No le quepa duda, Dios escucha sus oraciones
(Lección 11 – Nivel 5)
Cuando golpeó la cama con fuerza, Sonia expresó la contundencia de su frustración: llevaba dos años clamando por su esposo para que cambiara.
Alejandro ya no era el mismo hombre atento de antes. Del galán que conoció y del que se enamoró perdidamente, no quedaba nada.
Era la imagen desdibujada de un pasado que— en su momento— le pareció de ensueño, como sacado de una novela de Coryn Tellado.
— Dios mío, ¿es que acaso no me escuchas? Por favor, óyeme. Mira mi desespero — , clamó.
Cada vez la situación se tornaba más insostenible. Además de llegar muy tarde a casa, generalmente con carpetas atestadas de documentos para seguir trabajando hasta bien entrada la madrugada, su cónyuge dedicaba gran parte del fin de semana a beber cerveza y jugar billar con los amigos.
Por momentos sentía que no lo soportaba más. Iba al servicio religioso, pero no lograba concentrarse.
— Mira que si buscas a Dios, las cosas cambiarán— le dijo Raquel, una de las hermanas en la fe y la amiga más cercana.
En cierta ocasión, mientras leía la Biblia, encontró un versículo que llamó poderosamente su atención: “¿Acaso Dios pervierte la justicia? ¿Acaso tuerce el derecho el Todopoderoso?” (Job 8:3, Nueva Versión Internacional).
Comprendió entonces que el Señor no la estaba “castigando”, como llegó a pensarlo en muchas ocasiones, dando vueltas en su habitación mientras miraba el reloj de la mesita de noche.
— Debes perseverar— le recomendó el pastor Damián. Aunque no quería aceptarlo, razonó que no había otra salida.
Dios escuchaba sin duda sus oraciones, porque Él no puede negar su naturaleza de Padre amoroso, que tiene cuidado de Sus hijos; no obstante, también lo entendió, debía perseverar hasta que se produjera la respuesta en el tiempo y a la manera de Dios.
En los límites de la desesperación
La oración es eficaz. Desencadena el poder de Dios. ¿Lo ha pensado así alguna vez? Lo más probable es que sí. No obstante, ¿qué le impide perseverar hasta que el milagro ocurra?
Es hora de que haga un alto en el camino. Puede que su espiritualidad vaya por buen camino; no obstante, si aún no está convencido del poder que hay tras la oración a Dios, está en una etapa que debe superar.
¿Cuándo aprendemos que la oración es poderosa, porque se dirige a un Dios que no tiene límites? Cuando vivenciamos la fe, es decir, cuando meditamos en la oración y nos decidimos a insistir y persistir hasta que el milagro que necesitamos, se produce.
Cuando nos auto evaluamos en éste aspecto, lo más probable es que decidamos reemprender la ruta en nuestro caminar con Dios. Esa es una decisión importante que debemos tomar hoy.
Hora de ponernos a cuentas con Dios
Es evidente que Dios responde a nuestras oraciones. Él no cierra sus oídos a nuestro clamor. Sin embargo es importante que estemos a cuentas con Él.
Cuando vamos a la Biblia encontramos esa recomendación en uno de los libros más antiguos de la Biblia: “Si tus hijos pecaron contra Dios, él les dio lo que su pecado merecía. Pero si tú vuelves la mirada a Dios, si le pides perdón al Todopoderoso, y si eres puro y recto, él saldrá en tu defensa y te devolverá el lugar que te corresponde.” (Job 8:4-6, NVI)
Un análisis cuidadoso del texto nos revela por lo menos tres cosas:
1.- Muchas veces las oraciones se ven interrumpidas por nuestra actitud deliberada de pecar.
2.- Es posible volvernos a Dios, y concomitante a esto, las circunstancias— que otrora lucieron adversas— , cambiarán.
3.- Dios sale al paso frente a las situaciones que atravesamos, nos protege y responde cuando le llamamos.
4.- Tomados de la mano del Señor, todo puede ser como antes.
El panorama puede cambiar
La Escritura nos enseña que al volvernos a Dios, el pasado de desdicha puede cambiar llegando a ser un panorama alentador:
El patriarca Job escribió: “Modestas parecerán tus primeras riquezas, comparadas con tu prosperidad futura.” (Job 8: 7, NVI)
Sonia descubrió a través de su propia experiencia, que todo puede ser diferente. La fidelidad a Dios unida estrechamente a la perseverancia, dieron lugar a que su esposo se convirtiera a Jesucristo y hoy forme parte del cuerpo de diáconos de la congregación.
Está en tercer semestre del Seminario Bíblico en el que se forma para pastor.
Insisto: la oración desata el poder de Dios. Es un principio que debemos guardar en lo más profundo de nuestro corazón, atesorarlo y, cuando se presentan situaciones difíciles o que ameriten sabiduría, buscarle en procura de ayuda.
Es diferente luchar en nuestras fuerzas para alcanzar resultados frustrantes, que hacerlo en el poder del Señor. Todo es diferente.
Le animamos a seguir orando. No desmaye. Recuerde siempre que Dios no solamente escucha sus oraciones sino que responde en el tiempo oportuno y conforme a Su voluntad.
Y tenga presente, además, que ahora en la Escuela de Oración, cada día llegará a nuevos niveles, moviéndose en la dimensión de los milagros de Dios.
Cuestionario para la profundización de la Lección 11:
Por favor, lea detenidamente los textos y postulados de cada pregunta, y teniendo a mano su libreta de apuntes, por favor, anote las respuestas:
a.- ¿Siente que la situación que atraviesa, cualquiera que sea, no tiene solución?
b.- ¿Ha buscado la ayuda de Dios para encontrar salidas al laberinto o situación en la que se encuentra?
c.- ¿Qué hace Dios con nuestras vidas de acuerdo con lo que leemos en Job 8:3?
d.- ¿Es consciente de que la oración desencadena el poder de Dios?
e.- ¿Qué le impide estar convencido que hay poder detrás de la oración?
f.- ¿Qué relación hay entre la oración y ponernos a cuentas con Dios de acuerdo con el texto de Job 8:4-6?
g.- Si nos volvemos a Dios, ¿cómo cambia nuestro panorama (Cp. Job 8: 7)?
Publicado en: Escuela de Oración
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