El Discipulador vive a Cristo… Es su primer compromiso
(Lección 1)
Con frecuencia andamos buscando libros, conferencias e incluso sermones de autores y maestros que nos compartan una estrategia eficaz para el crecimiento de la Iglesia. Estamos ansiosos por conocer el secreto que lleve nuestro ministerio o comunidad de creyentes que tenemos a cargo a un crecimiento exponencial, a ser cada vez más grande.
Una opción del primer siglo que sigue teniendo vigencia son las células. Pero, ¿qué debemos compartir en esos grupos para nuevos creyentes? Enseñanzas sencillas, prácticas, nada difícil de entender y de aplicar. Y, ¿acaso esas pautas elementales de vida para un nuevo convertido no constituyen los fundamentos del discipulado? Por supuesto que sí.
Discipular, entonces, parte de volver a lo elemental, a lo que olvidamos con frecuencia por estar buscando enseñanzas rhema que nos lleven a un nuevo nivel. Y de paso, en esa afanosa búsqueda, dejamos de lado el mandato del Señor Jesús: “Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.” (Mateo 28:19. NTV)
Más que grandes predicadores nuestro tiempo necesita Discipuladores. Hombres y mujeres que no estén preocupados por brillar, por el reconocimiento, por estar frente a un púlpito sino consagrados a alcanzar almas y convertirlas en seguidoras de Jesús el Señor. Se requieren con urgencia siervos y siervas que dediquen su vida a brindar acompañamiento a quienes abrieron su corazón a Cristo y les conduzcan de la mano a nuevos niveles, a experimentar crecimiento continuo.
Pero curiosamente en las iglesias pareciera que hay personas interesadas en una posición de liderazgo antes que de servicio anónimo y no prestan debida atención a un ministerio poderoso y transformador: ser Discipuladores.El autor cristiano, Bertram L. Melbourne hace una observación interesante cuando escribe: “Algunos cristianos son felices al reconocer a Jesús como su Salvador, ya que él murió por nosotros, pero encuentran difícil comprometerse con él como su Señor. El verdadero discípulado reconoce el señorío de Cristo. Por cuanto él se sacrificó por nosotros, desea nuestro compromiso total: esto significa que nos sometemos a su reinado en nuestras vidas cada día. no somos nuestros. Él nos compró a un gran precio, con su vida. Por lo tanto, deberíamos comprometer nuestras vidas con él cada día y buscar su conducción.” (Bertram L. Melbourne. “Ideas prácticas para el discipulado”. Apia Editores. 2007. EE.UU. Pg. 21)La primera enseñanza que le invito a asimilar es que orientar sus esfuerzos a Discipular constituye un paso significativo en la meta de ser un vaso útil en la extensión del Reino de Dios.
Un compromiso: seguir a Cristo
El mandato de nuestro amado Salvador no fue la construcción de mega iglesias, invertir millones y millones de dólares en campañas promocionando nuestro ministerio ni tampoco el de ir de una ciudad a otra recaudando dinero sino a hacer discípulos. Esa es la esencia del llamado.
Tanto el Discípulo como el Discipulador son seguidores de Cristo. Y una vez alcanzan un nivel de desarrollo espiritual, comprometen sus esfuerzos en brindar mentoreo (acompañamiento y formación) a otros. Es una cadena que se extiende en el tiempo.
Así lo entendemos al investigar los dos términos del griego de los que toma fundamento el Discipulado. El primero de ellos es mathetés que vertido al español es aprender, aprendiz; persona con una meta y propósito fijo; alguien apegado y leal a un maestro o movimiento.
La segunda palabra es Akolouthein que traducido expresa: ir detrás, ir junto, acompañar a alguien.
Cuando alguien escucha el llamado de Jesús a ser Discipulador, asume el compromiso de caminar tras sus pasos. Es un momento singular en la vida de todo ser humano que demanda tres elementos: decisión, compromiso y perseverancia.
