Establezca sus propios modelos de oración
(Lección 8 – Nivel 3)
Usted se sorprendería si conociera la infinidad de ocasiones en la que nos escriben o abordan al final de una conferencia para pedir orientación sobre un modelo específico de oración para recibir respuesta de Dios. “¿Usted podría indicarme qué pasos seguir?” inquieren muchas personas.
El primer aspecto a considerar es que si tomamos como base el hecho de que orar es hablar con Dios, debe ser algo muy personal. No está bien imitar a nadie en su forma de orar porque es la forma como esa persona se comunica con el Señor. Usted debe hacer lo propio pero con sus propias palabras.
La oración universal, que hemos escuchado desde la niñez, es el Padrenuestro. La enseñó el Señor Jesús a sus discípulos y a nosotros hoy. Le invito a considerarla por unos instantes y encontrar algunos elementos que le ayudarán a definir un modelo personal de oración:
"Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén." (Mateo 6:9-13 RVR1960)
Le invito a leer el texto bíblico cuantas veces sea necesario. Trate de adentrarse en cada línea. ¿Qué nos enseña el Señor Jesús en cada una de las palabras que pronuncia al Padre celestial?
La afamada autora y conferencista, Kay Arthur, escribe:“Todos los requisitos de la oración, todos los elementos de adoración y alabanza, todos las perspectivas de intercesión y petición, se encuentran en el Padrenuestro. Es el verdadero modelo para todas las oraciones. Oh, que tesoro le entregó nuestro Señor a sus discípulos y a todos nosotros, cuando le dijeron: “Señor, enséñanos a orar…”(Kay Arthur. “Señor, enséñame a orar en 28 días”. Editorial Vida. 1996. EE. UU. Pg. 19)Permítanos orientarle un poco mas: Tome el Padrenuestro versículo por versículo. Para facilitar su comprensión y asimilación le sugerimos que en cada versículo defina tres aspectos:
a.- Identifique el tema de cada verso (adoración, sumisión, dependencia de Dios etc)
b.- Escoja una frase clave. La que considere más importante en cada verso
c.- Póngale un título a cada verso (Padre de gloria, Padre proveedor, Padre protector etc)
Tome papel y lápiz. Hágalo. ¿Para qué nos sirve este ejercicio práctico? Para adentrarse en el alcance que tiene la oración. Encontrará que resulta maravilloso descubrir qué hay en cada parte de la oración que nos enseñó nuestro amado Salvador.
Al orar entramos en la intimidad de Dios
Cuando oramos, hablamos con el Padre celestial. Entramos en su intimidad. Esa es la razón por la que debemos hablarle con nuestras propias palabras, sin imitar a nadie ni procurar un lenguaje rebuscado. Simplemente volcarle lo que hay en nuestro corazón. Es el diálogo con nuestro amado Padre pero a la vez con el Dios amigo, que nos comprende y desea ayudarnos.
Retomo las palabras de la autora Kay Arthur, cuando escribe:“.. una vez que aprenda a orar, no encontrará nada, absolutamente nada, más dulce que saber que ha tocado el borde de su manto con la oración. ¡Hay sanidad!¡Hay renovación! Proporciona calma y una confianza que fluye dentro de su alma como el bálsamo de Galaad.”(Kay Arthur. “Señor, enséñame a orar en 28 días”. Editorial Vida. 1996. EE. UU. Pg. 19)Si oramos, sin duda tenemos la certeza de que somos escuchados por Dios. Y el Señor, como enseñan las Escrituras, galardona a quienes se acercan a su Presencia con fe: "De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad."(Hebreos 11:6. NTV)
Ahora bien, si tenemos claro que: Primero, orar es hablar con Dios; segundo, debemos hablar con Él desarrollando nuestras propias oraciones, y tercero, al orar le volcamos al Señor todo lo que hay en nuestro corazón, pasamos a un cuarto principio que le ayudará…
Lleve una libreta donde anota sus peticiones de oración
Muchos de quienes desarrollan una vida de intimidad con Dios y se constituyen en poderosos intercesores delante del Señor, generalmente llevan una libreta en la que anotan las peticiones de oración.
Cada día la revisan y si no han obtenido respuesta, siguen perseverando en el clamor. Ese simple ejercicio les ayuda a permanecer en clamor hasta que el milagro ocurre, que es una disciplina importante para quienes han dispuesto su corazón para buscar al Señor.
Si se produce una respuesta a su intercesión, señale el día. Este segundo paso le ayudará a recordar siempre que ¡Dios responde a nuestras oraciones!
¿Qué si aún no ha aprendido a orar como quisiera? Otro ejercicio práctico es que escriba sus oraciones en la misma libreta. Luego repítalas en intimidad con Dios.
¡Adelante en esa maravillosa experiencia de orar al Señor! No se detenga. Los resultados vendrán pronto…
Cuestionario para profundizar en la Lección de hoy:
a.- ¿Por qué reviste importancia que entendamos un principio: Orar es hablar con Dios?
b.- ¿Cuál es la razón por la que usted y yo debemos desarrollar nuestro propio modelo de oración?
c.- ¿Qué enseñanza particular respecto a la oración me brinda el pasaje de Mateo 6:9-13?
d.- ¿Podría indicar al menos tres palabras que vienen a su mente mientras repasa el Padrenuestro?
e.- ¿Qué aprendemos en Hebreros 11:6? ¿De qué manera puede marcar la diferencia en cuanto a la forma como nos relacionamos con el Señor?
f.- ¿Podría usted decir con certeza que ha desarrollado intimidad con Dios?
g.- ¿Por qué es conveniente tener una libreta en la que anotemos las peticiones de oración?
h.- ¿Qué papel juega la perseverancia en el proceso de crecer en la vida de oración?
Publicado en: Escuela de Oración
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