La consagración, un distintivo de quienes siguen a Jesús
(Lección 1 – Nivel 3)
Cuando los primeros discípulos tuvieron el encuentro personal que transformó sus vidas, lo primero que aprendieron de manera práctica fue lo que significa consagración. Recuerde que dejaron todo: Familia, trabajo, posición económica, social y quizá, en la sinagoga a la que asistían. Todo por seguir al Maestro. Esa es la forma práctica de apreciar lo que significa consagración. Entrega total, rendición.
Escucharon y acogieron en su vida las palabras de Aquél que les llamó: "Entonces dijo a la multitud: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme. Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero te pierdes o destruyes a ti mismo? Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. Les digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán sin antes ver el reino de Dios».” (Lucas 9:23-27. NTV)
Observe cuidadosamente que un seguidor de Jesús evalúa su vida y aplica los siguientes principios:
a.- Abandonar su forma de vivir egoísta, pensando sólo en Él
b.- Decide seguir cada día los pasos del Maestro
c.- Se rinde a Jesús y permite que Él controle sus pensamientos y acciones
d.- Modifica los viejos patrones de vida que le han llevado a una vida pecaminosa
e.- Revisa cada día, al terminar su jornada, los cambios que ha tenido en su vida e identifica en qué áreas debe fortalecerse.
Una persona que todavía piensa y actúa con fundamento en los parámetros que aprendió en la mundanalidad difícilmente podrá decir que es un discípulo o discípula. No ha entregado todo su ser a Aquél que puede transformarlo totalmente.
El autor cristiano Dennis Bennet, advierte que el cristiano siempre estará luchando con su vieja naturaleza y aconseja que para lograrlo, el camino es someternos y fortalecernos en el amado Salvador:
“El alma (psiquis) es la parte del hombre que lo ha gobernado siempre, desde la caída. Esta compuesta de tres partes: el intelecto, la voluntad y las emociones. El alma del cristiano ha llegado a un punto en que no puede ser puesta en orden; todavía es una mezcla del bien y del mal. Resulta maravilloso cuando el alma se somete a Dios; pero cuando no lo está puede bloquear lo que Dios quiere hacer en nosotros y a través nuestro. Si bien el “viejo hombre” fue crucificado con Cristo, todavía quedan restos del desorden que dejó allí desde la época en que dominaba nuestra alma; la tarea de limpieza — en lenguaje bíblico — se llama santificación. ¡Esta esfera es un verdadero campo de batalla! Es el campo del “yo” que Jesús quiere que neguemos” (Dennis Bennet. “El Espíritu Santo y tu”. Editorial Vida. 1980. EE.UU. Pg. 190, 191)
Por supuesto lograr la victoria en la lucha que libramos diariamente con nuestra vieja naturaleza no es fácil si batallamos en nuestras fuerzas, pero es posible cuando dependemos enteramente del Señor Jesús en oración. Él nos guía, fortalece y ofrece salidas cuando vienen fuertes tentaciones que amenazan con llevarnos a volver atrás.
Una Meta: Permanecer día a día con Cristo
Lucía me escribió desde Santiago, en Chile. Batalla con su deseo de ir a bailes y beber cerveza y otros licores como lo hacen sus compañeros de Universidad. “A todos les parece normal, y para ellos lo anormal es que no los acompañe.” No ha sido fácil porque sus supuestas amistades ejercen una poderosa presión en ella procurando que las acompañe a las reuniones desordenadas que organizan los fines de semana.
La joven le encontró sentido a la decisión de permanecer al margen de estas actividades hace unas semanas cuando uno de sus compañeros, embriagado y drogado, chocó el auto contra el separador de una avenida, volcó el vehículo y murió junto a su novia.
“Definitivamente nada de eso es bueno”, me escribió. No obstante admite que la decisión de seguir a Jesús no es fácil.
Juan Carlos aún no termina la secundaria y recién dejó la marihuana. En dos ocasiones probó el crack pero las convulsiones, vómito, vértigo y paranoia que acompañaron su experiencia, le llevaron a la conclusión que no debía volver a probarlo. Además, conocía de cerca casos de personas adictas que hicieron cosas inverosímiles para conseguir la droga.
“Reconozco que caminar de la mano de Jesús es maravilloso pero a la vez, representa un reto porque el mundo me atrae; además soy joven”, me escribió desde Texas, en los Estados Unidos.
Un tercer caso es el de un joven profesional de la arquitectura a quien le cuesta trabajo ser fiel a su esposa. Apenas llevan tres años de casados, pero sus amigos viven inmersos en adulterio y le han animado a asumir ese comportamiento. “Ya verás que Laura no se da cuenta”, le insisten.
Él asiste a la iglesia y está dispuesto a permanecer firme en su decisión de ser fiel a su matrimonio, pero a veces siente que la presión de sus pretendidos amigos es tanta, que podría flaquear. Me escribió pidiendo un consejo. Le aconsejé orar para vencer las tentaciones y afirmarse en los principios que aprendemos de las Escrituras.
Me identifico con usted que emprendió un proceso de crecimiento hacia nuevos niveles como discípulo. No es fácil vivir a Cristo, pero sí es posible y además, trae su recompensa. Nuestro estilo de vida cambia y progresivamente aquellos viejos hábitos a los que creíamos estar atados, van quedando atrás. Es una forma práctica de mirar la transformación que produce el someternos a la voluntad de Dios.