Podemos apreciar estos fundamentos en el pasaje Escritural: "Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre llamado Mateo sentado en su cabina de cobrador de impuestos. «Sígueme y sé mi discípulo», le dijo Jesús. Entonces Mateo se levantó y lo siguió." (Mateo 9:9. NTV)
Mateo tenía una posición social, estabilidad laboral y —con todo y lo anti ético que podría representar el servicio al imperio de Roma —un futuro asegurado. No obstante renunció para atender el llamado de Jesús.
Ser un Discipulador que forma Discípulos es un proceso continuo, dinámico, progresivo que jamás termina. ¿La razón? Demanda que desarrollemos relación íntima con el Maestro, nuestro Señor Jesús, y de otro lado, que asumamos sus enseñanzas como una manera de vivir cotidiana, en todo momento.
Los retos del Discipulador
Quien escucha el llamado de Jesús para Discipular a otros, tiene un enorme reto que se orienta en dos direcciones: La primera, vivir a Cristo, y la segunda, enseñar a nuevos creyentes a vivir a Cristo.
El apóstol Pablo tenía claro este principio y lo transmitió a los cristianos de Corintio cuando le escribió: "Y ustedes deberían imitarme a mí, así como yo imito a Cristo.” (1 Corintios 11:1. NTV)
Como seguidor de Jesús sabía que antes que enseñarle a otros a ser Discípulos, él mismo debía ser Discípulo. Ese es el eje central de todo Discipulador.
Aunque demande pagar el precio y dicho precio no sea fácil, constituye una experiencia maravillosa. Tanto el Discipulador como el Discípulo ejercen una influencia transformadora en su entorno.
Por supuesto que es un enorme reto, pero si lo asumimos, crecemos diariamente de la mano de Jesús el Señor y esa experiencia de cambio y crecimiento impactará a otros.
Cuando Saulo de Tarso se dio a la tarea de perseguir a los primeros cristianos, lo hizo porque ellos estaban revolucionando el mundo con su vida y fidelidad a Cristo: "Mientras tanto, Saulo pronunciaba amenazas en cada palabra y estaba ansioso por matar a los seguidores del Señor. Así que acudió al sumo sacerdote. Le pidió cartas dirigidas a las sinagogas de Damasco para solicitarles su cooperación en el arresto de los seguidores del Camino que se encontraran ahí. Su intención era llevarlos — a hombres y mujeres por igual— de regreso a Jerusalén encadenados.” (Hechos 9:1, 2. NTV)
Estaban tan convencidos de su fe en Jesús que estaban dispuestos incluso a morir. Ahora, en un tiempo de avances tecnológicos como el nuestro, Discipular demanda que hagamos acopio de todas las estrategias disponibles.
La razón es sencilla: No todos los que dicen que aceptan al Señor Jesús se someten al Discipulado. Quizá leyeron un artículo en la Internet, aceptaron a Cristo en su corazón y no saben o no quieren asumir otro compromiso. Igual, si fueron a un servicio cristiano y salieron y se involucraron en todas las actividades cotidianas pero no tienen seguimiento en su vida de fe.
La tarea que tenemos delante de nosotros es tener cuidado de los nuevos creyentes hasta llevarlos a un nivel de solidez como cristianos.
Ni usted ni yo jamás habremos llegado a un nivel total de conocimiento de Cristo el Señor ni tampoco podríamos sentirnos satisfechos, en un grado de espiritualidad que nos diga: Ya somos perfectos. Ese es otro de los aspectos apasionantes del ministerio del Discipulador: Siempre estaremos aprendiendo.
