Más que un trabajo común, la oportunidad de servir a Dios
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres…” (Colosenses 3:23)
Rosaura lleva 20 años atendiendo público. Está detrás de una casilla de recibo de correspondencia, en un hospital de su ciudad.
Mañanas, tardes y hasta noches arreglando cuidadosamente todas las cartas. La mayoría, pidiendo medicamentos, intervenciones quirúrgicas o citas médicas.
En ocasiones ha sentido cansancio. Más de una vez acarició la posibilidad de renunciar. Luego meditó: “Mi trabajo es importante para muchos”, y decide a re emprender el camino.
Para Rosaura, más que desarrollar una tarea rutinaria, atender público es una forma de servir. “Aquí me puso Dios, y quiero ser su mejor instrumento”, me dijo un día.
Ese pensamiento le ha llevado a imprimir cambios cada día. Primero un “Buenos días”, luego una sonrisa, después un “¿Cómo puedo ayudarle?”, y queda satisfecha cuando las personas se alejan con la sensación de haber sido atendidas.
Para esta mujer que bordea los 40 años, más que un trabajo común, la labor que desarrolla en el hospital es un ministerio en el que busca glorificar a Dios. Cambió sus pensamientos, cambio sus actitudes. Dios gobierna su trabajo.
Su actitud frente a lo que hace, puede cambiar. Si toma esa decisión, impactará a todas las personas con las que interactúa diariamente. Piénselo, está en sus manos.
Si aún no ha recibido a Jesucristo, hoy es el día para que lo haga. Es la mejor decisión que jamás podrá haber tomado.
Publicado en: Reflexiones
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