Quien va a ser ministrado con liberación debe tener claro el proceso
(Lección 10 – Nivel 1)
El más sorprendido fue el joven Ricardo cuando su mensaje, en pleno centro del pueblo, en la plaza sobre un costado del edificio del ayuntamiento, lo interrumpió un hombre que empezó a emitir chillidos, cada vez con mayor intensidad.
Los creyentes que le acompañaban y quienes, consideraron en un comienzo que era buena idea ir al poblado más cercano a predicar a Jesucristo, pensaron por un instante que acababan de “alborotar un avispero.”
— Siga predicando… No se detenga — , instruyó el diácono Hugo Rafael.
— ¿Qué hacemos? — , preguntó Alberto.
En ese instante Ricardo recordó los Evangelios, aquellos por los que había pasado una y otra vez. Miró a uno de sus acompañantes en ese culto relámpago: “Minístrele liberación allí, junto a aquella caseta”, dijo y a quienes se percató que experimentaban mareos o no podían tenerse en pie, les invito para que recitaran con él una oración en la que recibían a Cristo como Señor y Salvador de sus vidas, y renunciaban a toda relación con el mundo de lo oculto.
— No esperaba que se produjera un incidente así— me dijo días después alrededor de una mesa con café y pandebonos recién horneados —. Por un instante no sabía qué hacer, hasta que decidí que se ministrara liberación a todos —.
Juntos repasamos en mi vieja Biblia los versículos que sirven de basamento para ser impartir en el nombre y autoridad de Cristo libertad a nivel individual pero también en grupo, cuando se da la situación.
Proclamación de las Buenas Nuevas y libertad a los cautivos, de la mano
Cuando nos damos a la tarea de estudiar los Evangelios y específicamente el ministerio del Señor Jesús y sus discípulos, encontramos una estrecha relación entre la proclamación de las Buenas Nuevas y la liberación a los cautivos por Satanás. Es por esa razón que, obedeciendo a una bien planeada acción, Satanás y sus huestes llevan a que ministros evangélicos se conviertan en blanco de críticas y hasta de burlas por unir evangelización y liberación. Otra estrategia es avivar la ignorancia sobre el tema de los demonios entre los cristianos y hasta el temor , de tal manera que muchas personas con quienes hablo— que se profesan cristianas — , argumentan: “De esos temas no me gusta hablar mucho.”
Siempre me pregunto, ¿qué hacen entonces cuando se encuentran con un endemoniado en momentos en que están predicando a Cristo?
Otras personas esgrimen muchos argumentos para desvirtuar la necesidad de romper las cadenas que atan a las personas. Aquí es necesario recabar en un asunto. Quienes están poseídos por Satanás son aquellas personas que no tienen a Jesucristo en su corazón y por tal motivo, no mora el Espíritu Santo en sus vidas. ¿Y qué de los cristianos? Si abren puertas al enemigo, él establece fortalezas en su mente y ejerce influencia en una o varias áreas de tales personas, procurando inicialmente ganar terreno en su mente para ir progresivamente colonizando el resto del cuerpo.
En todos los casos se ponen de manifiesto dos realidades: la primera, la existencia del Reino de Dios, que se extiende en la medida que le abrimos el corazón para que obre en nuestro ser, y la segunda, la realidad del Reino del mal, o de las tinieblas.
Otro aspecto que es importante resaltar, es que la liberación de demonios sólo se menciona en el Nuevo Testamento. En el Antiguo pacto no encontrará nada relacionado con autoridad para echar fuera estos habitantes indeseables y altamente perjudiciales.
Ahora, como ministros de liberación usted y yo debemos estar preparados para enfrentar críticas y burlas por nuestro desenvolvimiento en la predicación de la Palabra y puesta en libertad de quienes están cautivos, ejerciendo la autoridad que Cristo nos delegó.
Recuerde que en el Evangelio leemos que Él comisionó a sus discípulos y nos comisiona a nosotros hoy, para romper las cadenas: “Reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus malignos y sanar toda enfermedad y toda dolencia.” (Mateo 10:1, Nueva Versión Internacional)
Observe que liberación de la cautividad satánica y sanidad de enfermedades, van de la mano. Algunas enfermedades, como he insistido a lo largo del libro, son el producto del deterioro normal del organismo, pero otras afecciones son el producto de la posesión o influencia demoníaca. Apenas la persona es libre, generalmente y si se dio éste segundo caso, quedan sanas de cualquier dolencia.