Cinco cimientos en la vida de un Discipulador
Si hasta el momento sigue atento a cada nueva enseñanza es porque decidió asumir el llamamiento a ser Discipulador. Es lo que ocurrió con los primeros seguidores del Señor Jesús, como enseña el Evangelio: "Cierto día, mientras Jesús caminaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al agua, porque vivían de la pesca. Jesús los llamó: «Vengan, síganme, ¡y yo les enseñaré cómo pescar personas!». Y enseguida dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante por la orilla, Jesús vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, en una barca, reparando las redes. Los llamó de inmediato y ellos también lo siguieron, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los hombres contratados." (Marcos 1:16-20; Cp. Lucas 5:11. NTV)
El llamado de Jesús en todos los casos fue perentorio: “Sígueme”. Esa voz la reconocemos usted y yo cuando sentimos inclinación por un área particular en la extensión del Reino de Dios.
Hacer Discípulos es un mandato (Mateo 28:19), y si optamos por responder a ese llamado, debemos interiorizar en nuestra vida cinco cimientos:
1.- Compromiso 24/7. Sí, 24 horas al día durante 7 días a la semana. Todo el tiempo.
2.- Obediencia a los mandamientos, como lo enseñó nuestro Señor Jesús (Juan 14:15)
3.- Negarnos a nosotros mismos. No centrarnos en nosotros sino en seguir al Señor Jesús (Marcos 8:34; Lucas 9:23)
4.- Amar a Dios y al prójimo, porque en el camino para ser Discipuladores es probable que hallemos oposición, tropiezos, críticas y burlas.
5.- Dejarnos guiar por el Espíritu Santo (Juan 3:8)
Observe cuidadosamente que estos cinco cimientos son permanentes y demandan que caminemos en torno a ellos si queremos experimentar un proceso continuo y dinámico.El autor cristiano, Bertam L. Melbourne señala: “Cuando aceptamos a Jesús y llegamos a ser cristianos, comprometemos el resto de nuestra vida a la tarea y a las obligaciones del discipulado, como un acto de devoción y un medio para dar lo mejor a aquel que pagó el sacrificio máximo por nuestra salvación, aquel que murió para que nosotros podamos vivir.” (Bertam L. Melbourne. “Ideas prácticas para el discipulado”. Apia Editores. 2007. EE.UU. Pg. 20)La formación para Discipulador ha comenzado. Su guía será Cristo Jesús. Él es el norte hacia el cual nos orientamos, siguiendo sus pasos. Toda nuestra forma de pensar y actuar se dirigen a Él y como Él lo espera.
Felicitaciones por este paso. Tendrá a su cargo la formación de los nuevos creyentes, hombres y mujeres que quedarán marcados por siempre para emprender y permanecer en el camino con Cristo. Y esas huellas, permítame decírselo, permanecerán por la eternidad…
Preguntas para la reflexión y fortalecimiento del Curso para Discipuladores:
Le animo a leer los siguientes interrogantes, reflexionar en cada uno de ellos y en los casos en que haya citas bíblicas, estudiarlas con detenimiento. Puede tomar notas y escribir sus respuestas en una libreta o cuaderno. Será muy útil para facilitar la interiorización de las enseñanzas:
1.- ¿Por qué se enseña que el Discipulador debe partir de las enseñanzas elementales que aprendemos del Evangelio?
2.- ¿Cuál fue el principal mandato que impartió el Señor Jesús a sus primeros seguidores y a nosotros hoy (Mateo 28:19)?
3.- ¿Valora usted el ministerio del Discipulador?
4.- ¿Qué razón hay para decir que el Discipulador es valioso en la tarea de extender el Reino de Dios?
5.- ¿Recuerda usted los dos términos griegos de los cuales toma fundamento el Discipulado? ¿Podría mencionar que significan?
6.- ¿Qué fundamentos importantes aprendemos en el pasaje bíblico de Mateo 9:9?
7.- ¿Por qué razón en 1 Corintios 11:1, el apóstol Pablo dice que lo imiten?
8.- ¿Cuál es el distintivo de los discípulos de Cristo según leemos en Hechos 9:1, 2?
9.- ¿Podría mencionar al menos dos de los cinco cimientos de un Discipulador?
10.- ¿Cuántas horas y cuántos días debe estar comprometido el Discipulador y por qué?
Publicado en: Escuela Bíblica Ministerial
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