Preparados para enfrentar las batallas espirituales en oración
(Lección 4 – Nivel 2)
La pregunta no me tomó por sorpresa, al término de una conferencia en una iglesia: — ¿Cuánto tiempo debe orar un guerrero espiritual? — me inquirió una joven mujer, que junto a decenas de personas se habían congregado para escuchar sobre el tema.
Y digo que no me sorprendió porque lo he repetido hasta la saciedad y más aplicando a la vida de un guerrero en la dimensión espiritual: Se debe orar todo el tiempo. Y así se lo hice notar.
Ella contra preguntó:
— Si trabajo, y además, tengo dos niños que atender apenas regreso del trabajo, ¿en qué momento debería orar? —. Su cuestionamiento sonaba honesto. No estaba buscando pretextos para no orar, sino que deseaba encontrar alternativas.
Y mi respuesta, que comparto con usted donde quiera que se encuentre: — Orar es una actitud, una disposición de corazón, una relación permanente con Dios — le dije. —
Usted puede ir conduciendo el auto, y estar orando a Dios; estar escribiendo un informe en la oficina mientras clama al Señor mentalmente; estar de compras pero orando mientras escoge las verduras. En todo momento, sin importar las circunstancias. Es esencial porque nos permite desarrollar intimidad con nuestro Padre, y por supuesto, nos asegura la victoria —.
La señora sonrió y con ella, otras personas asintieron con su cabeza. Entendían que no solamente oramos cuando estamos de rodillas, en la soledad de nuestro cuarto. Oramos en todo momento, en todo lugar.
Ese es el fundamento de alguien involucrado a tiempo completo en la Guerra Espiritual, porque dicho sea de paso, en todo instante enfrentamos el mundo de las tinieblas.
Es natural enfrentar oposición
Como cristianos enfrentamos oposición. Nuestro adversario espiritual ronda para causarnos daño (1 Pedro 5:8) ¿Cuánto más cuando nos encontramos estrechamente relacionados con la guerra espiritual?
Un ejemplo clásico, para ilustrar esta realidad, lo hallamos en el libro del profeta Daniel. Él se encontraba orando a Dios, buscando Su rostro, clamando por su ciudad y país.
Y en visión un mensajero de Dios se le manifestó: "En ese momento, una mano me tocó y, aún temblando, me levantó y me puso sobre las manos y las rodillas. Entonces el hombre me dijo: «Daniel, eres muy precioso para Dios, así que presta mucha atención a lo que tengo que decirte. Ponte de pie, porque me enviaron a ti». Cuando me dijo esto, me levanté, todavía temblando. Entonces dijo: «No tengas miedo, Daniel. Desde el primer día que comenzaste a orar para recibir entendimiento y a humillarte delante de tu Dios, tu petición fue escuchada en el cielo. He venido en respuesta a tu oración; pero durante veintiún días el espíritu príncipe* del reino de Persia me impidió el paso. Entonces vino a ayudarme Miguel, uno de los arcángeles, y lo dejé allí con el espíritu príncipe del reino de Persia.” (Daniel 10:1o-13. NTV)
Ahí se evidencia que nos encontramos en la mira del enemigo espiritual, pero también pone de manifiesto la otra cara de la moneda: Tenemos un Dios poderoso que nos cuida, está atento a nosotros en todo momento y nos asegura la victoria cuando estamos batallando.
El pastor, autor y conferencista centroamericano, Harold Caballeros, escribe: ”... tenemos una función activa en la obtención de nuestras bendiciones. Si no recibimos respuestas a las oraciones, no es porque Dios no quiera responder, sino porque hay un enemigo invisible, que quiere impedir que recibamos esa respuesta; pero una buena noticia: Quien se opone es un enemigo a quien es posible vencer...” (Harold Caballeros. “De victoria en victoria”. Editorial Peniel. Argentina. 2014. Pg. 22)
Dios desea que avancemos en la vida cristiana, en el ministerio y en la lluvia de bendiciones que tiene para nosotros, incluida nuestra familia. Pero es esencial que estemos alerta, que libremos esa batalla con un adversario que procura robarnos la paz. Si lo hacemos, nos apropiamos de lo mejor de la vida que nos tiene reservado el Señor.
El secreto está en orar. Clamar. Creer a ese poder maravilloso e ilimitado que está en nuestro Padre celestial.
Batallas en un mundo caído
Si algo le concede poder al enemigo, es el pecado del mundo en el que nos desenvolvemos. La inclinación a la inmoralidad. La adoración de lo material que muchos anteponen a la vida espiritual, y por supuesto, la idolatría en sus diferentes manifestaciones hoy día (lea Salmos 115:4-8)
El camino es la oración. No nos cansaremos de insistir que es el arma del cristiano comprometido en la guerra espiritual. Es la vía que abre y cierra las puertas al tiempo que nos asegura la victoria en cada nueva lucha: "Sigue pidiendo y recibirás lo que pides; sigue buscando y encontrarás; sigue llamando, y la puerta se te abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.” (Mateo 7:7, 8. NTV)
El poder ilimitado de Dios está a nuestra disposición, pero debemos apropiarnos de él.
