Las bendiciones de obedecer a Dios
Una de las inclinaciones generalizadas entre millares de personas es mostrarse reacias cuando se trata de cumplir con sus obligaciones. Esperan disfrutar lo mejor de la vida, pero sin asumir compromisos y menos, cumplir sus deberes.
Igual con muchos cristianos. Desean recibir las bendiciones pero desestiman su relación con los mandamientos.
— Dios es un Dios de amor y no creo que, en su inmensa misericordia, esté pendiente de pequeñeces como aquellas de si atendeos o no sus mandamientos — , me dijo alguien que asistió a una conferencia que impartí en una comunidad de creyentes.
Es la misma apreciación que asiste a creyentes del Señor Jesús en muchos países.
Cumplir los mandamientos
Hombres y mujeres estamos llamados a cumplir los mandamientos de Dios. Está consignado en las Escrituras en varios pasajes. Uno de ellos, cuando el pueblo de Israel estaba a las puertas de cruzar hacia la tierra prometida. A través de Moisés el Señor le dijo:
“Esos son los mandatos, los decretos y las ordenanzas que el Señor tu Dios me encargó que te enseñara. Obedécelos cuando llegues a la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer.” (Deuteronomio 6:1. NTV)
Atender las pautas trazadas por el Padre, debe ser un compromiso permanente. Todos los días, donde quiera que nos encontremos y bajo toda circunstancia.
De la mano con disposición de corazón, vienen las bendiciones. A continuación enumeramos algunas de ellas:
1.- Una generación bendecida por Dios
Como padres estamos llamados a transmitir los mandamientos de Dios a nuestra familia, y en lo sucesivo, a toda la generación que nos sucederá: nietos, biznietos y tataranietos. ¿Cómo es posible? Cuando afianzamos esos principios de vida en el hogar, aseguramos que nuestros hijos los transferirán a sus hijos, iniciando una cadena que impactará por años— (Proverbios 22:6).
El Señor les instruyó que debían cumplir los mandamientos “Tú, tus hijos y tus nietos teman al Señor su Dios durante toda la vida. Si obedeces todos los decretos y los mandatos del Señor, disfrutarás de una larga vida.” (Deuteronomio 6:2. NTV)
Esa fidelidad trae como consecuencia bendiciones generacionales. La decisión debemos tomarla hoy. Ese paso permitirá que nuestros ascendientes caminen de la mano del Señor y reciban también las bendiciones.
2.- Disfrutar una vida plena y duradera
Cuando nos movemos en la dimensión de Dios, en Su voluntad, las bendiciones vienen de la mano con una vida plena y duradera. Es lo que aprendemos en el versículo 2.
La solución al estrés, el desaliento, las depresiones y en general las crisis que asisten a infinidad de hombres y mujeres hoy día, estriba en la fidelidad a las pautas que nos traza el Señor en Su Palabra.
3.- Nos irá bien en cuanto emprendamos
¿Hay un secreto para que nos vaya bien en todo? Por supuesto. Se fundamenta en la fidelidad a los mandamientos de Dios.
Cuando vamos al mensaje transmitido por Moisés al pueblo de Israel en la antesala de entrar a la tierra de las promesas, leemos la siguiente instrucción: “Escucha con atención, pueblo de Israel, y asegúrate de obedecer. Entonces todo te saldrá bien, y tendrás muchos hijos en la tierra donde fluyen la leche y la miel, tal como el Señor, Dios de tus antepasados, te lo prometió.” (Deuteronomio 6: 3. NTV)
Lamentable que muchas personas acudan al ocultismo, a los riegos, a la lectura de las cartas o del horóscopo procurando que les vaya bien, cuando la solución está en sus manos: Caminar de la mano del Señor y ser fieles a sus enseñanzas. Ahí está el secreto. No hay otro camino.
4.- Seremos prosperados en abundancia
Movernos en la dimensión de Dios, en fidelidad a sus mandamientos, está ligado a un hecho: Recibiremos prosperidad en abundancia. Todo lo que viene de Él, cuando asumimos nuestra condición de hijos, es sin medida; la abundancia es el lenguaje de nuestro amado Padre.
5.- Intimidad con Dios
Disponer nuestro corazón cambia todo. Modifica el curso de la historia. Hace diferentes tanto las causas como las consecuencias. Y esa disposición de corazón va de la mano con el desarrollo de una progresiva intimidad con Dios.
El profeta Moisés instruyó a los israelitas: “¡Escucha, Israel! El Señor es nuestro Dios, solamente el Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. ” (Deuteronomio 6:4-6. NTV)
Antes de conocer al Señor Jesús como Señor y Salvador, enfrentábamos los problemas solos, en nuestras fuerzas. El curso de la historia cambio. Ahora tenemos asegurada la victoria porque Dios es quien guía nuestros pasos. Él no improvisa. Nos lleva por un camino seguro.
Una vida de compromiso
Quizá hasta hace algún tiempo estábamos gobernados por pensamientos de derrota, de rebeldía, de pesimismo. Hoy esa forma de pensar debe cambiar. Es un proceso transformador que comienza cuando conocemos e interiorizamos los mandamientos de Dios.
El Señor a través de Moisés mandó a los israelitas: “Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un recordatorio. Escríbelos en los marcos de la entrada de tu casa y sobre las puertas de la ciudad.” (Deuteronomio 6:7-9. NTV)
Cuando los mandamientos ocupan un lugar de prevalencia en nuestra vida y en la familia, todo cambia. Las bendiciones llegan. Es un fundamento bíblico que no podemos poner en tela de juicio.
Si elaboráramos una sencilla ecuación matemática podríamos describir el proceso así:
Entrega a Dios + Fidelidad a Dios + Cumplimiento de Sus mandamientos = Bendiciones
Por favor, pruébelo simplemente. No cuestione el asunto hasta tanto lo haya llevado a la práctica.
Si no ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, hoy es el día para que tome esa decisión y emprenda una nueva vida junto con su familia.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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