El discípulo de Jesús hace de la oración un principio de vida
(Lección 5 – Nivel 3)
Resulta interesante acudir con curiosidad a una librería cristiana y encontrarnos que se ofrecen infinidad de textos sobre la oración. Importantes, sin duda, pero también llenos de “misterios” y “fórmulas” que distan mucho de la relación sencilla y práctica que Dios espera mantener con nosotros.
¿Qué lugar ocupa la oración en la vida del cristiano y más aún, en la del discípulo que camina de la mano del Señor Jesús? Por esa razón nos proponemos estudiar, a la luz de las Escrituras, el Plan que el Señor tiene para nosotros en cuanto al orar.
Orar a Dios en lo “secreto”
Quien se desenvuelve bajo principios de religiosidad, sin duda querrá ser admirado por su espiritualidad. Muchos discípulos quizá caigan rendidos ante esta tentación. Que las personas vean nuestra proximidad con Dios. Eso genera por supuesto comentarios favorables y la proclividad de los seres humanos es ser admirados y reconocidos.
Por esa razón es previsible que quiera ser visto cuando ora delante de Dios. Pero ante esta situación, el Señor Jesús cuyas huellas seguimos en el sendero, advirtió: “Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les encanta orar en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas donde todos pueden verlos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. ” (Mateo 6:5. NTV).
Las personas a nuestro alrededor no tienen por qué enterarse cuánta es nuestra frecuencia o intensidad al orar. Eso lo debe saber Dios, que escucha y responde a nuestro clamor.
Más que la importancia de ser reconocidos por nuestra espiritualidad, lo esencial es que nuestro amado Padre celestial sea honrado y glorificado con nuestra íntima comunión con Él a través de la oración.
Dios valora nuestra oración
Cuando nos referimos al “lugar secreto”, aludimos a ese espacio en el que desarrollamos intimidad con Dios y que debemos apartar diariamente. Es diferente de la oración comunitaria. Es una comunicación en la que hablamos con el Padre celestial, pero en la que también tomamos tiempo para escuchar.
El propio Señor Jesús nos enseñó — y vivió en su día a día — , sobre la necesidad de buscar al Padre en ese “lugar secreto” (Mateo 14:23; Marcos 1:35). Este tipo de encuentros con nuestro Supremo Hacedor, le agradan a Él pero también nos permiten desarrollar una relación más estrecha con Él.
Ahora, algo más: cuando somos fieles, Dios se encarga de respaldar nuestra vida de fe. Obviamente eso debe implicar que en nuestro corazón haya un deseo sincero de estar en el centro mismo de Su voluntad, no pidiendo para satisfacer nuestro egoísmo, sino para que Él sea glorificado. Otro elemento que debe acompañarnos es la perseverancia.
Cabe resaltar que la expresión del Señor Jesús “No uséis vanas repeticiones” tal como la encontramos en la versión Reina Valera de 1960, proviene del griego Battalogé que traduce “parlotear, hablar sin pensar, charlar mucho”. Es la única vez que aparece en la Biblia.
Hablar con Dios desde lo profundo de nuestra alma. Ahí está la clave.
La oración del discípulo exalta a Dios
El modelo de oración del Señor Jesús, conocido como el Padre Nuestro, es el más conocido en todo el mundo. Lo hallamos en el capítulo 6 de Mateo y le invito para que lo leamos juntos: “Padre nuestro que estás en el cielo, que sea siempre santo tu nombre. Que tu reino venga pronto. Que se cumpla tu voluntad en la tierra como se cumple en el cielo. Danos hoy el alimento que necesitamos, y perdónanos nuestros pecados, así como hemos perdonado a los que pecan contra nosotros. No permitas que cedamos ante la tentación, sino rescátanos del maligno.” (Mateo 6:9-13. NTV)
Probablemente desde niño o niña lo ha repetido infinidad de veces. Hoy le invitamos para que repita cada línea de manera reflexiva, tomando como base el texto Escritural.
En el pasaje aprendemos sobre la necesidad de reconocer la grandeza de Dios así como su santidad. Tomar nota de que es poderoso y su poder se manifiesta en el cielo y en la tierra, es decir, en todo lo creado.
Igualmente al orar, conforme a este modelo, aprendemos la necesidad de guardar en nuestro corazón gratitud porque Él, nuestro amado Padre, es un amoroso proveedor y que es quien perdona nuestros pecados.
Esta disposición perdonadora, nos compromete a usted y a mi, a perdonar a quienes nos causan daño. También nos motiva a reconocer que es Dios quien nos fortalece para no caer en la tentación.
Si algo desea el Señor en nosotros es que haya sinceridad. Escuchar aquello que brota de nuestro corazón, no la mera palabrería para “halagarle” como si de esta manera pudiéramos obtener favores de Su parte (versículo 7) Recordemos siempre que, de antemano, Dios conoce cuáles son nuestras necesidades y cuáles serán nuestras peticiones.
Le animamos a seguir firme, caminando de la mano del Señor Jesús. A permanecer fieles tras sus huellas. Y algo que reviste particular importancia: Asumir la oración como un principio de vida, tal como lo evidenció el Señor Jesús a lo largo de su desenvolvimiento ministerial.
Tareas para la semana:
Las tareas que ocuparán esta semana mi proceso de crecimiento en el Discipulado Nivel III son:
a.- Leeré de nuevo la totalidad de la Lección, buscaré las citas bíblicas y me dispondré a aplicar las enseñanzas en mi vida cotidiana.
b.- Revisaré mi vida para verificar si en efecto he asumido la oración como un punto importante de mi proceso de crecimiento espiritual.
c.- Compartiré con otras personas la experiencia maravillosa que estoy viviendo ahora en mi condición de cristiano, y la forma poderosa como el Señor Jesús está obrando en mi vida.
Versículo para Memorizar durante la semana:
“Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.” (Mateo 6:6)
Publicado en: Escuela de Discipulado
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