Jesucristo, el sumo sacerdote celestial que nos comprende y ayuda
1.- Base Escritural: Hebreos 4: 14-16; 5:1-10 Nueva Versión Internacional
2.- Versículo para memorizar en la semana: “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.” (versículos 15, 16. Nueva Versión Internacional).
3.- ¿Qué aprenderemos hoy?
El Señor Jesús murió por nuestros pecados en la cruz. Un sacrificio que marca un cambio en la historia de nuestra vida. Algunos aceptan ese regalo de Dios, otros se niegan a comprometer su existencia con Aquél que hizo todo para salvarnos. Pero se suma algo más a este sacrificio redentor: Jesús como en el Antiguo Testamento lo hiciera Aarón, se constituyó en Sumo Sacerdote. Él ejerce no en la tierra como ocurrió con la línea sacerdotal designada por Dios, sino en el cielo mismo, ante el Padre.
Al referirse a su ministración a nuestro favor, el autor de Hebreos señala que reviste especial significación porque hallamos en Él a “uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.” y es gracias a su obra que podemos acercarnos “confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.”
Sobre la base de la analogía que se hace de Jesús como Rey-Sacerdote, aludiendo al ministerio que ejerció Melquisedec (versículo 6), entendemos que el Señor Jesucristo es nuestro Rey sacerdotal. ¿Se da cuenta de la grandeza que representa? Es Rey y también Sacerdote.
Otro aspecto de relevancia para tener en cuenta es que hasta el momento en que el Señor Jesús inicia su tránsito terrenal, los sacerdotes que ministraban delante del Santuario tenían que ofrecer sacrificios por el pecado del pueblo. El Jesucristo se ofreció así mismo de una vez y para siempre, y saldó la cuenta pendiente con el Padre debido a nuestros pecados.
4.- ¿Qué nos dice la Escritura?
En el estudio de hoy aprendemos que:I.- El Señor Jesús, Sumo Sacerdote que nos ministra delante del Padre (vv.14-16).5.- Preguntas de repaso: El objetivo de las Preguntas de repaso es abrir la participación de los asistentes a las reuniones de la Iglesia o de Estudio Bíblico y asegurar que lleven a la práctica los conocimientos que adquieren con cada nueva lección:1.- Cristo como Sumo Sacerdote.- Históricamente el sacerdote que ministraba delante de Dios sólo podía entrar una vez por año al Lugar Santísimo y no podía hacerlo de cualquier manera sino bajo claras prescripciones de Dios. Hacer lo contrario, implicaba la muerte (Levítico 16:2, 3). ¿Muy duro el precio a pagar? Es probable que desde nuestra perspectiva lo percibamos así, pero recuerde que el sacerdote entraba a la presencia de Dios y Él amerita santidad de su pueblo. Él es Santo. Jesús fue el Sacrificio único y para siempre, que eliminó la distancia que nos separaba del Padre.II.- El Señor Jesucristo nos abrió la puerta delante del Padre (v. 16).2.- Dios se hace hombre para morir en sacrificio.- Jesús, el Hijo de Dios, dejó su condición eterna con el Padre para encarnarse y, en el plano humano, morir por cada uno de nosotros. Esa es la razón por la que el autor señala “Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos.” (v.14)
3.- El Señor Jesús conoce nuestra condición de pecado.- Eso es importante porque nos asegura que, después de ganar el perdón para nosotros en la cruz, puede fortalecernos cuando la tentación amenaza con sacarnos del sendero de vida. “Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.” (v.15).1.- Somos justos delante de un Dios santo.- Antes nuestra vida era llena de pecado, lo que nos impedía siquiera levantar la mirada delante del Señor Todopoderoso. Con la obra del Señor Jesús en la cruz, nuestros pecados fueron borrados. Limpios de esa condición contraria a la santidad que caracteriza al Padre, ahora podemos ir a Su presencia sin temor de morir. “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia” (v. 15 a.) 2.