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La oración cambia circunstancias imposibles


(Lección 9 – Nivel 3)

La oración cambia circunstancias imposibles (Lección 9 – Nivel 3)

Si hay algo maravilloso que aprendemos al leer las Escrituras es que conforme desarrollamos intimidad con Dios nuestras oraciones adquieren poder. Entramos en Su Presencia en clamor y Él responde con poder, cambiando las circunstancias, incluso aquellas que parecen imposibles de modificar.

En alguna ocasión al escuchar al Señor Jesús referirse acerca de la Salvación, sus discípulos afirmaron que sería difícil ser salvos. "Él contestó: «Lo que es imposible para los seres humanos es posible para Dios».” (Lucas 18:27. NTV)

Una frase corta pero contundente que puede marcar la diferencia en su vida. ¿Hay algo que en sus manos considera imposible de resolver? Pues bien, podrá ser imposible para usted porque para Dios todo es Posible.

Comparto con usted dos ejemplos. Sencillos. Poderosos. El primero es el del rey Josafat cuando tres pueblos guerreros muy poderosos vinieron contra él. Usted podrá leer la historia completa en 2 Crónicas 20:1-12. Hágalo ahora. Descubrirá en esas cortas líneas un mensaje poderoso.

Cuando todo parecía perdido, cuando la derrota estaba a las puertas, este gobernante depositó toda su confianza en Dios, volvió la mirada Él, le pidió que viniera en su ayuda. No acudió a alianzas con otras naciones para enfrentar al enemigo. No. Su fortaleza en momentos críticos la encontró en Dios.

Josafat simplemente reconoció el poder ilimitado de Su Creador. Tenía la certeza de que Su poder es ilimitado. No dudó.

El rey David  dejó claro este principio cuando escribió: “¡Qué asombrosas son las obras del Señor! Todos los que se deleitan en él deberían considerarlas. Todo lo que él hace revela su gloria y majestad; su justicia nunca falla. Él nos hace recordar sus maravillosas obras. ¡Cuánta gracia y misericordia tiene nuestro Señor! Da alimento a los que le temen; siempre recuerda su pacto. Ha mostrado su gran poder a su pueblo al entregarle las tierras de otras naciones." (Salmos 111:2-6. NTV)

Otro ejemplo que le invito a considerar se encuentra en Isaías 36:1-22; 37:1-38. Relata la historia del rey Ezequías cuando Senaquerib, de Babilonia, vino en su contra para despojarles y hacerlos prisioneros a él y a su pueblo.

Le invito para que lea esa Palabra. Transformará su vida porque le mostrará qué ocurre en la vida de una persona cuando considera que llegó a un callejón sin salida.

Tiene dos alternativas: La primera, darse por vencido y resignarse a lo que venga, o la segunda, perseverar en oración hasta que el milagro ocurra.

Revise su vida y renueve la fe

Es probable que hasta el momento haya visto la oración como una disciplina de las tantas que hay en la Iglesia. Esa es la razón por la que le parece aburrido tomar unos minutos para hablar con Dios, y a la vez, explica por qué duda o le resulta imposible creer que Dios puede cambiar las circunstancias. ¡Tremendo error! Los milagros no ocurren sencillamente porque no clamamos al Señor.

Le invito a leer con detenimiento lo que escribe la autora y conferencista, Kay Arthur:
“Si no conocemos a nuestro Dios y sus caminos, nuestra vida de oración será impotente e ineficaz. No le traemos grandes cosas a nuestro Dios en oración, a no ser que sepamos cuán grande es Él. No le pediremos a Dios que se mueva en forma poderosa en los asuntos de los hombres hasta que no comprendamos la voluntad para las naciones y sus promesas con respecto a los asuntos de los hombres.” (Kay Arthur. “Señor, enséñame a orar”. Editorial Vida. 1996. Pg. 26)
A veces no le pedimos grandes cosas a Dios, milagros portentosos, porque consideramos que está bastante ocupado como para atender nuestras pequeñeces.

Tenga presente un principio: Dios cambia las circunstancias. Nada hay imposible para Él.