Tenemos autoridad y es menester que la ejerzamos. El mundo necesita que vamos a proclamarles la obra redentora.
Hay dos formas de ministrar liberación. Una, es de manera individual, aspecto que abordamos a continuación, y la segunda, es de forma colectiva, tema que tocaremos hacia el final del Capítulo.
¿Qué debe tener claro quien será liberado?
La persona a quien se va a ministrar liberación en el nombre y en el poder de Jesucristo, debe tener claridad en torno a cuatro aspectos:
- Por la obra redentora de Jesucristo, somos hijos de Dios: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1.12; cf. 1 Juan 3.1) Si hemos recibido a Cristo en el corazón, le pertenecemos al Señor, no al diablo.
- Todos los pecados del ayer nos fueron perdonados por Dios cuando aceptamos a Jesucristo como Señor y único Salvador. Dios “arroja al fondo del mar todos nuestros pecados.” (Miqueas 7:19, Nueva Versión Internacional)
- Al ser hijos de Dios, no hay razón parea que estemos bajo ataduras por la fuerza del mal. “Conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará Libres...” (Juan 8:32)
- Satanás ya no tiene autoridad sobre la vida de quien tiene a Cristo en el corazón porque el Señor Jesús murió en la cruz y quitó todos nuestros pecados y ataduras. La Biblia dice que “Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz.” (Colosenses 4.14, Nueva Versión Internacional)
Ahora, cuando hay claridad sobre lo que Dios ha hecho, llevándonos de la esclavitud a la libertad, es esencial que quien va a ser liberado reconozca que por la obra de Jesús en la cruz, sólo Dios le puede hacer libre de la influencia o posesión demoníaca.
Despojándose del equipaje
Aun cuando muchas personas pongan en tela de juicio la conveniencia de que quien está atado por Satanás haga decisión de fe por Jesucristo, considero que es oportuno. Es abrirle paso al Salvador, nuestro amado Señor Jesús. Ahora, en caso de que se manifiesten los demonios, queda el camino despojado para echarlos fuera, al mundo de las tinieblas al que pertenecen.
En ese proceso, es necesario que la persona se “despoje del equipaje”. Y en cinco pasos, se da ese aligeramiento de lo que sobra:
1.- Confiese sus pecados
Hasta tanto no se confiesen todos los pecados delante de Dios, el Adversario espiritual tendrá “derecho legal” para seguir poseyendo o influenciando a la persona. El apóstol Juan escribió que “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.” (1 Juan 1:9, Nueva Versión Internacional)
Recuerde que hay a personas a quienes Satanás mantiene atados, recordándoles todos sus pecados, incluyendo los ocultos por supuesto, para hacerles cree que no podrán ser libres.
2.- Arrepiéntase con sinceridad
Hasta tanto haya arrepentimiento sincero en la persona, podrá ser libre. Es esencial que se reconozca la magnitud del error cometido y la grandeza de la misericordia de Dios: “Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón.” (Proverbios 28:13, Nueva Versión Internacional)
Hay pecados que no son fáciles de abandonar porque se han convertido en verdaderas fortalezas; sin embargo, en el poder de Jesucristo y no en nuestras fuerzas, podemos vencer cualquier hábito o inclinación que pudiéramos tener. Y ese fundamento es importante transmitírselo a las personas.
3.- Perdone a alguien si guarda odio aún
Un enorme muro que pone tropiezo a la liberación espiritual lo representa la falta de perdón en las personas. El amado Señor Jesús enfatizó en la importancia del perdón: “ Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados.” (Marcos 11:25, Nueva Versión Internacional)
Cuando perdonamos, además de ser libres nosotros, liberamos a otras personas. Y, por supuesto, Satanás deja de tener “derecho legal” sobre las personas.
4.- Renuncie y rompa toda atadura
La decisión de romper a toda puerta abierta al enemigo y romper toda atadura, en el nombre de Jesucristo, parte de la propia persona. Cada quien debe reconocer la obra de Cristo y decidirse por Él, dándole la espalda al Adversario espiritual.
Lleve a la persona a que, en oración, repita su renuncia a toda relación con el ocultismo y declare que por Jesucristo, rompe ahora toda atadura con el mundo de las tinieblas.
