No ruegue que le den amor, valórese
"Me separé hace dos meses; o mejor, mi marido se fue de casa. Tiene mil argumentos para no seguir con esta relación. Por momentos pienso que tuve la culpa. No le di motivos, pero quizá, puedo haber sido causante de esta situación. Lo he buscado, y cuanto más lo hago, enfrento más desilusiones. Él me pide a gritos que lo deje en paz. Y sinceramente, pienso que sin él no puedo vivir. No tanto por la manutención, porque soy profesionista, sino por la relación sentimental."
Y.R.B., desde Monterrey, en México.
Respuesta:
Si hay algo maravilloso en la creación, es que Dios nos hizo únicos e irrepetibles. Nadie jamás en toda la historia de la humanidad ha sido igual a usted o a mí y, sin duda, jamás lo será en los años que restan porque se produzca el fin.
El rey David lo expresó con sencillas palabras: “¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides? ¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronas de gloria y majestad! Tú le haces señorear sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto bajo sus pies:…” (Salmos 8:4-6. La Biblia de Las Américas)
Somos de gran estima y de mucho valor para Él. Sobre esa base, no está bien desvalorizarnos por nadie ni por ninguna circunstancia.
Nuestro Dios es el Dios de la familia y pretender resolver los conflictos a nuestra manera, en nuestras fuerzas, no traerá más que frustración. Si queremos llegar a un acuerdo, a quien debemos acudir es al Señor, que tiene el poder para transformar el curso de la historia de nuestras vidas y las de otras personas.
Nadie ha muerto de amor
¿Está bien rogarle a su esposo que se fue? Por supuesto que no. Una cosa es reconocer en qué errores se incurrió, y otra bien distinta es tratar de presionarlo para que vuelta a su lado. No hay necesidad que le repita que sin él no puede vivir. No es verdad. Nadie nunca se ha muerto de amor.
Valórese. Eso es esencial. El apóstol Pablo destacó la importancia de tener una apropiada valoración de cada uno de nosotros. Ni mucho más de lo que valemos, ni mucho menos.
En la carta a los cristianos de Roma, escribió: "Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.” (Romanos 12:3. La Biblia de Las Américas)
Pensar con buen juicio es el comienzo para que se valore como persona. Es el primer paso para que haga un alto en el camino y evalúe dónde se encuentra y adónde quiere llegar en la relación.
Costumbres generalizadas que no ayudan
Si hay algo que debe evitar ahora que está atravesando un período de separación, es encerrarse en sí misma y echarse a la pena. La vida debe continuar. Nada se detendrá porque su cónyuge tomó la decisión de irse. El mundo seguirá girando.
Si usted es alguien muy valioso para Dios, ¿por qué no se mira desde esa perspectiva? Depender del otro — en este caso de nuestra pareja — es el camino más rápido para caer en la infelicidad.
Le invito a considerar lo que enseña el rey Salomón: "Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu.” (Proverbios 16:18,19. LBdLA) También enseña que "No es bueno comer mucha miel, ni el buscar la propia gloria es gloria.” (Proverbios 25:27. LBdLA)
Se requiere un punto de equilibrio. Tener en cuenta nuestro valor real como personas. En segundo lugar, no desestimar a nuestro cónyuge. Y en tercer lugar, romper toda dependencia afectiva.
A la costumbre generalizada de implorar amor de quien se fue, se suma el perseguir a esa persona en las redes sociales, hasta llegar en muchos casos al nivel de acoso. Menos aconsejable aún, emprender rápidamente una nueva relación sentimental, que trae confusión en los sentimientos.
Que la otra persona no ocupe todos sus pensamientos
Insisto en que lo aconsejable es orar a Dios cuando se produce una ruptura matrimonial. Solo nuestro amado Padre puede restablecer la relación. Pero en tanto se surte el proceso, trate de ocupar su mente en otras cosas y no solo en su cónyuge, porque puede convertírsele en algo obsesivo.
El experto colombiano, Carlos Maldonado, citado por un diario colombiano, anota: “Para lo único que sirve el pasado es para aprender. No se pregunte ¿Por qué a mí? ¿Por qué me terminó si yo soy una persona buena? Pregúntese mejor ¿para qué a mí? ¿Qué tengo que aprender de esta situación? Aprenda que una relación no siempre es para toda la vida, que uno debe permanecer con la pareja hasta que se sienta a gusto y cómodo con ella. Si no es así, tiene que aprender a decir ‘hasta aquí’...” (Citado en el diario El País. 11/10/2015. Pg. C16)
Si lo asaltan los pensamientos de su relación, órele a Dios y no se extasie en películas del idilio o enamoramiento que vivieron. Insisto, hable con Dios en oración con el propósito de vivir atado al paso. Si sometemos esa situación en manos del Señor, Él obrará con poder.
No busque culpables
Cuando enfrentamos una crisis matrimonial, que ha involucrado la separación, lo mejor es pedir la intervención de Dios y dejar que Él obre, sin echarnos a culpa de todo. Es una de las primeras reacciones de las personas, autoflagelarse.
Tampoco inicie una cacería de brujas procurando hallar en sus familiares o amigos quién desencadenó la separación. Puede incurrir en graves errores, se lo aseguro.
¿Y si la relación ya terminó?
En el supuesto de que ya se ha orado a Dios, y todo permanece igual, es previsible que la relación haya terminado. Personalmente valoro la importancia de perseverar en el clamor, pero también es necesario aceptar que hay situaciones que no convienen. Y es la voluntad de Dios, no seamos hallados luchando contra ella.
En esas situaciones es importante cerrar capítulos, fortaleciéndonos en el Señor para superar la crisis y el duelo.
Desista de desprestigiar a quien fue su cónyuge, porque no queda mal él sino usted. Renuncie a la posibilidad de hacer cosas infantiles como por ejemplo, publicar conversaciones o imágenes para ridiculizar a quien fue su pareja, porque eso habla mal de su madurez.
No se haga la víctima. Cuando los amigos en común le pregunten sobre la ruptura no entre en detalles. Una respuesta corta, que no lastime a nadie, será lo mejor. Si necesita desahogarse es saludable escribir lo que siente.
Tratar de producir celos, estableciendo de inmediato otra relación. Usted y la nueva persona en su vida serán los más perjudicados.
Publicado en: Consejería Familiar
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