Una forma sencilla de tomar conciencia de esta realidad, es buscar en la Palabra las referencias que hay a quien es Él. Descubrirá el poder ilimitado que rodea a nuestro amado Hacedor y cuánto puede hacer a favor de nosotros, tornando posible lo que parece imposible.

Le invito a tomar unos minutos para escudriñar las Escrituras y aprender por usted mismo quién es Dios. Por favor, en una libreta anote qué característica identifica a Dios en cada pasaje. He aquí las citas bíblicas: Génesis 1:1; 14:18-20; 22:14; ; Éxodo 15:26; 17:15; 48:35; Jeremías 23:6; Salmos 23:1; Jueces 6:24.

Piense en Quién es Dios y qué revelan los diferentes Nombres con los que se le identifica en la Biblia. Tomando como base los muchos pasajes en los que Él se revela a cada uno de nosotros, ¿considera que hay algo imposible para Él?

Sus oraciones deben cambiar

Si no ha habido respuesta a nuestras oraciones, debe haber alguna razón. “Estás en pecado”, dirán algunos. Otros advertirán: “Estás pidiendo cosas que no te convienen y por eso no hay respuestas”. Uno más podrá intervenir: “No recibes respuesta porque no no perseveras en oración”.

Probablemente los tres tengan razón o quizá ninguno esté en lo cierto. A lo que sí le llamo hoy es a revisar su vida. Es probable que no haya desarrollado intimidad. ¿Cómo lograrlo?, me preguntará usted. Y la respuesta es sencilla: Desarrollamos intimidad con el Señor cuando hablamos con Él, cuando vamos a Su Presencia como nuestro Padre pero también como nuestro mejor amigo.

Cuando leemos la Palabra encontramos ejemplos en hombres y mujeres que se dirigieron a Dios en oración. Lo hicieron en sus propias palabras. No buscaron imitar a nadie. Sencillamente se postraron ante Él y volcaron delante de Su trono todo cuanto había en su corazón: Adoración, exaltación, alabanza, clamor, peticiones e incluso, le contaron que estaban frustrados y buscaron respuestas en el Padre.

Le invito a leer estos pocos pasajes bíblicos y trate de revisar cómo fueron sus oraciones. Tome apuntes. Le resultará útil. He aquí las referencias: Jeremías 32:16-25; Daniel 2:19-23 y Daniel 9:3-19.

Le invito a hacer otra reflexión. Piense en sus hijos. ¿Cree que cuando ellos van a pedirle algo, deben hacerlo de una manera especial —además de respetuosa, por supuesto —. O simplemente si ellos necesitan algo o quieren hablar con usted, espera que vengan. Creo que sí. Es lo que nos ocurre a la mayor parte de padres de familia. Simplemente deseamos que se acerquen, que nos digan cómo se sienten, qué quieren, a qué le temen o sencillamente, qué orientación necesitan.

Pues bien, usted es hijo de Dios. Refiriéndose a la obra redentora del Señor Jesús, el apóstol Juan escribió: "Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció. Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.” (Juan 1:10-12. NTV)

Ahora, si usted es hijo, ¿qué impide que le pida algo al Señor? ¿No cree que siendo hijo Él le dará lo que le pida?

Jamás olvide que el Dios de milagros en el que hemos creído transforma las circunstancias y hace posible lo que usted considera imposible. Él puede hacerlo hoy y siempre porque Su poder es ilimitado. ¡Decídase a orar hoy! Nuestro amado Señor lo sorprenderá…

Cuestionario para profundizar en la Lección de hoy:

Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:

a.- ¿Considera que hay un milagro imposible?

b.- ¿Ha pedido a Dios que obre ese milagro? ¿Dejó de clamar por ese milagro?

c.- ¿Ha considerado lo que enseñan las Escrituras en cuanto a los Nombres de Dios?

d.- ¿Qué enseñanza puede aplicar a su vida al conocer los Nombres de Dios?

e.- ¿Leyó los pasajes en los que encontramos oraciones elevadas a Dios?

f.- ¿Qué podría aplicar a su vida en cuanto a las diferentes oraciones que registran las Escrituras?

g.- ¿Cómo cree que podrían cambiar sus oraciones desde hoy?

Publicado en: Escuela de Oración


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