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No se desanime, sus hijos no son perfectos pero pueden cambiar

No se desanime, sus hijos no son perfectos pero pueden cambiar

1.- Lectura Bíblica: Proverbios 23:13-14

2.- Meditación familiar:

Si algo aspiramos los padres es que nuestros hijos jamás enfrenten las mismas situaciones traumáticas que alguna vez experimentamos. Bajo esa premisa, nos tornamos temerosos al momento de disciplinarlos o tal vez de impartirles enseñanzas.

"Hubiese deseado que a mi hijo jamás le faltara nada; le di todo lo que quería, pero con el tiempo descubrí que no valora nada. Todo cree que se lo debemos", confesó un padre atribulado al término de una conferencia de familia.

Y es que su caso no es el único. Millares comparten la situación. A los hijos hay que educarlos, amarlos, consentirlos, comprenderlos, pero también, enseñarles que todo tiene un valor. De lo contrario desarrollarán por siempre una dependencia hacia sus padres que les impedirá luchar por sus sueños y metas.

Igual ocurre con los estudios. Queremos que cursen una carrera pero, en la mayoría de los casos pretendemos superar nuestra propia frustración estudiando lo que nosotros hubiésemos querido.

De acuerdo con la especialista, Julie Lythcott-Haims:
"Uno de los errores más recurrentes de los padres es confundir felicidad con éxito, pues si bien son importantes, tienen significados distintos. La mayoría de papás piensa que la felicidad de sus hijos depende de que estudien una carrera como Ingeniería, Finanzas o Medicina, en vez de valorar que esa satisfacción solo se obtiene por medio del trabajo con el cual sus hijos se sientan a plenitud. Los hacen sentir fracasados si no obtienen las mejores notas o si no clasifican a las mejores universidades. Les trazan el camino que deben seguir y su definición de éxito no concuerda con las habilidades, pasiones y valores de sus niños”. (Citada por la Revista Semana. 12/07/2015. Colombia. Edición digital)
El psiquiatra infantil Germán Casas, citado también por la revista colombiana Semana, llama a éste comportamiento “la teoría del niño imaginario", que se refiere a los padres que imaginan a su hijo como un ser perfecto o superior, y no son capaces de tolerar la frustración de que este no sea como se lo imaginaron. “Piensan que los niños deben ser una versión mejorada de ellos. Esto expone a los pequeños a unas enormes exigencias que los hace vulnerables a no tolerar cualquier tipo de frustración”, dijo el médico.

Si bien es cierto no podemos condicionar ni limitar las aspiraciones de nuestros hijos conforme vayan creciendo, debemos ejercer nuestro derecho a orientarlos pero no a determinar de qué manera pensar. Lo más probable es que obren en sentido contrario simplemente por rebeldía.

Si los hijos han sido educados adecuadamente — bases que nos provee la Biblia — deberán ser responsables por sus acciones, analizar en qué problemas han incurrido y encontrar el camino a seguir sin depender en un todo de sus progenitores, porque quizá llegue el momento en que no se encuentren cerca.

Hay recomendaciones que son válidas para los padres en el proceso que acometieron de formar a sus hijos: En primer lugar, darles el tiempo apropiado; ocuparse de ellos. Brindarles amor y expresárselos cada vez que tengan oportunidad de hacerlo.

Otro aspecto importante es enseñarles a respetar la autoridad y que, si encuentran dificultades a su paso, les permitan levantarse y vencer los obstáculos. Jamás podemos olvidar que Dios también concibió a nuestros hijos para ser triunfadores.

De la mano con estos consejos está el consejo bíblico del rey Salomón: "No rehúses corregir al muchacho, porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol.” (Proverbios 23:13-14).

Corregirlos a tiempo no afectará su auto estima como enseña la sicología moderna. Dios no se equivoca y Él mismo fue quien nos instruyó hace siglos a ser oportunos al disciplinarlos.

Consentir a los hijos y no hacerles caer en cuenta de sus errores, no hará otra cosa que perjudicarlos. Es tiempo de que revisemos nuestro papel de padres y en caso de ser necesario, apliquemos correctivos y reorientemos nuestro camino.

No podría terminar si antes hacerle una recomendación: Reciba a Jesucristo en su corazón como su único y suficiente Salvador. Es la mejor decisión que jamás podremos tomar. Prendidos de Su mano avanzamos hacia el crecimiento personal, espiritual y familiar que siempre hemos anhelado...

3.- Oración familiar:

“Amado Dios y Padre, te damos gracias por un nuevo día que nos regalas en familia. Reconocemos que quizá no hemos jugado el papel protagónico que nos corresponde como padres, y que hasta el día de hoy les hemos impartido una educación inadecuada. Te pedimos que nos guíes para tomar las decisiones apropiadas en el momento indicado en lo que hace a la disciplina de nuestros hijos y que, bajo ninguna circunstancia, desautoricemos a nuestro cónyuge. En tus manos entregamos esta jornada. Amén”

4.- Una Meta familiar para hoy:

Revisaré en oración y con ayuda de Dios, qué tipo de disciplina y educación estoy impartiendo a mis hijos.

Publicado en: Altar Familiar


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