Política y ocultismo, la unión que ata pueblos enteros a las tinieblas
(Parte 2)
La búsqueda de poder y el deseo de asegurar su permanencia en esas esferas, lleva a políticos y gobernantes a vender sus vidas al ocultismo, abriéndole la puerta a brujos, quirománticos, adivinos y toda suerte de actividades estrechamente vinculadas al mundo de las tinieblas.
Quiero advertir que no estoy en contra de las culturas indígenas ni sus tradiciones— las que respeto como Latinoamericano — , pero no comparto que gobernantes, políticos y quienes ejercen poder, habiendo conocido a Dios— desde la perspectiva católica, incluso — acudan a rituales en procura de asegurar “buena suerte”. No solo se ven afectados ellos, al contaminarse con la dimensión demoníaca, sino que terminan trayendo maldición sobre sus pueblos.
No es algo nuevo. Ya desde la antigüedad los reyes y monarcas tenían prácticas de adoración a lo oculto ya que “Hicieron pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas, practicaron la adivinación y los augurios, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, provocándole.” (2 Reyes 17:17, La Biblia de Las Américas) Consciente o inconscientemente quedaron vendidos a la esclavitud del pecado (Cf. Romanos 7:14) además de quedar atados al mundo de maldad.
Nuestro amado Padre fue claro al advertir al pueblo de Israel, tocante al peligro de caer en el ocultismo: “No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni hechicería, o sea agorero, o hechicero...” (Deuteronomio 18:10; cf. Levítico 19:26; Deuteronomio 4:25; 2 Reyes 17:31, 2:16; Salmos 106:37; Jeremías 7:31; 19:5; 25:7)
Un ejemplo de las graves consecuencias que acarrea para un país el que su gobernante se venda al ocultismo, lo ofrece el Rey Acaz, de Judá. “Tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Pero a diferencia de su antepasado David, Acaz no hizo lo que agradaba al Señor su Dios. Al contrario, siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, y hasta sacrificó en el fuego a su hijo, según las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado delante de los israelitas. También ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los santuarios paganos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso.” (2 Reyes 16:2-4, Nueva Versión Internacional)
¿Qué consecuencias desató? Ruinas, derrota y crisis económica. ¿Quiénes se vieron afectados? No solamente el rey Acaz, quien practicaba el ocultismo, sino el propio pueblo de Judá. “En cierta ocasión, Rezín, rey de Siria, y Pecaj hijo de Remalías, rey de Israel, marcharon hacia Jerusalén para hacerle guerra a Acaz, y sitiaron la ciudad, pero no lograron tomarla. Por aquel tiempo, Rezín, rey de Siria, había reconquistado la ciudad de Elat, desalojando a los de Judá que vivían allí. Posteriormente los edomitas se establecieron en Elat, y allí se han quedado hasta el día de hoy.” (Reyes 16:5, 6. Nueva Versión Internacional)
El problema de este rey, como ocurre con muchos gobernantes hoy día, fue confiar en estrategias y capacidades humanas más que en Dios. Se vendió justo a lo que quería Satanás: al poder del ocultismo. Y en efecto, Satanás respalda con “hechos sobrenaturales”, pero también pasa cuenta de cobro. No hace favores gratuitamente.
“Acaz envió entonces mensajeros a Tiglat Piléser, rey de Asiria, con este mensaje: «Ya que soy tu servidor y vasallo, ven y líbrame del poder del rey de Siria y del rey de Israel, que se han puesto en mi contra.» Acaz también juntó la plata y el oro que había en el templo del Señor y en el tesoro del palacio real, y se lo envió todo al rey de Asiria como un regalo. El rey de Asiria, accediendo a su petición, lanzó un ataque contra Damasco y conquistó la ciudad. Luego deportó a sus habitantes a Quir, y mató a Rezín.” (2 Reyes 16:7-9. Nueva Versión Internacional)
Acaz llegó a comprometer hasta aquello que estaba consagrado a Dios y que se encontraba en el templo de Jerusalén. ¡Cuántas personas no dejan de lado a Dios buscando poder!
Y el rey— como insisto, ocurre con muchos gobernantes hoy día tal como vimos al comienzo— le dan la espalda a Dios y se venden al mundo de las tinieblas. “El rey Acaz fue entonces a Damasco para encontrarse con Tiglat Piléser, rey de Asiria. Cuando vio el altar que había en la ciudad, el rey Acaz le envió al sacerdote Urías un plano del altar, con un dibujo de todos los detalles… Cuando éste llegó de Damasco y vio el altar, se acercó y presentó allí una ofrenda. Ofreció el holocausto con la ofrenda, derramó su libación y roció sobre el altar la sangre de los sacrificios de comunión. El altar de bronce, que estaba en la presencia del Señor, lo retiró de la parte delantera del edificio y lo situó en el lado norte del nuevo altar, ya que ahora quedaba entre el nuevo altar y el templo del Señor.” (2 Reyes 16:10-14. Nueva Versión Internacional)
¿Se da cuenta? Satanás contamina todo alrededor. No es solo quien practica el ocultismo sino aquellos sobre quienes ejerce potestad, a quienes también contamina con los demonios.
