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Jesús no rehusó el sacrificio por salvarnos de la perdición eterna

Jesús no rehusó el sacrificio por salvarnos de la perdición eterna

1.- Lectura Bíblica: Isaías 50:7; Juan 7:37.

2.- Reflexión en la Palabra de Dios:

¿Cómo fueron los últimos días del ministerio terrenal del Señor Jesús? La pregunta nos ronda una y otra vez. ¿Lo embargaría al angustia por el paso inevitable a la muerte, en condiciones de crueldad extremas? No obstante nuestro amado Salvador se sacrificó. Lo hizo por todos nosotros, y por nuestras familias.

¿Ha estado usted ante una encrucijada? Se ha preguntado, ¿qué hacer? Y en su corazón tiene claro lo que debe hacer, porque es lo correcto… Jesús nuestro amado Dios y Salvador fue al martirio de la cruz, pero lo hizo a conciencia.

Sabía que su sacrificio en el madero nos haría libres de toda atadura al pecado, y nos aseguraría la vida eterna. Él lo hizo por nosotros, ahora, ¿qué estaríamos dispuestos a hacer por Él?

Jesús sin duda repitió en su corazón aquella frase del profeta Isaías que en un momento coyuntural era clave: “Debido a que el Señor Soberano me ayuda, no seré avergonzado. Por lo tanto, he puesto el rostro como una piedra, decidido a hacer su voluntad. Y sé que no pasaré vergüenza.” (Isaías 50:7. NTV)

El gran predicador, Charles Spurgeon, resaltó la disposición de Jesús a ir a la cruz por traernos salvación:

“Sólo hubiera tenido que decir una palabra, y, con Él a la cabeza, se habrían precipitado al palacio de Pilato, y tomándole por sorpresa, -pues sólo había unos cuantos soldados en la región- Pilato podría haber sido pronto Su prisionero condenado a muerte. Ante el indomable valor y la tremenda furia de un ejército judío, Palestina habría podido ser librada con prontitud de todas las legiones romanas, y habría podido convertirse otra vez en una nación real. Es más, afirmamos que con Su poder de obrar milagros, con Su fuerza que hizo retroceder a los soldados cuando dijo: “Yo soy", Él pudo haber limpiado no solamente esa tierra, sino cualquier otra; habría podido marchar de país en país, y de reino en reino, hasta que toda ciudad real y todo estado real hubieran cedido a Su supremacía. Habría podido hacer que los que habitaban en las islas del mar se postraran delante de Él, y quienes habitan en el desierto habrían recibido la orden de lamer el polvo.” (Charles Spurgeon. Mensaje 405. Predicado en el Tabernáculo Metropolitano. Londres. Domingo 18 de agosto de 1861. Citado en el Portal Spurgeon.Com.Mx)

Sin embargo, aun cuando tenía poder para evitar el sacrificio en la cruz, Jesús no rehusó su misión y decidió ir a la cruz. Lo hizo por todos nosotros y jamás alcanzaremos a comprender el alcance de su decisión.

Sólo la muerte de Cristo en la cruz hacía posible la salvación de la humanidad. Él cumplió el propósito del Padre celestial. No fue reacio a su llamado redentor.

Y surgen aquí varias preguntas: ¿Valoramos el sacrificio del Señor Jesús en la cruz? ¿Compartimos con otras personas la Salvación que hay en Cristo? ¿Damos lo mejor de nosotros por el Reino de Dios? ¿Y qué decir de nuestra familia, acaso nos sacrificamos por nuestro cónyuge e hijos?

Le invito a leer Efesios 5:21-33. ¿Entiende usted qué significó para Cristo el amor por la Iglesia hasta el punto de entregarse por ella a muerte, y muerte de cruz? ¿Valoramos ese sacrificio, pero aplicándolo al compromiso que tenemos con nuestra familia: Cónyuge e hijos?

El amor de Jesús excede todo conocimiento. Por esa razón debemos recordar que merece nuestra honra. Y la mejor forma de honrarlo en este tiempo de reflexión, es viviendo conforme a Su Palabra, en consonancia con sus enseñanzas.

Compartimos con ustedes unos textos bíblicos que resultan enriquecedores para este tiempo de meditación en el sacrificio de Jesús en la cruz: Lucas 1: 32; Juan 7:37 y Salmos 47:7.

3.- Texto Bíblico para el Día: Juan 7:37

Publicado en: Eventos Especiales


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