El juego sano ayuda a integrar a la familia

1.- Lectura Bíblica: Eclesiastés 3:1-4

2.- Meditación familiar:

¿Cuánto tiempo toma diariamente — o al menos en la semana — para hacer un alto en el camino, divertirse con un juego sano e involucrar en esta actividad a su familia? Si no lo hace así, está perdiendo lo mejor de su vida.

Especialistas de la Universidad de El Bosque, en Colombia, consideran que jugar — DIOS PERMITA con miembros de su entorno familiar— mejora las destrezas sociales, la seguridad, la comunicación verbal y no verbal, alienta la cooperación, la tolerancia y la solidaridad.

Un ejemplo sencillo es que los primeros beneficiados son los hijos, particularmente cuando se encuentran en edades entre los 12 y 15 años. ¿La razón? Muchos de quienes que fueron sometidos a una encuesta por la firma colombiana Ipsos Napoleón Franco, revelaron que sufren estrés como consecuencia de sus deberes escolares y del encierro. Cuando salen al parque y practican algún juego, principalmente con sus padres, disminuye la presión y la carga de ansiedad.

Para los especialistas el mayor problema hoy día es que los niños, adolescentes y jóvenes acuden a las redes sociales, videojuegos y la televisión como vía de escape a cualquier situación que les preocupa.

La sicóloga, Luz Helena Buitrago, recomendó el juego y resaltó que si se realiza en el entorno familiar, contribuye a estrechar las relaciones de todos. “El juego mejora muchas de las destrezas de las personas”, dijo. (Diario ADN. 3/03/2014. Pg. 12)

Curiosamente el avance de la tecnología ha desplazado los juegos y la integración familiar. Poco se acostumbra ir de campo, padres e hijos. Es un fenómeno que debe corregirse. La unidad de la familia está primero.

Hay un pasaje revelador de las Escrituras en el que el rey Salomón hace énfasis en el que todo tiene su tiempo. Aplicado a nuestro tiempo diríamos que el trabajo tiene su espacio pero también el esparcimiento en familia:

“Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar; un tiempo para matar, y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir; un tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto…” (Eclesiastés 3:1-4. RVR 1960)

Es importante revisar nuestra vida familiar y concluir en un hecho: No todo puede ser trabajo. El cónyuge y los hijos ameritan que les dediquemos tiempo y qué mejor para hacerlo que tomando ratos de esparcimiento.

Es hora de aplicar modificaciones a nuestros patrones de comportamiento y cambiar. La familia está por encima de todo, salvo por supuesto, de la adoración que debemos tributarle a Dios.

Si no ha recibido aún a Jesús en su corazón, es tiempo de hacerlo. Jesucristo transforma nuestra existencia y nos lleva a nuevos niveles de crecimiento personal, espiritual y familiar, que es uno de los niveles al que la mayoría de las personas anhelan llegar. Ábrale hoy su corazón a Jesús el Señor… No se arrepentirá…

3.- Oración familiar:

“Amado Dios y Padre de los cielos, conforme pasa el tiempo hemos ido comprendiendo como familia, la importancia de pasar tiempo juntos. Los minutos que robamos a nuestra familia, los anhelaremos algún día. Gracias por llevarnos a comprender esta verdad. Te pedimos que nos sigas ayudando a mantener la unidad al interior de la familia. En tus manos quedamos en el día de hoy. Amén”

4.- Una meta familiar para hoy:

En adelante reprogramaré mis actividades con el fin de pasar mayor tiempo con mi familia y disfrutar de juegos anos, que nos ayuden a estrechar más los lazos de unidad.