Mida sus reacciones que dañan a su familia y a otras personas
1.- Lectura Bíblica: Proverbios 25:8
2.- Meditación familiar:
Sucedió como muchas cosas que jamás esperamos: El día menos pensado y a la hora menos oportuna. Y comenzó con un vistazo a la calle para percatarse de qué ocurría. Lo sorprendió la escena. El hombre agredía a su esposa ante la mirada inerme de los espectadores. Le dolió el incidente.
Nadie podía sustentar sus opiniones fundamentado en la violencia. Y se lo dijo:
— Suéltela, respétela; es su esposa— vociferó, asomado a la ventana.
— Y a ti, ¿qué te importa?— respondió el agresor, mientras apretaba fuertemente el brazo de su cónyuge.
Nadie decía nada. Tampoco perdían el más mínimo detalle. Poco a poco aumentaba el número de curiosos.
— Lo único que me preocupa es el trato a su familia— volvió a intervenir.
Y entre frase y frase, el problema pasó de ser entre marido y mujer. Ahora era entre los dos. Afortunadamente los separaron a tiempo. Nada pasó, salvo unos rasguños.
Lo curioso es que, terminada la gresca, la esposa volcó sus esfuerzos para curar a su esposo, el que minutos antes la estaba agrediendo. Volvió la mirada a su vecino y con tono de reproche en la voz le gritó:
— Y la próxima vez no se inmiscuya en problemas ajenos —.
Nada justifica la agresión contra un miembro de la familia. La grosería, la gritería y la violencia no resuelven los conflictos familiares sino que los agigantan.
A este primer aspecto se suma otra reflexión: Con frecuencia nos vemos inmersos en dificultades de otros. Entramos a discutir o proferir opiniones sin que las hayan pedido. Una actitud así necesariamente trae dificultades. Lo aconsejable es permanecer al margen de situaciones que no nos atañen.
¿Qué hacer en el caso específico del relato? Sin duda pudieron darse muchas otras alternativas. Hablar en tono conciliador pudo ser una de ellas. El error radica en inmiscuirse como si fuera un problema personal.
Frente a circunstancias así, un proverbista de la antigüedad escribió: “No entres apresuradamente en pleito, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo que haya avergonzado” (Proverbios 25:8).
En adelante usted debe medir sus actos antes de proceder a tomar una decisión o a actuar de determinada manera. En particular cuando se trate de dificultades entre terceros. La prudencia cristiana se refleja en callar a tiempo y guardar la calma en momentos difíciles...
3.- Oración familiar:
“Amado Señor Jesús, hijo del Dios Altísimo, gracias porque estar con nuestra familia asegura que nos guíes por el sendero correcto, que aprendamos a identificar y corregir y resolver a tiempo dificultades, y ante todo a reflexionar que la violencia no resuelve problemas sino que los agrava. Concédenos la sabiduría y fortaleza para seguir avanzando en el proceso de cambio y crecimiento personal, espiritual y familiar.”
4.- Una Meta familiar para hoy:
A partir de la reflexión de hoy revisaré cómo anda mi vida familia y en caso que hayan manifestaciones de agresividad hacia mi cónyuge o mis hijos, me dispondré a cambiar con ayuda de Dios.
Publicado en: Altar Familiar
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