De la mano con la oración, un auténtico guerrero espiritual vive a Cristo. Testimonia de la Salvación con su vida, con una actitud de rendición a Dios y acciones que refrenden sus convicciones: "No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Solo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.El día del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, expulsamos demonios en tu nombre e hicimos muchos milagros en tu nombre”. Pero yo les responderé: “Nunca los conocí.” (Mateo 7:21-23. NTV)
Si hay oración y testimonio de vida, ¿qué podemos temer? Estamos avanzando en la dirección correcta. Nos resta atesorar la autoridad espiritual que ya el Señor nos otorgó por la obra redentora de Jesús: "Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño. “ (Lucas 10:19. NTV)
En consonancia con este principio victoriosos, el apóstol Pablo escribió: “Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros.” (Efesios 3:20. NTV)
La batalla está en su fragor. El enemigo está dando duras peleas, pero usted y yo estamos prendidos de la mano de nuestro Dios, y nada nos podrá vencer. No hay enemigo que pueda levantarse sin sufrir tremenda derrota.
¿Qué hacer frente a los ataques?
Alguien me escribió desde San Antonio, Texas, con una profunda preocupación: “ Desde que estoy involucrado en guerra espiritual, estoy teniendo problemas”. Este hombre de origen mexicano no entendía lo que ocurría a su alrededor.
Le expliqué que cuanto pasaba era apenas natural. ¡Estaba siendo atacado por el enemigo!
Es que aún sin que nadie lo incomode, él si está decidido a incomodarnos. Jamás podemos olvidar que es nuestro enemigo espiritual; lo ha sido desde siglos.
Quien está vinculado a la oración, intercesión y guerra espiritual, y enfrenta oposición espiritual, lo que debe hacer es prenderse aún más de la mano del Padre celestial.
Hay un pasaje que viene a mi memoria y que encaja perfectamente en esta situación. Lo encontramos en el libro de los Salmos y se le atribuye al rey David:
"En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor por sus maravillas en favor de los hombres!” (Salmos 107:13-15. NVI)
Somos hijos de Dios y como tal, contamos con su protección y acompañamiento. No es algo coyuntural, por un tiempo en particular, sino permanente. Esa es la razón por la que debemos caminar de Su poderosa mano, siempre.
Y más en nuestra condición de guerreros espirituales. No nos desprendemos de su lado jamás. Sabemos que de Él, de Su poder y autoridad, dependen nuestra victoria. Y nos mantenemos conectados a Su fuente de poder, a través de la oración.
Si hay ataques no podemos ponernos a lloriquear como niños olvidados en un centro comercial inmenso, lleno de una multitud. El primer y más grande paso que debemos dar es volver la mirada a nuestro Padre y redoblar la oración. ¡Es lo que nos asegura la fortaleza para seguir adelante!
En esta orientación coincide otro texto Escritural cuando el rey David anota: "Yo, Señor, soy tu siervo; soy siervo tuyo, tu hijo fiel; ¡tú has roto mis cadenas! Te ofreceré un sacrificio de gratitud e invocaré, Señor, tu nombre.” (Salmos 116:16-17. NVI)
Es tiempo de levantarnos a dar la pelea; a librar esta batalla para derribar tronos y potestades que hoy impiden el avance del Evangelio en el mundo y ponen freno a la libertad de quienes se encuentran cautivos.
Batallamos en oración
La oración ejerce una poderosa influencia cuando libramos guerras contra el mundo de las tinieblas. Es un principio espiritual que jamás debemos olvidar. No se concibe a un guerrero espiritual que no ore. Si pretende serlo sin pasar tiempo en la Presencia de Dios, hasta el diablo se morirá de risa.
A través de los siglos ha sido así. Oración y confrontación del mundo de maldad van de la mano.
Un pasaje revelador sobre este asunto lo encontramos en el profeta Isaías. Él escribió: "Den gloria al Señor y proclamen su alabanza en las costas lejanas. El Señor marchará como guerrero; como hombre de guerra despertará su celo. Con gritos y alaridos se lanzará al combate, y triunfará sobre sus enemigos. “ (Isaías 42:12-13. NVI)
Si nos disponemos para guerrear, es esencial que doblemos rodillas ante el Dios de poder. Si lo hacemos, estaremos yendo a batallar teniéndolo a Él como nuestro capitán y poderoso gigante.
Lo más probable es que usted, que ha determinado ser un hombre o mujer inmersos en la guerra espiritual, al leer estas líneas entren a reconsiderar todo su trayectoria en estas lides. Está bien que lo haga. El primer asunto que debe resolver es cómo anda su relación con Dios.
Puedo asegurarle, que cuando lo haga es decir, cuando vuelva su mirada al Señor en oración y decida guerrear en oración, su vida y ministerio experimentarán un profundo y dramático cambio. ¡Comenzará a caminar en victoria!
Preguntas de repaso en el Nivel 2 de la Escuela de Guerra Espiritual:
a.- ¿Por qué un guerrero espiritual debe pasar en oración el mayor tiempo posible?
b.- ¿Qué tipo de situación enfrentó Daniel, que sirve de ejemplo para nosotros hoy (Daniel 10:12, 13)?
c.- ¿Podemos afirmar que Dios desea derramar abundantes bendiciones sobre nosotros y nuestra familia? ¿Qué lo impide?
d.- ¿Qué enseñó Jesús en cuanto a la oración y de qué manera aplica a la guerra espiritual?
e.- ¿Puede un cristiano profesar que tiene fe en Jesús pero no dar testimonio de vida (Mateo 7:21, 22)?
f.- ¿Qué le concede autoridad espiritual al adversario contra el cual luchamos siempre?
g.- ¿Qué nos dicen las Escrituras en cuanto a la idolatría (Salmos 115:4-6)?
Publicado en: Guerra Espiritual
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