El trabajo es importante, pero más la familia
Leí una entrevista que le hicieron en prensa al cantautor guatemalteco, Ricardo Arjona. El artista se estaba refiriendo, esencialmente, al lanzamiento de su último álbum musical; pero, en medio de la entrevista, hizo alusión a su familia, lo que me llamó poderosamente la atención. “¿Cuál es el lugar en donde mejor me siento? En casa. Me gusta mucho ser padre; es el oficio más importante más que ser cantante, que también me gusta mucho. Y paso tiempo con mis hijos Adria y Ricardo.” (Citado por la periodista Lina Rodríguez Ortíz. Artículo “Arjona: Su viacrucis”. Diario ADN. Colombia. 25/04/2014. Pg. 20)
Se ha preguntado: ¿Qué significa mi familia, y cuánto tiempo les dedico cada día? El problema radica esencialmente en la forma como progresivamente hemos ido desdibujando el concepto de familia. Hoy día cada quien busca vivir para sí mismo. Hay egoísmo, en padres e hijos. Todo es estructural: Si formamos hijos que aman a su familia, ellos amarán el hogar.
En esencia, la familia es un espacio de crecimiento, como lo define un especialista: “Un buen modo de definir la familia es retomar la frase del filósofo español Rafael Alvira que dice que la familia es el lugar al que se vuelve. Ese lugar no es físico, sino es donde siempre somos esperados y amados, no por nuestros logros o por nuestras cualidades, sino por ser quienes somos. Las crisis —en el caso de la familia del futuro — deben ser entendidas como una posibilidad de cambio, que ofrece nuevas oportunidades a las personas y la sociedad.” (Álvaro Sierra, médico y profesor del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana. Citado en el Diario El Tiempo. Colombia)
¿Qué lleva las familias a la crisis?
La crisis que vive hoy el núcleo familiar gira alrededor del hecho de no valorar ese espacio y, además, no prodigarles tiempo, el que se merecen. La solución entonces se orienta en dos direcciones: La primera, evaluar qué significa para nosotros la familia, y la segunda, comprometernos a pasar más tiempo en este espacio en donde podemos edificar a partir del ejemplo, de vivenciar aquello que predicamos o los principios y valores que profesamos.
A nuestro cónyuge no solo hay que proveerlos económicamente, sino también, con el tiempo. Viene a nuestra memoria lo que enseña el apóstol Pablo: “Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.” (1 Timoteo 5:8. Biblia de Las Américas)
Dedicar tiempo a la familia es el principio para una vida victoriosa, porque aseguramos con ayuda de Dios una buena relación con nuestra pareja y nuestros hijos. Sembramos para el mañana. No podemos esperar que si nos enfocamos en el trabajo o en las amistades, vamos a cosechar algo bueno; por el contrario, llegará el momento en el que nuestro cónyuge se distanciará y los hijos se alejarán. Entonces, y sólo entonces, valoraremos el tiempo perdido, los días, las horas, los segundos que no les dedicamos a ellos.
El autor y conferencista, Todd Duncan, escribe: “Trabajar no es vivir. El dinero es vida primero, y dinero después. Más trabajo suele significar menos vida; menos trabajo, más productividad y eficiencia, suelen significar más vida. La forma en que utilizo mi tiempo importa profundamente e impacta mi auto estima, mi identidad y mi realización.” (Todd Duncan. “La trampa del tiempo”. Grupo Nelson. 2004. EE.UU. Pg. 29)
Reevalúe a qué le invierte más tiempo: a sus ocupaciones o a su círculo familiar. Puedo asegurarle que una respuesta sincera y aplicar correctivos, traerá como consecuencia un mejoramiento en su calidad de vida y la de quienes le rodean.
No podría despedirme sin antes invitarle para que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Hágalo ahora. No se arrepentirá.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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