sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que corren por el suelo». Entonces Dios dijo: «¡Miren! Les he dado todas las plantas con semilla que hay sobre la tierra y todos los árboles frutales para que les sirvan de alimento. Y he dado toda planta verde como alimento para todos los animales salvajes, para las aves del cielo y para los animales pequeños que corren por el suelo, es decir, para todo lo que tiene vida»; y eso fue lo que sucedió. Entonces Dios miró todo lo que había hecho, ¡y vio que era muy bueno!” (Génesis 1:28-31. NTV)
Es importante insistir en que el plan original de Dios para el hombre era que fuera fructífero y se multiplicara. Que ejerciera dominio sobre la creación, y en esa dirección, creó el escenario perfecto para que el hombre desarrollara sus potencialidades.
A nivel familiar se evidencia esa pérdida de capacidad de fructificación hasta tal punto que se llega a vivir un estado de estancamiento, en la relación con la pareja y en la relación con los hijos. Es aquí donde cabe recordar lo que enseña el autor y conferencista, Myles Munroe:
“El hombre es la clave para construir infraestructuras sociales fuertes y duraderas, familias estables, sociedades sanas y naciones seguras.” (Myles Munroe. “Entendiendo el propósito y el poder de los hombres”. Whitaker House. EE.UU. 2013. Pg. 15)
No podemos perder de vista que es tiempo de recobrar el liderazgo en el hogar, pero que ese proceso debe ir acompañado por la guianza de Dios para no incurrir en nuevos errores como los cometidos hasta hoy. En ese proceso juega papel importante que le permitamos a Dios tomar el control de su hogar. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Y si no ha recibido a Cristo Jesús, hoy es el día para que lo haga.
3. Oración familiar:
“Amado Padre celestial, gracias por la sabiduría que nos concedes diariamente para crecer espiritualmente, en lo personal y en algo de suma importancia: Nuestra relación familiar. Concédenos la sabiduría necesaria para encontrar soluciones cuando hay dificultades, y la humildad necesaria para reconocer nuestros errores. En tus manos quedamos. Amén”
4. Una Meta familiar:
Pediré a Dios que me conceda sabiduría para resolver los problemas a nivel familiar
Publicado en: Altar Familiar
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