La lealtad, una característica del cristiano
Base Escritural: 2 Reyes 2: 1-13
2. Introducción
Nuestra sociedad carece de personas leales. Personas en quienes se pueda depositar la confianza. Personas que formulen comentarios constructivos, no críticas destructivas. La sociedad está reclamando hombres y mujeres así, que tanto en el desenvolvimiento laboral como eclesial y social en todos los órdenes, constituyan un ejemplo vivo de que el poder transformador de Jesucristo tocó sus vidas y sigue transformando almas cada día.
3. Desarrollo del tema
3. 1. Todo está bajo el control de Dios (v. 1)
La Escritura señala que: “Aconteció que cuando quiso Dios alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal” (versículo 1).
Es natural pensar que uno de los más caros anhelos de todo siervo, es estar delante de su Señor. Y en el caso de los cristianos, ir a la presencia misma del Dios de poder, en quien hemos creído. Otro aspecto apenas natural es meditar en qué nos espera al término de años y años de trabajo en la obra. Elías no lo pidió, pero el Padre le tenía dispuesto llevarlo a sus atrios, en condiciones que el profeta jamás imaginó. Fue un premio que ni siquiera pasó alguna vez por su mente.
a. Dios hace las cosas en su tiempo
No podemos ni debemos presionar que Dios haga las cosas. Su reloj y su calendario son diferentes de los nuestros. Pero algo que jamás podemos olvidar es que el Señor sabe todas nuestras obras y en su momento, hará brillar nuestra justicia delante de los hombres.
b. Debemos esperar en la voluntad de Dios
El Creador sabe cómo hace sus cosas. Ni usted ni yo podemos decirle cómo hacerlas. Pero en esencia hay una idea central aquí: Dios hace las cosas en el momento oportuno y de la mejor manera.
Note que la Biblia señala que “Aconteció que cuando quiso Dios alzar a Elías...”. No fue cuando el profeta quiso ni en las circunstancias que quizá esperaba. Fue de la forma y en el tiempo que Dios dispuso, en su infinita voluntad.
3. 2. La lealtad se expresa a Dios, con nosotros y con quienes nos rodean (v.2).
Precisa el pasaje bíblico que:
“Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el” (versículo 2).
Una característica que debe rodear al creyente de hoy, es la lealtad. Lealtad para con Dios, siendo fieles a sus preceptos; lealtad con nosotros, siendo leales y consecuentes con nuestros valores y principios; y lealtad con quienes nos rodean: los superiores, nuestros compañeros de trabajo, vecinos y sobre todo, con nuestra familia. La deslealtad, además de generar desconfianza, lleva a que nuestras palabras pierdan credibilidad y enfrentemos el marginamiento social por representar personas poco confiables.
a. Ir hasta las últimas consecuencias
No podemos menos que admirar a Eliseo. Una actitud de acompañar a su superior y amigo hasta las últimas consecuencias. Caminar con él en las buenas y en las malas. No como hoy, en nuestros días, en que tenemos amigos en tanto las cosas marchan bien. Apenas surgen los problemas, perdemos a los amigos. Las palabras de Eliseo deben retumbar todavía en nuestros oídos: “Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré”.
b. Lealtad es sinónimo de no criticar
Los desleales cuestionan y critican a todos, hasta los que llaman sus mejores amigos. Participar en estas actitudes, además de afectar nuestro testimonio cristiano, genera heridas en aquellos que depositaron toda su confianza en que estaríamos a su lado en los momentos de crisis pero también en los de victoria.
3. 3. Las personas leales aprenden y en el momento oportuno, ayudan a construir, no a destruir con sus comentarios (v. 9)
En el pasaje leemos que: “Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieres que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mi” (versículo 9).
Leer esta historia me hizo recordar a cierto líder al que le brindaron cobijo en una iglesia. Al comienzo, todo eran comentarios halagadores hacia su pastor. No había conversación en la que no exaltara las dotes del ministro a cargo de la congregación. Pero cuando se sintió fuerte, comenzó desde su posición de líder, a hacerle la guerra. Destruyó su imagen, puso en entredicho su moral y llegó hasta pretender quedarse pastoreando la grey. Este líder recibió el rechazo de quienes encontraron en él, no solo a un mal cristiano sino a un amigo desleal.
a. De los amigos se aprende
Aprender es asimilar las cosas buenas y positivas que tienen nuestros amigos. No necesariamente debemos acoger lo malo y los defectos conductuales. En nuestras amistades es seguro encontraremos elementos valiosos. A su vez, usted y yo, como cristianos leales, debemos generar enseñanzas, ejemplo y buen testimonio para con quienes nos rodean.
b. La lealtad significa decir las cosas a tiempo
El mejor amigo no es quien guarda nuestros errores para evitar conflictos. Al contrario, es alguien que, debido a su lealtad nos hace caer en cuenta de los errores. Pero de una manera sabia, no destructiva. Es manifestar interés genuino por hacernos caer en cuenta de las fallas a tiempo, antes que sea demasiado tarde.
Conclusión
La historia que relata el pasaje trae una excelente lección para los cristianos de hoy. Una enseñanza que nos lleva a reflexionar sobre nuestro grado de lealtad para con quienes nos rodean. Y por supuesto, una tácita instrucción para que cambiemos definitivamente nuestra forma de pensar y de actuar, recobrando el valor de la lealtad.
Publicado en: Sermones
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