5.- Renuncie a toda maldición generacional
Las maldiciones generacionales ocupan un lugar relevante en los procesos de liberación individual. Pocas veces quien está bajo posesión o influencia demoníaca sabe que sus ascendientes abrieron puertas al mundo de las tinieblas, pero eso no les exime de sufrir las consecuencias; por ese motivo es primordial que, de manera conciente, repita una oración en la que usted le guíe, renunciando a toda maldición generacional.
6.- Ordene a todos los espíritus que salgan
En la medida en que la persona esté conciente, llévela para que ordene a todos los espíritus salir de su cuerpo. Si hay manifestación demoníaca, le corresponde a usted como ministro de liberación hacerlo. Ordénele a los entes de maldad que salgan. Hay autoridad de Cristo en su vida, tal como Él, en su ministerio terrenal lo hizo: “Al ponerse el sol, la gente le llevó a Jesús todos los que padecían de diversas enfermedades; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. Además, de muchas personas salían demonios que gritaban: « ¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.” (Lucas 4:40, 41, Nueva Versión Internacional)
Pero, tome nota: estoy hablando de ejercer autoridad en Cristo no de imponer las manos a los endemoniados, que es una confusión a la que se presta el texto si se lee con rapidez y no con cuidado y discernimiento.
Cabe aquí resaltar que al liberar a los cautivos, el Señor Jesús trató con los demonios, no con la persona que al fin y al cabo, estaba era bajo atadura; El Salvador echó fuera a los demonios, no había necesidad de ordenar a gritos, como ocurre hoy día en muchas iglesias. La gritería no reemplaza la autoridad en Cristo. Tampoco acudió al zapateo ni a gestos grandilocuentes como tratando de asustar al diablo. Otro elemento es que no se dejó perturbar por el demonio y menos intimidar, que es una estrategia a la que suelen acudir los espíritus de maldad.
7.- Confiese a Jesucristo como Señor y Salvador
Una vez la persona ha sido liberada, es esencial que declare a Jesús como Señor y Salvador. Si no lo había hecho en el proceso o antes de la liberación, debe recibir a Cristo en Su corazón. Recuerde que al hacerlo, se le da plena autoridad al Señor para que gobierne a la persona.
Liberación colectiva
Ocurre con frecuencia que al ministrar la Palabra de Dios a un grupo de personas, quienes son nuevos evidencian posesión demoníaca. ¿Se puede procurar una liberación colectiva? Por supuesto que sí, pero teniendo como apoyo a personas que, una vez se esté impartiendo órdenes a los demonios para que salgan, asistan a aquellos sobre los que se están rompiendo ataduras.
Si no hay pérdida de conciencia por parte de las personas con posesión o influencia, pídales que repitan una oración en la que reconocen a Jesucristo como Señor y Salvador, lo reciben en su corazón, renuncian a toda relación con el ocultismo y en el nombre del Señor Jesús, declaran rota toda atadura con Satanás y sus huestes.
Es hora de que inicie el proceso; millares de almas están en el mundo atadas por el ejército de las tinieblas y en usted se mueve el poder y autoridad de Jesucristo para ministrarles liberación...
1.- Versículo para memorizar :
“Conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará Libres...” (Juan 8:32)
Ejercicios para realizar durante la semana:
2.- ¿Puede describir la diferencia entre posesión e influencia demoníaca?
3.- ¿Qué autoridad le dio el Señor Jesús a sus discípulos y a nosotros hoy (Cf. Mateo 10.1?
4.- ¿En qué momento una persona puede ser considerada hijo o hija de Dios (Cf. 1 Juan 1:12)?
5.- ¿Qué hace Dios con los pecados del ayer, de los cuales nos arrepentimos y pedimos perdón a Dios (Cf. Miqueas 7:19)?
6.- ¿En qué momento podemos ser libres (Cf. Juan 8:32)?
7.- ¿Qué hizo el Señor Jesús con los pecados que le daban “derecho legal” a Satanás sobre la vida de las personas (Colosenses 4.14)?
8.-
9.- ¿Por qué debe haber arrepentimiento sincero en la persona para ser libres (Cf. Proverbios 28:13)?
10.- ¿Por qué se debe renunciar a todo pecado generacional?
11.- ¿Qué importancia reviste el que la persona que está siendo liberada repita con sus palabras la renuncia a todo contacto con el ocultismo?
Preguntas para discusión en grupo:
12.- ¿Es posible la liberación colectiva? Explique por qué y cómo.
13.- ¿Cuáles son los pasos a tener en cuenta cuando se ministra liberación de manera individual?
Publicado en: Guerra Espiritual
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