La salvación, ¿podría perderse y por qué razones?
El día que recibió a Cristo, durante una campaña evangelística al aire libre con un predicador que vino de otro pueblo, José Vicente cayó de rodillas, visiblemente quebrantado y se comprometió a cambiar.” Hoy es el comienzo de una nueva vida, dijo mientras gruesas lágrimas surcaban su rostro.
Las primeras semanas experimentó una transformación en sus actitudes. Para sorpresa de Amanda, su esposa, lo encontró cierta noche lavando los platos, pegado al fregadero y con la camisa untada de jabón. No renegaba, por el contrario, lucía concentrado en su quehacer.
El problema fue cuando llegaron las fiestas patronales de San Jacinto de la Ventura. El pueblo estaba engalanado, por doquier se veían guirnaldas adornando las calles, en algunos establecimientos atronaban los equipos amplificadores de música y alrededor del parque municipal se apiñaban los puestos de los vendedores de artesanías.
Un cortador de caña, compañero de jornadas, le ofreció un aguardiente que él se bebió con avidez. Luego vino otro, y otro más. Quedó perdidamente borracho en menos de una hora mientras que la victrola hacía sonar música de Carlos Gardel, Vicente Fernández y Juan Gabriel.
Nadie volvió a ver a José Vicente en el templo. Tampoco con una Biblia bajo el brazo. Sin embargo era habitual encontrarlo en cualquier cantina, prendido de una botella de licor.
Murió en un accidente en el cañaduzal donde laboraba. La mujer estaba desconsolada, pese a los malos tratos que él le prodigaba. Y, bajo ese estado de desconcierto, atinó a preguntarle al pastor:
—¿Dónde está mi esposo, a la espera de ser juzgado por el Señor o en el infierno?—
—Amanda, realmente no lo se. Si no perseveró en la salvación es probable que se haya perdido para siempre— le respondió el ministro con visible preocupación.
El peligro de volver atrás
Uno de los mayores peligros que enfrenta el cristiano, propiciado por Satanás, es el de volver atrás de su andar cristiano. Nuestro adversario espiritual desencadena toda suerte de circunstancias y tentaciones, las cuales tocan específicamente las debilidades que él ha identificado en el ser humano, con el propósito de producir la caída espiritual.
Aunque muchos tergiversen versículos para amparar sus doctrinas, usted y yo podemos perder la Salvación si no caminamos en el temor del Señor. Salvación proviene del vocablo soteria que traduce liberación, preservación.
Cuando vamos a texto como Hechos 4:12, Romanos 1:16 y Efesios 1:13 encontramos que Salvación denota liberación espiritual y eterna concedida de manera inmediata por Dios a quienes aceptan sus condiciones de arrepentimiento y fe en el Señor Jesús, en quien únicamente se puede obtener, con base en la confesión de Él como Señor.
Ahora bien, el apóstol Pedro advirtió sobre la posibilidad de perder la Salvación cuando escribió: "Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3.17)
Pablo por su parte exhortó a los cristianos de Corintio y también a nosotros hoy: "Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). Hay quienes desconocen los peligros que se ciernen sobre su vida espiritual y ceden a las oportunidades de pecado que les ofrece el diablo.
"Usted no puede afirmar que la salvación se pierde", me dijo con tono enfático y retador un predicador de la gracia. No discutí sobre su posición pero le invité para que juntos miráramos los planteamientos de las Escrituras. Desistió de la convocatoria: “Usted es un fanático que sólo predica condenación", argumentó. Respeto pero no comparto su afirmación, razón por la que le insto a examinar cada texto bíblico para que llegue a su propia conclusión.
Perseverar es la clave
Los cristianos estamos llamados a perseverar. Es un principio dinámico que debemos asumir por encima de las circunstancias adversas que estemos enfrentando (Mateo 10:22; 24:11-13).
El apóstol Pablo, que estoy convencido es el autor de la carta, escribió: "Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:1-3).
Guardarnos firmes es fundamental. Con las condiciones que se derivan de haber aceptado la Salvación, podemos seguir adelante porque ”...nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Hebreos 10:39. Cf. Apocalipsis 3:5)
A esto debemos sumar un hecho de suma trascendencia: el Señor Jesús espera de usted y de mí que nos conservemos afirmados en la condición de salvos, no que demos pie atrás: "Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Juan 8:31)
Blancos de condenación
Cuando vamos a las Escrituras hallamos abundantes evidencias de que, aquellos que siendo salvos vuelven atrás y se dedican a una vida de perdición, se vuelven blanco de condenación.
Desde hace ya muchos siglos el profeta, hablando en nombre de Dios, advirtió: "Cuando yo dijere al justo: De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su iniquidad que hizo... Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello” (Ezequiel 33:13-18)
Es evidente que aquél hombre o mujer que desechen la obra de gracia del Señor, acarrean sus propias consecuencias. "Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:1-3)
Hoy día abundan muchos que, habiendo recibido al Señor Jesús en su corazón, se dejan arrastrar de nuevo por la mundanalidad y no se arrepienten de su condición. Por el contrario, se solazan en la pecaminosidad en la que están inmersos. La consecuencia, aunque no quieran admitirlo, es condenación.
La grave situación en que se encuentran fue descrita por el apóstol cuando escribió: "Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndolo al vituperio” (Hebreos 6:4-6)
Es probable que conozca a quienes se han apartado del Señor, o tal vez usted mismo esté en esa situación. ¡Cuidado! Recuerde que es como caer en un espiral sin fondo. Su estado puede ser cada vez peor si no se arrepiente, como dicen las Escrituras: "Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2:20-22).
¡Usted puede salir de esa condición tan lamentable a nivel personal y espiritual! Hoy es el día para que tome la decisión...
¿Cómo permanecer firmes en Cristo?
Para responder al interrogante de ¿Cómo permanecer firmes en Cristo?, es menester que primero respondamos a una pregunta apenas natural: ¿Es posible permanecer firmes en Cristo? La contestación es enfática, el cómo está orientado a una sola dirección: a través del Señor Jesús.
En nuestras fuerzas fracasaremos una y otra vez en el propósito de perseverar. Palabra nos enseña que Él nos puede ayudar ya que "Es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24. Cf. Juan 10:27-29).
A llamamiento del apóstol: "Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2 Pedro 1:10), es importante sumar el hecho de que hay la posibilidad de conservar dicha firmeza si andamos en Cristo. Él dijo: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Juan 15:5, 6)
No siga peleando en sus fuerzas contra la tentación y los ataques que despliega Satanás contra usted para llevarle a una caída espiritual. Recuerde que no estamos solos.
El apóstol Pablo nos enseño que podemos vencer y que en el Señor estamos llamados al triunfo. "Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57. Cf. Jeremías 1:19; 1 Corintios 10:13) También leemos en la Palabra de Dios "Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (2 Corintios 2:14. Cf. 1 Juan 4:4)
Es imperativo que usted haga un cuidadoso examen de su existencia. Tómese el tiempo que considere oportuno. ¿Está caminando firme en la Salvación? ¿Se ha apartado de Dios? Una respuesta honesta es esencial, porque debe conducirle a reorientar su vida espiritual.
Vuélvase al Señor. Pídale la fortaleza para seguir adelante con Él, y préndase de su mano para vencer las adversidades, tentaciones y situaciones inesperadas que salgan al paso. ¡Recuerde que con Jesucristo usted está llamado a vencer! Sin duda lo logrará...
Publicado en: Estudios Bíblicos
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