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El discipulado: Paso a paso con Jesús


(Conclusión – Nivel 2)

El discipulado: Paso a paso con Jesús (Conclusión – Nivel 2)

Una de las responsabilidades que la iglesia no puede eludir, es la de formar discipuladores que a su vez tengan a su cargo discípulos y les acompañes hasta que lleguen a una estatura superior en su vida cristiana para que, a su vez, ellos repliquen el ciclo.

¿Qué logramos con ese proceso? El fortalecimiento del creyente. Que aprenda principios de vida que les permita experimentar avances en todas las áreas de su vida.

Nuestro amado Salvador Jesucristo brindó un claro ejemplo cuando invirtió en sus discípulos buena parte de su tiempo durante el ministerio terrenal que desarrolló en tres años y medio.

El discipulado es la mejor estrategia, como coinciden en asegurar los expertos, para alcanzar nuestro mundo para Cristo. Ya que los discípulos tenían una formación doctrinal del propio Salvador, y otros de la mano del apóstol Pablo, tuvieron las bases suficientes para extender el Reino de Dios en oriente y parte de lo que es Europa.

Un experto en el tema a quien leí, escribió: “Si un discípulo llevase a una sola persona a Cristo, y empleara todo un año para entrenarle, y al año siguiente ambos —discípulo y maestro —, hicieron un discípulo nuevocada uno de ellos, y al próximo año estos cuatro hicieron cuatro más (uno cada uno), en unos treinta y dos años toda la población del mundo sería salva, según las matemáticas.”

¿Qué se logra con un proceso de discipulado?

Con frecuencia es posible escuchar un cuestionamiento válido: ¿Qué se logra con un proceso de discipulado?. La respuesta es sencilla: Se alcanza madurez espiritual. Y hay por lo menos siete evidencias de madurez que describimos a continuación:

a.- Ser fructíferos en nuestro servicio para Dios (Mateo 25:14-30).

b.- Una actitud humilde y voluntad de servir a los demás (Juan 13:12-17).

c.- Un nivel de excelencia en nuestra vida en general (2 Corintios 13:11).

d.- Una relación cercana con Jesús (Gálatas 2:20).

e.- El fruto del Espíritu manifestado en nuestra vida (Gálatas 5:22-23).

f.- Un caminar estable, consecuente y santo, ante Dios y el hombre (Efesios 4:11-16).

g.- Un conocimiento sólido de la Palabra de Dios y, como resultado, discernimiento. (Hebreos 5:13-6:2)

Cuando vamos a las Escrituras hallamos que— lo que espera Dios de nosotros— es que alcancemos la madurez en Cristo (Efesios 4:11-16). ¿Cuál es la razón? Que sin madurez no puede haber liderazgo, y los líderes son necesarios para que la iglesia crezca, porque son los pastores del rebaño de Dios (1 Pedro 5:1-3).

Tenga en cuenta que solamente los cristianos maduros podrán mantenerse firmes con eficacia contra el diablo y los poderes de las tinieblas, y esto es lo que Dios quiere que hagamos (Mateo 12:29).

Desde hoy, una meta que debemos fijarnos como iglesia es la de formar discipuladores y discípulos, y llevarlos a la estatura de Cristo, a la madurez en todas las áreas de su vida.

Publicado en: Escuela de Discipulado


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