¿Por qué debemos batallar con las tinieblas antes de evangelizar?
(Conclusión – Nivel 2)
¿Métodos? Le soy sincero: Utilizamos muchos. Uno que recuerdo como anecdótico: con el grupo de evangelismo acordamos trabajar en el oriente de mí amada Santiago de Cali, en una zona popular.
Dada la renuencia de las personas, optamos por distribuir comestibles. Imaginábamos que al reunirse muchos curiosos, podríamos aprovechar ocasión para distribuir literatura y compartirles el Evangelio del Señor Jesús.
Llegó el día y pusimos en práctica nuestro plan. Pero para nuestra desilusión, las personas se marcharon sin siquiera decir: “Gracias”. Nos dejaron con los tratados evangelísticos en las manos.
En otra ocasión nos propusimos proyectar películas en los parques, aprovechando la afluencia de público.
Es cierto que reuníamos un buen auditorio; sin embargo, al apagar el proyecto y disponernos a consolidad el mensaje, llevando a los visitantes a hacer decisión de fe por Jesucristo, quedábamos solos, como si les hubiéramos dicho que les íbamos a cobrar por el filme.
Abordar a las personas casa por casa fue otra propuesta. Los resultados fueron igualmente fallidos.
Las personas nos atendían con la prevención de que les fuéramos a ofrecer alguna revista. Por favor, no me malinterprete. No desestimo los métodos. Yo mismo los he utilizado. Lo que ha cambiado es el elemento esencial que utilizamos ahora: la oración.
Antes de desarrollar un impacto evangelístico en determinada área, convocamos a jornadas de ayuno y oración. Los resultados, además de sorprendentes, saltan a la vista. El proceso de evangelización resulta ahora mucho más eficaz.
Recobrando el territorio
La Biblia es muy clara cuando nos enseña que como consecuencia del pecado, Satanás tiene amplio dominio sobre naciones, regiones, ciudades y áreas territoriales específicas.
El mismo Satanás señaló que los reinos con su grandeza le pertenecen: “De nuevo lo tentó el diablo, llevándolo a una montaña muy alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. — Todo esto te daré si te postras y me adoras.” (Mateo 4:8, 9. Nueva Versión Internacional)
A usted y a mí, en nuestra condición de cristianos comprometidos, nos corresponde recobrar los territorios sobre los que gobierna nuestro adversario espiritual. Es una tarea que nos delegó el Señor Jesús.
Es un compromiso orientado en dos direcciones: la primera, esfuerzo, y la segunda, perseverancia. Cuando alcanzamos almas para el Reino de Dios, abrimos sus ojos, muchísimo tiempo cegados por Satanás.
Rescatarlos del mundo de tinieblas en que han estado inmersos, y librarlos del poder enemigo, es una labor ardua, sobre todo cuando nuestro enemigo no quiere quedarse quieto. Pero en Jesucristo tenemos asegurada la victoria siempre.
Las personas a quienes les predicamos, una vez cae la venda de sus ojos, comprenden la grandeza de la Salvación en Cristo y encuentran perdón para sus pecados.
Es un cimiento fuerte para que avancen en el proceso de crecimiento personal y espiritual, acompañando su decisión por la santificación que se opera en sus vidas por la obra redentora del Señor Jesús.
¿Fácil? En absoluto. Es una batalla que demanda paciencia y firmeza. Recuerde que Satanás no quiere soltar las almas y menos, ceder el terreno sobre el cual ha dominado por años. Jamás olvide que “… nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.” (Efesios 6.12, Nueva Versión Internacional)
Bajo este convencimiento, elevamos oraciones específicas antes, durante y después de una jornada de evangelización indistintamente del método que se haya utilizado. Tenga presente que las batallas las ganamos de rodillas, en oración, delante del Señor.
La oración frente a los métodos
Al igual que usted, he leído abundante material y me propuse ahondar en el tema de la evangelización cuando cursaba la carrera de teología en el Seminario Bíblico. No obstante, en la práctica, se aprende que los métodos no son eficaces si no los hemos regado los planes y proyectos con abundante oración, dándole a Dios el primer lugar (Cf. Salmos 37:5)
La Biblia nos enseña que Dios espera que sus hijos asumamos el papel protagónico que nos corresponde como intercesores: “Yo he buscado entre ellos a alguien que se interponga entre mi pueblo y yo, y saque la cara por él para que yo no lo destruya. ¡Y no lo he hallado!” (Ezequiel 22:30, Nueva Versión Internacional) , y también: “Lo ha visto, y le ha asombrado ver que no hay nadie que intervenga. Por eso su propio brazo vendrá a salvarlos; su propia justicia los sostendrá. ” (Isaías 59:16, Nueva Versión Internacional).
Debemos interceder. Es a la vez imperativo y fundamental. Clamar antes de proclamar el Evangelio. Preparar el terreno.
En la medida en que oramos por territorios en los que plantaremos la semilla de la Palabra, pidiendo a Dios a favor de las almas que los habitan, veremos la victoria y estaremos llevando a la práctica la instrucción del autor sagrado: “Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.” (Santiago 4:7, Nueva Versión Internacional)
Es hora de orientar el orden de la planificación y desarrollo del trabajo evangelístrico. Además de que sobra recordar que nuestro amado Señor Jesucristo debe ocupar el primer lugar. A Él debemos presentarle los planes y programas en oración. Sólo así tendremos asegurada la victoria, y veremos muchas almas viviendo a los pies de nuestro Salvador, como lo anhelamos en el corazón.
Preguntas para la discusión en grupo:
a.- Cuando desarrolla actividades evangelísticas, persona a persona o de manera masiva, ¿ha enfrentado oposición?
b.- Si el enemigo se atrevió a tentar a Jesús el Señor (Mateo 4:8, 9), ¿no hará lo mismo con usted?
c.- ¿Qué compromiso tenemos con la humanidad que no conoce a Cristo?
d.- Si reconoce su compromiso con la Gran Comisión, ¿qué ha hecho para evangelizar a los perdidos?
e.- ¿Por qué debemos los cristianos prepararnos para las batallas espirituales contra la maldad (Efesios 6:12)?
f.- ¿Cuál es el principal secreto para lograr la victoria en la batalla contra las tinieblas (Santiago 4:7)?
g.- ¿Está asumiendo su compromiso de búsqueda de Dios y consagración, ahora como guerrero espiritual?Publicado en: Guerra Espiritual
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