El poder de la oración
"Con frecuencia y en medio de los problemas que enfrento, siento que me estoy quedando solo. Que nadie me escucha, ni siquiera Dios, a quien he procurado servir de corazón. Reconozco que muchas veces he querido darme por vencido, porque pienso que mis oraciones no son escuchadas."
L.F.M., desde Diriomo, Nicaragua.
Respuesta:
Por supuesto que Dios nos escucha, solo que Él tiene un tiempo oportuno para responder. Su tiempo no es nuestro tiempo, y esa es una de las mayores dificultades que enfrentamos cuando tenemos la expectativa de una respuesta.
Comparto con usted una experiencia de alguien que clamó y vio respuestas aun cuando todo lo tenía en contra.Su distintivo: fue perseverante al orar.
Llamó poderosamente la atención que, en una breve entrevista de televisión, mencionara a Dios en 19 ocasiones.
Y no era para menos. William Ruíz, de 69 años, fue salvado de morir por contagio del coronavirus, Pasó 53 días hospitalizado, 30 de ellos en la unidad de cuidados intensivos.
Atribuye estar vivo, a la intervención divina en respuesta a la oración de su esposa y las que elevaron sus hijos.
William Ruíz reside en Bogotá. Contrajo la enfermedad durante unas vacaciones en Turquía.
“Creí que iba a morir, pero Dios hizo posible el milagro.”, le dijo a la periodista. A partir de ahora, su deseo es disfrutar cada nuevo minuto que el Señor le regala.
En el proceso de orar, no podemos darnos por vencidos. Debemos recordar que Dios tiene Su tiempo y ese tiempo es perfecto.
La Biblia registra la respuesta a la oración de un hombre gravemente enfermo. Me refiero al rey Ezequías. Dios lo sanó milagrosamente, cuando escuchó su clamor. El pasaje completo se encuentra en 2 Reyes 20: 1-11.
Dice la Palabra que Ezequías oró al Padre
“Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro. Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.” (Versículos 3 al 5)
Cuando la fe es el dinamizador de nuestra fe, no hay situación tan difícil que el Padre no pueda resolver por nosotros. Él obra poderosamente.
El apóstol Santiago escribió:
“La oración del justo puedo mucho” (Santiago 5: 16| RV 60)
El asunto es que olvidamos que al orar a Dios de poder desencadena milagros, que incluyen mover enormes obstáculos que tenemos enfrente.
Para el Supremo Hacedor no hay nada imposible. Hoy es el día de volvernos a Él en oración por nuestras vidas y la de cada miembro de nuestro grupo familiar. No podemos soltarlos. Hay que clamar insistentemente por ellos. Que el Señor haga Su voluntad en nuestro hogar.
No podría despedirme sin antes invitarle para que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Prendidos de su mano emprendemos el maravilloso viaje hacia el crecimiento personal y espiritual.
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Publicado en: Consejería Familiar
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