Es tiempo de recobrar el dominio y los territorios
Como intercesores y ministros de liberación, inmersos en la Guerra Espiritual, libramos las batallas en oración en un claro propósito por recobrar los territorios y dominio que nuestros gobernantes han cedido a Satanás y sus huestes.
Cuando tentó al Señor Jesús, Satanás le prometió dominio: “Por tanto, si te postras delante de mí, todo será tuyo.” (Lucas 4:7). ¿A cuántos no ha tentado el diablo con promesas de riqueza, fama y poder? Y más, ¿cuántos han cedido a la tentación?
El apóstol Juan fue enfático en corroborar algo que sabemos, y es que por el pecado del género humano— sin Cristo Jesús en su corazón— Satanás es quien gobierna nuestro mundo: “Sabemos que somos de Dios, y que todo el mundo yace bajo el poder del maligno.” (1 Juan 5.19)
El que gobernantes hayan cedido terreno al Adversario espiritual, a través de sus prácticas ligadas al ocultismo, no hace otra cosa que desatar maldición y provocar a ira a nuestro Dios, tal como advirtió el profeta: “Pero no me habéis escuchado — declara el SEÑOR — de modo que me provocasteis a ira con la obra de vuestras manos para vuestro propio mal.” (Jeremías 25:7)
Si usted y yo asumimos una actitud pasiva, el enemigo seguirá ejerciendo influencia entre quienes están en eminencia y, por supuesto, sobre sus gobernados.
Por esta razón, conociendo el dominio del mundo de las tinieblas en las esferas del gobierno, que el apóstol Pablo recomendó orar por quienes están en posiciones de poder: “Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.” (1 Timoteo 2:1-4. Nueva Versión Internacional)
Ahora, si usted tiene una posición de poder, es importante que asuma varios principios. El primero de ellos, ser guiado por la instrucción de la Palabra, que nos da sabiduría para ejercer eficazmente: “También tus testimonios son mi deleite; ellos son mis consejeros.” (Salmos 119:24. Cf. Salmos 119:16, 143, 174; Proverbios 23:26)
Un segundo elemento es que consulte todo cuanto a va hacer, en manos de Dios (Cf. Salmos 37:5)
En tercer lugar, no tome decisiones solo, escuche las recomendaciones de otras personas que usted reconoce, pueden saber más que usted: “Donde no hay buen consejo, el pueblo cae, pero en la abundancia de consejeros está la victoria.” (Proverbios 11:4, La Biblia de Las Américas. Cf. Proverbios 15:22; 20:18; 24:6)
Recuérdelo: es clave orar por nuestras autoridades, pero— si usted es quien ejerce autoridad — , sométase a Dios y permita que Él guíe sus pasos. Jamás, bajo ninguna circunstancia, consulte adivinos o participe en ceremonias ocultistas.
Como intercesores y guerreros espirituales, debemos dedicar tiempo a clamar por los gobernantes pero también— ejerciendo autoridad en Jesucristo— reclamar territorios y posiciones de gobierno en poder de Satanás. Tenemos autoridad y poder para echarlo fuera, y es hora de levantarnos en victoria para recobrar el dominio…
Reciba hoy a Cristo en el corazón
El paso más grande para avanzar hacia la victoria en los ataques que libra en contra nuestra Satanás, radica en recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestras vidas. Puede hacerlo ahora mismo, con solo decirle: “Señor Jesucristo, reconozco que he pecado. Gracias por darme la victoria sobre el pecado y la tentación, mediante la fuerza de tu Espíritu Santo. Gracias por morir en la cruz por mis pecados y abrirme las puertas a una nueva vida. Hoy te recibo en mi corazón como su único y suficiente Salvador. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Inscríbeme en el Libro de la Vida. Amén”
Si hizo esta oración, lo felicito. Su existencia será renovada. Comienza hoy un nuevo capítulo en su existencia. Ahora tengo tres recomendaciones:- Lea la Biblia. Es un libro maravilloso en el que aprenderá principios que le llevarán al crecimiento personal y espiritual.
- Ore cada día. Orar es hablar con Dios. Nos permite tener intimidad con Él.
- Comience a congregarse en una iglesia cristiana.
Publicado en: Guerra Espiritual
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