- Dios tiene misericordia de Su pueblo.- Desde la misma creación, Dios mostró su amor al crear un mundo que pudieran habitar Adán y Eva y por ende su descendencia. Él proveía y además atendía cualesquiera de sus necesidades. Cuando el pecado entró en el jardín de Edén, se produjo esa separación del hombre frente a Dios. Al ser reconciliados por el Señor Jesús, tenemos asegurada la misericordia de nuestro Padre cualquiera que sea la necesidad que nos asista. Si la solución está en conformidad con Su voluntad, podemos tener la tranquilidad de que las oraciones serás respondidas. No hay problema, carencia económica o enfermedad que pueda impedir el mover divino. Es necesario entonces acercarnos confiadamente “para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos” (v.14 b).III.- Gracias al sumo sacerdocio del Señor Jesús podemos vencer el pecado (5:1-5)1.- Perdonados de una vez y para siempre.- Gracias a la misericordia de Dios que envió a su Hijo Jesús a morir por nuestros pecados, tenemos asegurado el perdón, y el caminar tomados de Su mano nos lleva a sobreponernos cuando las tentaciones amenacen con llevarnos a una caída. Recuerde que el reemplazó la función que realizaba humanamente un sumo sacerdote. “Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados” (5:1).2.- Por la obra de Jesús el Señor, hay todavía oportunidad para los pecadores.- Gracias a su sacrificio en la cruz, quienes acepten a Jesús como Señor y Salvador, reciben perdón de pecados y la entrada al trono de gracia, delante del Padre (vv.2-4).
3.- El Señor Jesús glorificó al Padre con su sacrificio.- El Salvador no se atribuyó los méritos por morir en la cruz a favor nuestro en procura de obtener nuestro perdón. Glorificó a Dios el Padre. Es un claro ejemplo para nosotros hoy: no somos nosotros los hacedores de maravillas, ni tampoco quienes debemos llevarnos el reconocimiento por el desenvolvimiento en la obra, sino Dios mismo, quien nos llamó por Su infinita misericordia. “Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.” (vv.5, 6).
4.- El Señor Jesús conoce la debilidad del ser humano.- Una de las características maravillosas que rodean al Señor Jesucristo, estriba en el conocimiento que tiene de la debilidad humana. Experimentó las mismas circunstancias nuestras, excepto que no cedió al pecado. En su ministerio terrenal dependía de Dios el Padre y esa situación aseguró vencer. Igual con nosotros hoy si proseguimos tomados de Su mano (vv.7-10).
1.- ¿Por qué en el Señor Jesús tenemos un gran sumo sacerdote? (v. 1)6.- Lecturas devocionales para la semana:2.- ¿Qué recomienda el autor de Hebreos que hagamos ahora que en el Señor Jesús tenemos un gran sumo sacerdote? (v.14).
3.- ¿En qué nos beneficia en la vida personal y espiritual el sumo sacerdocio del Señor Jesús? (v.15).
4.- ¿Qué obtenemos si nos acercamos confiadamente ante el Padre gracias a la obra redentora del Señor Jesús? (v. 16).
5.- ¿Qué hizo y aún que hace el Señor Jesús delante de Dios a favor nuestro? (5:1-3).
6.- ¿A quién glorificó el Señor Jesús con su sacrificio en la cruz? (vv.5,6).
¿Cuál es el propósito de las lecturas devocionales para la semana? Que tanto el líder como los concurrentes a las reuniones y Estudios Bíblicos asuman el compromiso diario de leer, meditar y aprender de la Palabra de Dios:
Lunes 2 Timoteo 2:1-13 ; Martes Hebreos 6:1-20; Miércoles 2 Juan 4-9; Jueves Apocalipsis 2:1-7; Viernes Exodo 35:30-35; Sábado Esdras 7:1-10 ; Domingo Job 35:1-16.
Publicado en: Sermones
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