Los verdaderos protagonistas pasan inadvertidos
No cesaba de dar vueltas en la oficina. “¿Por qué agredí así a mi hijo, si es tan pequeño y no razona igual que yo?” Julio no sabía de su asombro por el error cometido en la mañana. Se dejó arrastrar por la rabia y golpeó a su hijo de manera inmisericorde. Ahora estaba en una encrucijada sin salida.
Maritza estaba incrédula, mirando el diagnóstico médico. La prueba corroboraba que estaba en embarazo. “¿En qué momento me dejé convencer por Alberto? ¿Ahora qué voy a hacer?”. Sus días, otrora llenos de alegría, se habían empañado ante un horizonte desesperanzador.
En otro lugar a Julián le llegaron las facturas por compras realizadas el mes anterior. La cifra es exorbitante. Se rasca la cabeza con preocupación. Aquellos zapatos de “promoción” no los usa. Están bajo la cama. Y a Raquel, su esposa, no le gustó el vestido. Comprobó que no era su color preferido, cuando lo hubieron pagado. Ahora el pobre hombre no sabe cómo pagar las cuentas.
Decisiones. Una sola palabra con un alcance muy grande. Si decidimos apropiadamente, tendremos éxito en el presente y en el futuro, pero si obramos locamente, vendrán momentos de angustia. ¿La razón? No dejamos que Dios guiara nuestro andar, como recomienda el salmista (Cf. Salmos 37:5)
Pero este interesante tema debemos abordarlo con una segunda perspectiva: los héroes que toman decisiones acertadas…
Los héroes anónimos
Siempre he pensado que la historia no es justa. Nos muestra hombres y mujeres destacados pero— por alguna extraña razón— sepulta en el anonimato a muchos que son los verdaderos héroes y cuyas acciones terminan invisibilizadas. ¿Podría brindar un ejemplo específico? Sin duda, muchos, pero quiero remitirme a un episodio de la vida del rey David; su caída espiritual y moral cuando se dejó arrastrar por la pasión y los deseos de la carne, y la actitud valerosa y hasta heroica de uno de sus servidores: Urías.
Cuando el rey Saúl pecó delante de Dios, lo que a la postre determinó el comienzo del fin de su reinado, el profeta Samuel le explicó que Dios tenía dispuesto un sucesor: “— Has actuado locamente— exclamó Samuel —. Has desobedecido los mandamientos del SEÑOR tu Dios. Él quería hacer de ti y de tus descendientes reyes de Israel para siempre, pero ahora tu reino no perdurará. El SEÑOR quiere un hombre que le obedezca. Por eso ha buscado a un varón conforme a su corazón y lo ha designado para que sea rey de este pueblo. Y todo porque no has obedecido el mandamiento del SEÑOR.” (1 Samuel 13:13, 14, Nueva Biblia al Día)
Observe que el texto enfatiza que Dios se había buscado a un varón conforme a su corazón. Esa persona fue David, el humilde pastor de ovejas quien llegó a ser rey sobre el pueblo israelita. Sin embargo, ese gobernante escogido cayó en adulterio, traición, engaño y planeamiento de un asesinato a alguien que le fue fiel. ¿Qué nos enseña este episodio que estudiaremos a continuación? Arroja un primer y gran principio: como cristianos no podemos descuidarnos porque Satanás anda buscando nuestra caída, y si nos descuidamos, nos llevará a experimentar estancamiento o un revés espiritual.
La autosuficiencia –como lo advirtió el apóstol Pablo— no es buena consejera en la vida de un creyente: “Por tanto, el que piense que está firme, tenga cuidado de no caer.” (1 Corintios 10:12, Nueva Biblia al Día)
Decisiones que determinan nuestro presente y futuro
Todos tomamos decisiones, los especialistas dicen que muchas diariamente. Algunos estiman que oscilan entre 1.200 y 1.500, partiendo desde el momento en que usted decide a qué hora bañarse, si se hecha o no shampoo y cuántas galletas toma al desayuno, para poner unos ejemplos mínimos. Ahora, lo interesante es que cada decisión es trascendental y determina nuestro presente y futuro.
Sinnúmero de dolores de cabeza nos los habríamos evitado tomando decisiones acertadas. Errar al decidir, lleva a una concatenación de nuevos yerros que nos perjudican y a quienes nos rodean.
La Escritura relata que “En la primavera del año siguiente, que era la época en que los reyes salían a la guerra, David envió a Joab y a sus oficiales y a todo el ejército para que atacaran a los amonitas y sitiaran la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén.” (2 Samuel 11:1, Nueva Biblia al Día)
¡Tremendo error! David debía estar con su ejército, como lo hacían todos los gobernantes, pero él prefirió quedarse en casa. Pereza, despreocupación, indiferencia… lo que sea, pero ¡No estaba en el lugar que le correspondía!
