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¿En quién hemos creído? En un Dios de milagros


(Lección 3 – Nivel 4)

¿En quién hemos creído? En un Dios de milagros (Lección 3 – Nivel 4)

Quizá muchas veces leyó el pasaje magistral del Nuevo Testamento incluido en la carta a los Hebreos: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13.8). La primera conclusión es sencilla y poderosa al mismo tiempo: Si Jesús es el mismo a través del tiempo, Su poder para obrar milagros no se detiene ni hay absolutamente nada que le ponga límites.

Luis Magín, un creyente de Jesús el Señor, puede testificar de qué manera el poder de Dios sigue manifestándose en nuestro tiempo. Le habían detectado cáncer, incluso los facultativos daban pocas esperanzas de vida, pero el Todopoderoso mostró su grandeza. Él se limitó a orar, a creer y proclamar el milagro.  Después de varios exámenes las nuevas placas revelaron que ¡Estaba sano! Dios había respondido a sus oraciones.
En sus palabras leemos: “Esta sanidad de mi cuerpo ha revolucionado mi vida y mi fe. Desde el primer momento en que recibí la terrible noticia de mi enfermedad, con la consiguiente reacción de incredulidad, temor y dolor que una revelación así produce, el Señor comenzó a obrar en mi de una manera especial. Hubo mucha oración, meditación, reflexión... y lágrimas. Todo esto ha dado como resultado que ahora se que conozco a mi Salvador de una manera más profunda, y puedo vislumbrar con humildad y gratitud el propósito de esta enfermedad...” (Con base en testimonio publicado en la Revista La Biblia en las Américas, SBU. No. 3 de 2004, volumen 50, No. 270, Pag. 17).
El mayor problema de toda persona es dejarse doblegar por la incredulidad o los asomos de duda, los que generalmente provienen de las personas que nos rodean. ¡No lo permita! Es esencial que desestime las opiniones derrotistas de quienes dicen: “Los milagros no ocurren hoy”. Tales personas no creen y quieren llevarlo a usted a moverse en el mismo ámbito de incredulidad en que cual se encuentran.

Evalúe en quién deposita su confianza

Si profesamos ser cristianos, nuestra confianza debe ser depositada en Cristo. Él es nuestro Sanador.

Por supuesto, respetamos a los científicos, pero es en el poder del Dios de milagros en el que debemos creer.

Recuerde que el Dios en quien hemos creído es un Dios de poder y de milagros. El rey David escribió siglos atrás: “Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos. Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron. En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.” (Salmos 18:4, 6).

Lea el texto con detenimiento, una y otra vez. Hágalo hasta que tenga plena comprensión de lo que dice y enseña.

¿Qué aprendemos del texto? Primero, que en momentos cruciales de peligro y sufrimiento cuando no había salida humana posible a la crisis, el autor sagrado iba en búsqueda de respuesta proveniente del Creador; segundo, que la oración es el camino expedito para ir al Padre en procura de ayuda, y tercero, que Dios responde a nuestro clamor.

Es posible  que esté atravesando por una situación sumamente difícil: en su salud, con su economía, o quizá, en sus relaciones interpersonales.

¡No permita que lo derroten las circunstancias! El poder de Dios está por encima de los problemas.  Es hora de elevar oraciones antes que sumirnos en la tristeza y la desesperación. ¡Dios responderá con poder!

¡Dios mío, necesito un milagro...!

Si eres Dios, entonces obra un milagro”, gritó presa de la desesperación en la pequeña capilla de la clínica, cuando los médicos le anunciaron que su pequeño hijito, de apenas dos días de nacido, estaba para morir. La enfermedad que descubrieron, estaba tomando fuerza en todo el pequeño cuerpecito.

Vamos, respóndeme, Dios”, vociferó de nuevo para encontrarse con el silencio apacible de un lugar solitario, rodeado de sillas, en la que pareciera sentirse al Señor mismo, a su lado. Se sentó con angustia y dejó que las lágrimas brotaran como un manantial inagotable.

El poder del Creador se manifestó en el pequeñín. No lo hizo para probar que su poder era ilimitado sino por misericordia. Una semana después daban de alta a su esposa y al recién nacido. Aunque no imaginó que ocurriría un milagro, Dios le demostró que estaba atento a su desesperación y que, en su infinito amor, iba en su ayuda para mostrarle que hay alguien Superior, que hace posible todas las cosas...

Oraciones elevadas, respuestas concedidas

Nuestro Supremo Hacedor nos oye cuando oramos. Él tiene poder ilimitado para manifestarse en nuestras vidas. Sin embargo es necesario ir a Su presencia con humildad, reconociendo que la misericordia divina es la que responde. No tenemos méritos para recibir nada. Es simplemente y llanamente por el amor de Aquél que nos creó.

Le invito a considerar qué nos enseñan las Escrituras: “Un día algunos maestros de la ley y fariseos se acercaron a Jesús a pedirle que realizara algún milagro que demostrara que realmente era el Mesías. Pero Jesús les contestó: —Solo una nación perversa e infiel pediría más señales; pero no se le dará ninguna más, excepto la señal del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en las entrañas de un monstruo marino tres días y tres noches, yo, el Hijo del Hombre, pasaré tres días y tres noches en las entrañas de la tierra” (Mateo 12:38-40. La Biblia al Día).

El amado Señor Jesús  les dijo que los milagros y señales no son para despertar admiración, voces de sorpresa ni tampoco para demostrar que en nosotros hay más espiritualidad que en otros. Él obra cuando quiere y en quien quiere.

En su existencia o la de alguien cercano puede producirse un milagro; no lo pida como un reto a Dios, pídalo como un don que usted y yo, con la mano en el corazón, no merecemos.

No cese de clamar. Hágalo con fe, dejando de lado toda sombra de duda. Persevere (Lucas 18:1). No permita que los incrédulos, que no han de faltar a su alrededor, le lleven a desistir. ¡Dios responderá!. Créalo. Los milagros ocurrirán.

Si no ha recibido hasta el momento a Jesús como Señor y Salvador, le invito para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. ¡Dios sigue moviéndose con poder hoy y desea hacerlo en usted!

El primer y más grande milagro es la Salvación, y el segundo, la transformación de nuestro ser. A partir de ahí se desencadenan los milagros físicos y espirituales que nos llevan siempre a nuevos niveles. ¡Reciba hoy a Jesucristo!

Cuestionario para la profundización de la Lección 3:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:

a.- ¿ Qué enseña a nuestra vida hoy el pasaje bíblico de Hebreos 3:8?

b.- ¿Cómo aplica esta porción Escritural al tema de la oración y los milagros?

c.- ¿De qué manera nos afectan las voces de quienes no tienen fe?

d.- ¿Qué dice la Biblia en cuanto a orar y de qué manera responde Dios (Salmos 18:4, 6)?

e.- ¿Podría mencionar algunas de las enseñanzas al leer este pasaje?

f.-  ¿Qué ocurre cuando sólo vamos a Dios sólo motivados por las señales (Mateo 12:38-40)?

g.- ¿Está dispuesto a depender solamente del Señor Jesús desde hoy?

Publicado en: Escuela de Oración


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