El apóstol Pablo lo describe de la siguiente manera: “Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo.” (Romanos 12:1. NTV)
La consagración, como podrá apreciar, es una entrega y rendición que no solo honra y glorifica a Dios sino que a Él le agrada como escribe Pablo.
Si decide vivir cada instante para Cristo, el Padre celestial expresará su agrado y le brindará apoyo para salir de la situación que atraviese y que amenace su integridad como hijo de Dios como escribe el apóstol Pablo: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla.” (1 Corintios 10:13. RVR)
Esa decisión es fundamental porque abundan quienes se llaman cristianos pero pretenden vivir a su manera, bajo sus propios criterios y de paso, desestiman algo tan maravilloso como la salvación. Deliberadamente desconocen lo que significa la consagración. Dejan de lado la decisión.
Dennis Bennet al respecto escribe: “La consagración se produce cuando optamos por caminar con Jesús, día a día; significa poner a Jesús en primer lugar en nuestras vidas y caminar con él (Cp. Mateo 6:33) Jesús nos ha prometido estar siempre con nosotros, pero el creyente no consagrado pretende que Jesús lo acompañe adonde él quiere ir, en tanto que la persona consagrada sigue a Jesús adonde Jesús quiere ir (Cp. Mateo 9:23)” (Dennis Bennet. “El Espíritu Santo y tu”. Editorial Vida. 1980. EE.UU. Pg. 190)
Jesús el Señor pasa a convertirse en el capitán de la embarcación de nuestra vida y nos lleva siempre a puerto seguro, porque tiene en sus manos una carta de navegación infalible. Él es nuestra brújula que nos enseña dónde está el norte.
La consagración y la renuncia van de la mano
¿Por qué nos consagramos y decidimos renunciar a todo? Porque al conocer al Señor Jesús y tomar la decisión de seguir sus huellas en la arena, anteponemos el Reino de Dios por encima de cualquier cosa, como Él nos enseñó: "Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.” (Mateo 6:33. NTV)
Por favor observe que buscar el Reino de Dios está ligado a llevar “una vida justa”, en conformidad con la voluntad de nuestro Padre. ¿Y cuáles son los resultados? La Palabra misma lo dice: Recibiremos de Su mano poderosa lo que pidamos y que, por supuesto, este en consonancia con lo que Él desea para usted y para mí. Tenga presente que caminar de la mano de Jesús es caminar de la mano de Dios (Cp. Colosenses 2:9 — 11)
Reprogramando nuestra vida
Cuando decidimos consagrarnos al Señor Jesús tomamos una segunda determinación: Reprogramar nuestra vida en cuanto a pensamientos y acciones.
Ese constituye uno de los consejos más valiosos que impartió el apóstol Pablo a los creyentes del primer siglo y que aplica a nosotros hoy: "No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2. NTV)
Cuando nuestros pensamientos están alineados con el propósito de Dios, reconocemos cuál es su voluntad para usted y para mi. Él es quien nos transforma si permitimos que lo haga, si le abrimos las puertas de nuestro corazón.
¿Eso es todo? No, todavía hay más. La decisión que usted tomó de caminar siguiendo las pisadas del Maestro, está unido a otra determinación que enriquecerá su vida personal, espiritual y familiar: Cumplir los mandamientos de nuestro Supremo Hacedor. Jesús lo dijo a sus primeros discípulos y a nosotros hoy: "Si me aman, obedezcan mis mandamientos.” (Juan 14:15. NTV)
¿No le parece que eso nos lleva a una nueva dimensión? Por supuesto que sí, porque comprendemos que ser cristiano va más allá de tener un rótulo y nos convoca a reprogramar nuestra vida reemplazando viejos patrones de conducta — pensamientos y acciones — para asumir unos nuevos en consonancia con lo que aprendemos cada día en las Escrituras.
El amado Jesús mora en nosotros. Somos templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19, 20). Y en esa nueva condición, no podemos dejar arrastrar por las emociones sino por aquello que Dios quiere para nosotros. Si lo hacemos, encontramos paz en Él (Mateo 11:28, 29). Es parte de la maravillosa experiencia de caminar día a día tomados de la mano del Señor Jesús, siguiendo sus pisadas en toda circunstancia y momento.
Tareas para la semana:
Las tareas que ocuparán esta semana mi proceso de crecimiento en el Discipulado Nivel III son:
a.- Leeré de nuevo la totalidad de la Lección para evaluar cuál ha sido hasta hoy mi grado de compromiso con el Señor Jesús y aplicar los correctivos a que haya lugar.
b.- Evaluaré si estoy caminando en consagración con el Señor Jesús y, de no ser así, identificaré qué impide que me consagre al Maestro para eliminar de mi vida esos hábitos, costumbres o actitudes que afectan el crecimiento espiritual.
c.- Dedicaré más tiempo a la oración para ir creciendo en intimidad en mi relación con el Señor Jesús
Versículos para memorizar durante la semana:
“Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero te pierdes o destruyes a ti mismo?” (Lucas 9:24, 25. NTV)
Publicado en: Escuela de Discipulado
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