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Llegan lejos quienes sueñan en grande

Llegan lejos quienes sueñan en grande

1. Lectura Bíblica: Josué 14:6-14

2. Meditación familiar:

Alguien dijo una vez que solamente los que sueñan cruzan fronteras y saltan barreras. Y tenía razón, porque los sueños— desde el momento en el que se conciben— están en el terreno de lo intangible y demandan de nosotros esfuerzo y perseverancia para verlos materializados.

Todos tenemos sueños. Usted los tiene. Diferente es que, ante los tropiezos, haya renunciado a sus sueños. ¡Hoy es el día de retomarlos!

Nick Vujicic, quien nació sin extremidades, tiene autoridad moral y espiritual para hablarnos de los sueños porque a pesar de sus limitaciones, no solo ha influenciado la vida de millares de personas en todo el mundo, sino porque además, comparte con usted y conmigo, una familia maravillosa.

Es precisamente este autor quien recomienda:
“Debes tener el valor para perseguir tus sueños y nunca dudar de tu posibilidad para afrontar los desafíos que llegan a diario. Yo he podido comprobar la increíble capacidad que tienen las personas para sobreponerse a las circunstancias.” (Nick Vujicic. “Una vida sin límites”. Editorial MP. Colombia. 2013. Pg. 55)
Los soñadores no se detienen. Es algo que muy dentro de su ser: La perseverancia. Tienen claro que el común denominador entre los perdedores es darnos por vencidos fácilmente.

Con su actitud— de perseverancia o de renuncia ante los primeros obstáculos— determinan su presente y su futuro. Ser vencedor no es algo que conseguimos, parte de una determinación: Permitir que Dios desarrolle en nuestra vida los dones, talentos y habilidades con las que nos concibió. Él nos hizo vencedores.

Caleb, uno de los hombres que entró primero como explorador en la tierra prometida, halló enormes gigantes que podían frenar la conquista de los enormes territorios.

No obstante, por su condición de vencedor, trajo un anuncio alentador: Podremos entrar y comer a nuestros enemigos como pan. Actitud, decisión, perseverancia.

Y lo más sorprendente: Cuando tenía ochenta años, antes que pensar que era muy viejo, fue a reclamar los terrenos que Dios le había prometido a través de Moisés. No eran en zona plana, sino en un momento, pero él— como vencedor— estaba dispuesto a asumir el reto y convertir en productivas extensas hectáreas que para muchos eran sólo para ganado.

Cuenta la Biblia que Caleb fue a Josué y le dijo: “Tú sabes lo que Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-Barnea, tocante a ti y a mí... Yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios... Jehová me ha hecho vivir estos cuarenta y cinco años... Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió... Dame, pues, ahora este monte...” (Josué 14:6-14)

La sociedad reclama hombres y mujeres conscientes de su potencial de ganadores. Hombres y mujeres que saben, a ciencia cierta, que Dios los llamó a vencer. Hombres y mujeres que no se detienen ante los primeros obstáculos. Esas son las personas que llegan lejos, que conquistan territorios, que edifican familias sólidas, que ascienden en el trabajo.

Me acaba de llamar una mujer desesperada desde Santafé de Bogotá, en Colombia. “Mi matrimonio es un desastre”, aseguraba entre lágrimas al otro lado de la línea. “¿Puede al menos tener un pequeño asomo de fe en Dios y creer que su problema de hogar se resolverá?”, le pregunté. Me sorprendió al contarme que sueña con una familia unida. “Lo logrará porque si Dios ocupa el primer lugar en nuestra vida y casa, los sueños se hacen realidad”, le expliqué.

La actitud de vencedores va de la mano de Dios. Se dan pasos, algunas veces cortos pero sólidos, camino al éxito. Y si surgen dificultades, con ayuda del Señor se superan. Actitud, disposición, perseverancia, tres elementos que se amalgaman para permitirnos llegar a la meta.

Y hablando de Dios, ¿recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador? Hoy es el día para que lo haga, porque prendidos de la mano del Señor Jesús avanzamos siempre en el proceso de crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado. Tome hoy la decisión. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo. No se arrepentirá.

3. Oración familiar:

“Amado Dios, hoy queremos reconocer que en medio de las dificultades solemos buscar salidas a la crisis, acudiendo a muchas alternativas y que, en ese proceso, hemos perdido tiempo y generalmente hemos agravado las cosas. Reconocemos nuestro error y las consecuencias que ha desencadenado confiar en nuestras propias fuerzas. Hoy reconocemos que el único que puede ayudarnos eres Tú. Sometemos nuestra vida y nuestra familia en tus manos. Amén”

4. Una Meta familiar para hoy:

Con ayuda de Dios seguiré soñando, junto con mi familia, grandes sueños.

Publicado en: Altar Familiar


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