Al cristiano puede ocurrirle igual. Dejarse arrastrar por el relajamiento. Desiste de leer la Biblia, deja de orar y pronto se mostrará renuente a ir hasta al servicio dominical o entre semana en la congregación. De ahí a una caída espiritual sólo hay un paso.
Si experimentamos pesadez espiritual, es hora de revisar su situación; puede estar a las puertas de volver atrás en su condición de creyente. Satanás se saldrá con la suya y usted será el más perjudicado.
No se deje arrastrar por el engaño de Satanás
Cuando nos desprendemos de la mano de Dios, progresivamente nos distanciamos de Él. ¡Las consecuencias son lamentables! David lo comprobó. Después de la siesta y mientras su ejército luchaba contra los amonitas, el monarca vio a una mujer hermosa en la distancia, averiguó de quién se trataba y pese a saber que era casada con uno de los militares, “la mandó a buscar. Cando Betsabé llegó, David se acostó con ella. Betsabé apenas acababa de completar los ritos de purificación después de la menstruación… Cuando se dio cuenta de que había quedado embarazada, envió un recado a David para informárselo.” (2 Samuel 11: 4, 5, Nueva Biblia al Día)
Si cedemos terreno a Satanás, él no pierde tiempo y enreda a quienes atrapa en sus redes para llevarlos a una espiral sin fondo. ¡Es necesario permanecer vigilantes! El apóstol Pedro advierte: “Tengan cuidado y estén siempre alertas, pues su enemigo, el diablo, anda como león rugiente buscando a quien devorar.” (1 Pedro 5.8, Nueva Biblia al Día)
El rey David tomó una decisión desacertada: abrió las puertas al enemigo, y cayó en una sucesión de errores que fueron determinantes en su presente y futuro, que se vio marcado por hechos dolorosos además de que su propia familia y descendencia fueron afectadas.
Procurando ocultar el embarazo de Betsabé, una mujer ajena, el rey David mandó llamar del frente de batalla al marido, Urías. “Luego le dijo que se fuera a su casa y estuviera con su esposa. Al salir del palacio, Urías recibió un regalo de parte del rey. Pero Urías no fue a su casa, sino que se quedó aquella noche en la puerta del palacio, con los otros siervos del rey. Cuando David oyó lo que Urías había hecho lo llamó y le preguntó: —¿Qué te ocurre? ¿Por qué no fuiste a dormir a tu casa después de haber estado tanto tiempo fuera? —. Urías respondió: —El cofre, Israel y Judá, Joab y todo el ejército de mi señor están durmiendo en los campamentos, a la intemperie. ¿Cómo podría yo ir a la casa a beber, comer y dormir con mi esposa? —.” (2 Samuel 11:6-11, Nueva Biblia al Día)
¡Aquí entra el héroe de la historia! Urías demostró lealtad, compromiso, transparencia, sentido de responsabilidad y la decisión indeclinable de no recibir privilegios por su condición de líder ni rayar en el abuso del poder. Distinto del rey David, que vivía un estado de relajamiento personal y espiritual, demostró irresponsabilidad en esa etapa de su vida, debilidad ante los deseos de la carne, traicionó a alguien le que había sido lea, y además, una capacidad maquiavélica para urdir planes contra inocentes como Urías. Todo para encubrir su pecado.
En el colmo de la maldad que lo arrastró, concibió con premeditación la muerte del militar para quedarse con su esposa: “Al día siguiente, David escribió una carta para Joab y se la envió por medio de Urías. La carta ordenaba a Joab que pusiera a Urías en la primera línea de batalla, cuando el combate fuera más fuerte, y que luego lo dejara solo para que lo mataran.” (2 Samuel 11:14, 15, Nueva Biblia al Día)
El rey acabó de agravar su pecado. En consecuencia tal como puede apreciarse en los capítulos del 12 hasta el 24 del segundo libro de Samuel, los años del rey se vieron seriamente empañados. Derrota, dolor y estancamiento espiritual se conjugaron para amargar sus días.
Urías fue el verdadero héroe de esa época en la vida de David. Pese a que el rey era un hombre de Dios, se convirtió en villano por permitir que Satanás lo sedujera y arrastrara al pecado.
Nuestra sociedad reclama hombres y mujeres con sólidos principios que los lleven a actuar con coherencia con aquello que predican. Firmes con sus convicciones de fe, que permanezcan alerta frente a los asedios del Adversario espiritual y no caigan ante sus asechanzas y seducciones.
Recuérdelo: es importante afianzarnos en Dios y procurar su dirección para tomar decisiones apropiadas; un error hoy, determina un fracaso presente y una derrota sostenida en el tiempo para un mañana no lejano.
La mejor decisión de todo ser humano que se apresta a librar la lucha contra Satanás es recibir a Jesucristo en el corazón. Es muy fácil. Basta que lo haga en oración. Puedo asegurarle que su existencia será transformada.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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