Mi familia se deja afectar por mi temperamento
“Reconozco mi mal carácter. Hay momentos en que me dejo arrastrar por trivialidades. Es más, podría asegurar que muchos de los conflictos a nivel familiar comenzaron por malentendidos que terminaron agigantándose. Creo que podría evitarse. He leído libros y siento que no puedo cambiar.”
R.C.B., desde TX, en Estados Unidos
Respuesta:
Los seres humanos tenemos la capacidad de reconocer errores y cambiar. Es una decisión que nadie puede influir porque tenemos la posibilidad de escoger. El primer y más grande paso es que reconozcamos que no solamente fallamos sino que esos errores terminan afectando nuestra relación familiar.
Como uno de los principales aspectos que permean a la pareja y a los hijos es nuestro estado de ánimo y humor— bueno o malo— es importante que hagamos una evaluación y nos dispongamos a aplicar correctivos con ayuda de Dios.
Decídase por el buen humor
El buen y el mal humor se contagian. Es viral. Reflexione por un instante cuántas veces usted dañó quizá un buen momento sólo porque no controló una actitud negativa. Tal vez le fue mal aquél día, llegó a casa mirando mal, riñó con su cónyuge y ese comportamiento terminó afectándolos a todos. Su pareja altercó con los hijos y hasta el perro de casa terminó pagando las consecuencias.
Puede que el escenario haya sido otro pero, sin duda, ha comprobado que nuestras actitudes terminan ejerciendo una influencia positiva o negativa entre las personas que amamos en casa.
El experto en temas de familia, Stephen R. Covey, recomienda: “Ser una persona alegre y sonriente, que está siempre contenta y llena de buenas historias y de buen humor es el elemento que hace que las personas quieran estar con nosotros. Es también una clave para la productividad porque le transmite una manera positiva de responder que sin duda será positivamente y de forma animadora ante las altas a las altas y a las bajas de la vida cotidiana.” (Stephen R. Covey. “Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas”. Editorial Grijalbo. México. 1998. Pg. 43)
Cuando vamos a las Escrituras encontramos dos llamamientos que nos hace Dios a conservar la alegría, incluso por encima de las circunstancias que pueden lucir adversas. El rey Salomón escribió: “El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.” (Proverbios 15.13) Por su parte el apóstol Pablo instruyó a los cristianos del primer siglo y a nosotros hoy: “Estad siempre gozosos.” (1 Tesalonicenses 5:16)
La especialista, Natalia López Moratalla, asegura que todas las experiencias humanas nos marcan. “Podría decirse entonces que si nos esforzamos por tener pensamientos positivos ante los contratiempos y dificultades, nuestro cerebro memorizará esas conexiones positivas, haciendo que con el tiempo, y sin esforzarnos tanto, tendamos un poco más al optimismo y no veamos las cosas tan mal. De igual modo, merece la pena esforzarse por ser conscientes de todo lo bueno que tenemos a nuestro alrededor. La risa significa alegría y felicidad universalmente y en todas las épocas. El sentido del humor es especialmente importante en la sociabilidad, porque la risa es convivencia. Las personas que nos hacen reír nos hacen felices, no tanto porque nos hacen pasar un buen rato, sino porque en el fondo, cuando nos reímos, aunque las cosas estén muy negras, todo se relativiza un poco y eso nos fortalece anímica y físicamente.” (Agencia EFE. 02/24/2012).
Asuma la vida familiar con buen humor
El buen humor es ante todo una disposición que desarrollan las personas cuando reconocen la importancia de sacar el mejor provecho de la vida. Nuestra existencia es relativamente corta y no podemos amargarla dando demasiada importancia incluso a trivialidades.
Covey, el autor motivacionista y que aborda temas de familia precisa que: “Las personas que pueden reírse de sus errores, estupideces y asperezas pueden volver al camino correcto mucho más rápido que aquellos que además de perfeccionistas, se ponen en el camino de la culpabilidad. El sentido de humor es con frecuencia una alternativa ante la sensación de culpabilidad, las expectativas perfeccionistas y una vida más relajada.” Stephen R. Covey. “Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas”. Editorial Grijalbo. México. 1998. Pg. 42).
Entre los beneficios de desarrollar una actitud alegre, se cuenta el hecho de que sube el estado de ánimo, fomenta el bienestar sicológico, acelera el ritmo cardíaco, oxigena el cerebro, 40% menos de problemas vasculares, viven más, ejercita el cerebro, genera unidad, es contagioso
Si deseamos que nuestra relación familiar experimente cambios, es necesario que nosotros permitamos que Dios trate nuestra existencia, transmitir alegría y detener la cadena de comportamientos errados que se ha transmitido por generaciones, que probablemente explica una actitud amargada de parte de nosotros ante la vida y sus vicisitudes.
A la existencia, aun cuando surjan dificultades, hay que encontrarle el lado positivo y enseñarle en esa dirección a nuestros hijos. Podemos asegurarle que si desarrolla buen humor, contagiará a su esposa y en línea directa, ese ambiente favorable afectará positivamente a sus hijos.
Si no ha recibido a Jesús en su corazón, le invitamos hoy para que le abra las puertas a Cristo y permita que Él traiga transformación a su forma de pensar y de actuar. Es el paso que debemos dar. Cuando lo hacemos, emprendemos el proceso de cambio y crecimiento personal, espiritual y familiar que tanto hemos anhelado. Decídase hoy por Jesucristo; no se arrepentirá…
Publicado en: Consejería Familiar
Copia el siguente texto a tu muro de Facebook:
https://www.mensajerodelapalabra.com/site/index.php/mi-familia-se-deja-afectar-por-mi-temperamento/
Temas Relacionados:
Estudios Bíblicos de Guerra Espiritual y Oración de Guerra.