Nuestras ofrendas… Lo mejor para el reino de Dios
(Lección 11 – Nivel 1)
¿Te has preguntado alguna vez qué importancia tiene contribuir con tus diezmos y ofrendas a la extensión del reino de Dios? Hay quienes restan importancia al asunto; sin embargo sí la tiene, y es muy grande.
Para ilustrarte este principio de vida cristiana práctica, te invitamos para que nos acompañes a leer el evangelio:
“Jesús estaba una vez sentado frente a los cofres de las ofrendas, mirando como la gente echaba dinero en ellos. Muchos ricos echaban mucho dinero. En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. Entonces Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: Les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros que echan dinero en los cofres; pues todos dan lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir” (Marcos 12:41-44. Versión Popular).
El texto nos enseña dos aspectos que debemos considerar tocante a lo que ofrendamos para la obra de extensión del reino de Dios:
1.- El Señor Jesús tenía especial cuidado de la motivación que tenían quienes ofrendaban: unos lo hacía por compromiso— como el hombre rico — ; y otros, de corazón— como la viuda pobre —. (Versículos 41, 42).
2.- El Señor Jesús valoró a la viuda quien daba lo mejor que tenía para Dios, y cuestionó la actitud del rico quien daba de lo que le sobraba. (Versículos 43, 44).
¿Cuál es tu actitud al ofrendar?
Un principio nuestro como cristianos es diezmar y ofrendar para la proclamación de las Buenas Nuevas. Ahora, delante del Padre es fundamental la actitud que asumimos.
Hay quienes pueden dar poco, pero lo hacen con el convencimiento de que de esta manera se suman a la difusión del mensaje de Salvación; entre tanto hay también quienes lo hacen porque lo sienten como “una obligación”. En la primera actitud hay bendición, en la segunda se cumple simplemente con un ritualismo y viene a ser una manifestación de religiosidad.
En torno a la disposición que hay en el corazón, el apóstol Pablo escribió: “Acuérdense de esto: El que siembra poco, poco cosecha; el que siembra mucho, mucho cosecha. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría” (2 Corintios 9:6, 7. Versión Popular).
El Dios de poder y de gloria en quien tú has creído conoce la actitud que nos motiva realmente. Sabe a ciencia cierta si en verdad quieres ofrendar o no.
Dios quiere bendecirte
¿Acaso necesita Dios que le demos algo? En absoliuto, pero como observaremos a continiación, el ofrendar constituye un paso para ser bendecidos por el Señor, como anota el autor sagrado: “Dios puede darles a ustedes con abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre todo lo necesario y además les sobre para ayudar en toda clase de buenas obras” (2 Corintios 9:8. Versión Popular).
Se trata de una promesa que encontramos incluso en el Antiguo Testamento en donde leemos: “Traigan sus diezmos al tesoro del templo, y así habrá alimentos en mi casa. Pónganme a prueba en eso, a ver si no les abro las ventanas del cielo para vaciar sobre ustedes la más rica bendición. No dejaré que las plagas destruyan sus cosechas y sus viñedos.” (Malaquías 3:10, 11. Versión Popular).
Cuando ofrendamos a Dios de corazón, lo hacemos por amor a su obra y no porque esperemos recompensa. No obstante, en Su bondadoso corazón prima el deseo de traernos bendición.
¿Qué debemos darle a Dios? Sin duda, lo mejor, tal como lo aprendemos en las propias Escrituras. Refieren la advertencia que Dios hizo a los israelitas en la antigüedad, quienes ofrendaban lo primero que encontraban para salir del paso: “Ustedes mdicen:”!Ya estamos cansados de todo esto!”. Y me desprecian, Y todavía suponen que voy a alegrarme cuando vienen a ofrecerme un animal orbado, o una res coja o enferma.!Maldito sdea el tramposo que me promete un animal sano de su rebaño y luego me sacrifica uno que tiene defecto! Yo soy el gran Rey, y soy temido entre las naciones. Esto dice el Señor Todopoderoso” (Malaquías 1:13, 14. Versión Popular).
Tus aportes deben provenir de lo íntimo de tu corazón y deben estar acompañados por la convicción de que aportas para la obra de Jesucristo en la tierra.
¿Qué destino tienen los diezmos y ofrendas?
Es probable que te hayas preguntado: “¿Qué destino tienen mis diezmos y ofrendas?”. No eres el primero en formularse tal interrogante, y sin duda tampoco serás el último.
Los recursos se orientan a la extensión del reino de Dios a través de la Iglesia que lo representa en la tierra, la cual somos tu y yo. Los recursos se orientan a cubrir los gastos que se derivan del funcionamiento de las instalaciones físicas o templo, pago del pastor y personal administrativo y atender los costos que demandan actividades como evangelización, enseñanza y envío de misioneros.
Los dineros son recaudados a través de los líderes— quienes representan a la membresía de la congregación— y, terminado el conteo, el pastor firma el acta donde se estipula cuáles fueron los ingresos por concepto de diezmos y de ofrendas. Los libros contables están a disposición de cualquiera de las personas que se congregan y tienen registrada su membresía.
El pastor tiene un cuerpo de líderes que secundan sus planes y acciones. Como ministro del evangelio es el ordenador del gasto, desembolsos que son notificados a quienes le ayudan en la obra para que en todo momento haya transparencia en el manejo de los recursos.
Aplicación personal:
1.- ¿Cuál es tu actitud cuando ofrendas para contribuir a la proclamación del reino de Dios? (Marcos 12:41-44).
2.- ¿Qué hacemos cuando traemos los diezmos y ofrendas al templo?
3.- ¿Está bien que contribuyamos con los diezmos y ofrendas porque se trata de una “obligación”?
4.- ¿Cuál es la actitud de Dios hacia el dador alegre? (2 Corintios 9:6, 7).
5.- ¿Por qué afirmamos que al diezmar y ofrendar Dios quiere bendecirnos? (2 Corintios 9:8).
6.- ¿Qué dice el Señor en cuanto a las ofrendas que se imparten para “salir del paso”? (Malaquías 1:13, 14).
7.- ¿Qué destino tienen tus diezmos y ofrendas en la Iglesia?
Versículo para memorizar durante la semana:
“Acuérdense de esto: El que siembra poco, poco cosecha; el que siembra mucho, mucho cosecha. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría” (2 Corintios 9:6, 7. Versión Popular).
Publicado en: Escuela de Discipulado
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