¿Quiere renunciar a su familia?
"Le escribo desde Temuco, en Chile. Leo las publicaciones periódicamente. Me gustan. Hoy les escribo porque ando en un estado de desesperación único. Siento cansancio con mi hogar. Me parece que las cosas no van bien con Rocío, mi esposa, y los dos hijos adolescentes por momentos se tornan insoportables. Si los quiero corregir, mi esposa se incomoda. Definitivamente siento que no tengo nada qué más hacer en esta casa."
L.M.A., desde Temuco, en Chile
Respuesta:
Las familias enfrentan problemas. No encuentro la primera que no haya vivido o no esté experimentando una situación difícil. No obstante, con todo y lo conflictiva que pueda ser la relación, divorciarse no es una opción. De hecho, cuando Dios creó a la primera pareja y estableció en Adán y en Eva una familia, tenía el propósito de que permanecieran unidos (Cp. Génesis 2:26)
Ahora bien, le invito para que se tome unos pocos minutos y, de camino al trabajo o quizá mientras toma el almuerzo o regresa a casa, mire a las personas que caminan junto a usted en la calle.
¿Podría identificar los rostros de personas fracasadas y de aquellas que son victoriosas en todo cuanto emprenden? Probablemente me dirá que no es fácil, y en eso tiene la razón.
¿Acaso esa persona que está de camino a casa, viajando en el autobús con usted, no ha enfrentado alguna vez encrucijadas en su relación familiar? Puedo asegurarle que sí. La diferencia es la decisión que tomamos.
Un divorciado, un fracasado
Divorciarse es claudicar. No evidencia otra cosa que un fracaso persona. Imagínese, ¿si no pudimos resolver confrontaciones a nivel interno, en el hogar, con qué capacidad podríamos responder a otro tipo de inconvenientes?Qué es lo más apropiado: ¿Salir corriendo? Por supuesto que no.
La condición de triunfador en medio de los tropiezos, incluso en el ámbito familiar, está dentro de cada uno de nosotros. Esa capacidad nos la concedió Dios al darnos la vida.
El que lleguemos a nuevos niveles de entendimiento con la familia y con quienes nos rodean, no depende de los demás ni de las circunstancias sino más bien de la forma como aprovechemos cada nueva oportunidad que nos ofrece el Señor. Y los problemas, permítame decírselo, pueden ser oportunidades para corregir y mejorar en todas las áreas de nuestra existencia.
En la Biblia leemos una expresión alentadora del rey David quien había depositado toda su confianza en Dios para vencer: "Aunque estoy rodeado de dificultades, tú me protegerás del enojo de mis enemigos. Extiendes tu mano, y el poder de tu mano derecha me salva. El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida, pues tu fiel amor, oh Señor, permanece para siempre. No me abandones, porque tú me creaste.” (Salmos 138:7, 8. NTV)
En palabras de este monarca, uno de los más grandes de Israel y quien agradó al Señor en sus caminos, si estamos en la voluntad divina “El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida”. Arreglar nuestra situación con Dios es un primer paso para subir a la cima.
El líder empresarial Jean-Claude Biver dice que el más grande ingrediente en la búsqueda del éxito y la realización es aceptar los fracasos y empezar de nuevo. Él dice que quienes llegan lejos jamás dejaron que la adversidad los golpeara.
¿Problemas? Pues hay que resolverlos
Si está atravesando problemas en la familia, hay que resolverlos. El más grande ayudador que tenemos en este proceso es nuestro amado Dios. Él nos permite encontrar la salida al laberinto.
Si involucramos a Dios, puedo asegurarle que los tremendos obstáculos de hoy se tornarán en maravillosas oportunidades para crecer.
Ahora, tomando como base lo aprendido hasta aquí, le invito a que leamos lo que varios expertos en realización personal consideran que son siete pasos sencillos para el éxito en todas las esferas de nuestra vida, incluyendo la esfera del hogar:
El primero, descubrir qué nos apasiona; el segundo, fijarnos metas específicas a nivel personal, familiar y profesional; el tercero, aprovechar las oportunidades que Dios nos ofrece en la vida; el cuarto, no tenerle miedo a los retos; el quinto, no desestimar la innovación y la búsqueda de nuevas experiencias creativas; el sexto, aplicar valores fundamentales a nuestra vida como el respeto, valoración de las personas que nos rodean, el amar y el perdonar, y el séptimo paso: Aceptar el fracaso y perseverar.
Son siete pasos que pueden resultarle de mucha ayuda. Basta que haga un listado de aquellos proyectos — incluso su familia — en los que no ha alcanzado el éxito aún y que debe reemprender. Recuerde que para Dios no hay nada imposible y si avanzamos tomados de su mano, llegaremos muy lejos; no hay límites para dar nuevos pasos hacia la cima.
Y hablando de Dios: ¿Ya recibió a Jesús como su Señor y Salvador? Hoy es el día para que lo haga. Puedo asegurarle que no se arrepentirá. Reciba a Cristo hoy en su corazón.
Publicado en: Consejería Familiar
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