Orar para ver respuestas de Dios

Orar es hablar con Dios y podemos hacerlo donde quiera que nos encontremos. No se requiere estar al interior de un templo e, incluso, en nuestro cuarto. Allí donde está, frente al computador, puede hacerlo.

No hay excusa, por tanto, para no orar. Más cuando se trata de la familia. En donde esté puede clamar al Señor por su cónyuge, hijos y familiares cercanos.

Si lo hacemos en cualquier momento y en donde quiera que estemos, no tendremos la excusa de carecer del tiempo necesario.

¿Cuándo orar? Siempre. ¿Cuánto? Lo que más podamos. Ahora, aquí hay un aspecto que cabe resaltar, y es que Dios responde por su amor ilimitado para con nosotros.

Sobre esa base, tal vez no haya orado por mucho tiempo, pero si habla con Dios, Él responderá. Que tampoco ése constituya un motivo para orar poco bajo el argumento de que “de todos modos responderá”.

Igual, otro asunto a considerar: Las oraciones al Padre celestial debemos elevarlas en todas las circunstancias, tanto las buenas, cuando todo sale a pedir de boca, pero también en los momentos críticos.

Cinco factores para que nuestras oraciones no reciban respuesta

Cuando oramos se mueve el poder de Dios. No obstante, hay quienes se quejan de que sus oraciones no reciben respuestas. ¿Por qué ocurre?

Hay por lo menos 5 factores que inciden en el por qué no recibimos respuestas a nuestras oraciones:

• Porque no perseveramos al orar (Lucas 18:1)
• Porque el enemigo pone tropiezo a nuestro clamor (1 Pedro 5:8)
• Porque no sabemos pedir como debiéramos (Santiago 4: 1-3)
• La falta de fe cuando oramos (Santiago 1:6)
• Esperar que Dios obedezca nuestras órdenes al orar, desconociendo que Él debe hacer su voluntad (Juan 5:14, 15)

Insistimos: orar es hablar con Dios, pero demanda de un lado reconocer su poder ilimitado, y de otro, sujetarnos a Su voluntad.

Hay quienes dicen: “¿Dios no me escucha porque soy pecador?” y piden que sean otras personas quienes intercedan por sus vidas y las de sus familiares.

Al respecto, la Palabra tiene una respuesta: “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye.” (Juan 9:31)

En muchas ocasiones somos usted y yo quienes ponemos talanqueras al poder ilimitado de Dios, que responde a nuestras oraciones.

Confíe en el poder ilimitado de Dios

Tenga presente que orar es el paso inicial para ver las respuestas de Dios. La fe debe asistirnos cuando oramos. Tener la firme convicción de que Él responderá y cobijará con su respuesta, la oración que elevamos por cada uno de nuestros familiares.

Es esencial que al orar, perseveremos, pero además tener conciencia de que para Dios no hay nada imposible. Su poder es ilimitado.

Cuando reconocemos que al orar hablamos con Dios y nos sujetamos a Él, dejará de ser una carga para convertirse en un hábito diario. Otro hecho que jamás podemos perder de vista es que el siervo fiel ora en todo momento, varias veces al día, puede ser a través de períodos cortos o prolongados.

En ese sentido debemos recordar una disciplina de nuestro amado Señor Jesús:

“Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar.” (Marcos 1:35)

Jesucristo nos dio ejemplo. Él como Hijo de Dios, oraba con mucha frecuencia (Mateo 14:23; 26:36, Marcos 6:46, Lucas 5:16; Juan 17).

Una poderosa razón al orar, es que desarrollamos intimidad con Dios. Si involucramos a nuestra familia, lo hacemos con la certeza de que Él obrará en nuestro cónyuge e hijos.

La transformación se producirá, de eso no nos quepa la menor duda.

Hombres y mujeres en todos los lugares confirman cómo los miembros de su familia experimentaron transformación en respuesta a las oraciones de sus allegados.

Le animamos a seguir orando bajo el convencimiento de que, siempre veremos una respuesta.