Rompa las cadenas y libere su vida y la de su familia de las deudas
1.- Lectura Bíblica: Proverbios 22:1-3; 26, 27; 17:18;
2.- Objetivos:
2.1.- Que al término del Grupo Familiar los participantes reconozcan la necesidad de ser muy prudentes y sabios en el manejo de los recursos.
2.2.- Que al término del Grupo Familiar los participantes revisen la forma como están invirtiendo los recursos y, en caso de encontrar errores, decidan aplicar correctivos.
2.3.- Que al término del Grupo Familiar los participantes pidan sabiduría a Dios en torno a las inversiones que hacen de sus recursos con el propósito de ejercer una sabia mayordomía.
3.- Desarrollo del tema:
¿Sabía usted que uno de los factores que mayor incidencia tienen en los conflictos familiares e incluso en la separación de las parejas lo constituye el manejo de las finanzas? En esta línea hay dos elementos que revisten particular importancia: El primero no ponerse de acuerdo con cuanto a los ingresos familiares, y el segundo, las discusiones que se desencadenan como consecuencia de la escasez de plata o de las deudas.
Ahora, ¿por qué se endeudan las familias? Porque en su horizonte inmediato están las necesidades no satisfechas y la convicción de que comprando a crédito los problemas se resolverán. Lo que en realidad ocurre es que postergan la búsqueda de soluciones, y de paso, agigantan la dificultad porque las deudas vienen de la mano con altos intereses que llevan a pagar el mismo artículo hasta dos veces su valor en unos cuantos meses.
“Nosotros incurrimos en una deuda de un familiar y, lamentablemente, quedamos con la acreencia y de paso perdimos todo contacto con esa persona. Literalmente dejó de hablarnos después de insultarnos por hacerle el reclamo, aun cuando fue en buenos términos”, explica Vanessa, una joven abogada que por dieciocho meses vio menguado el presupuesto de casa para atender la contingencia.
Las Escrituras son claras al referirse a la insensatez de incurrir en deudas y aconsejan ser prudentes y apatarse de la tentación que representa el “compre hoy y pague mañana”. El rey Salomón escribió: “El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y reciben el daño.” (Proverbios 22:3)
Lo que estamos llamados a hacer cuanto nos encontramos ante la incertidumbre de incurrir en un compromiso financiero, es pedirle la sabiduría a Dios en primer lugar con el fin de dar pasos acertados, y en segundo instancia, echar papel y lápiz haciendo cuentas para no comprometer nuestra capacidad de pago.
El asunto resulta particularmente complicado cuando decidimos vivir de qué dirán. Adquirir bienes o servicios sólo por aparentar.
No obstante el peligro permanece porque los medios de comunicación nos inundan con mensajes que nos instan a gastar sin medir el alcance de las consecuencias. Las circunstancias económicas y aún de empleo han cambiado y –ante estos retos— las familias deben encontrar nuevos caminos para confrontar las tentaciones de la modernidad.
El autor y conferencista internacional, Stephen R. Covey, aconseja:“El desafío para las familias ha cambiado, y sobre esa base debemos desarrollar una respuesta que esté acorde al desafío. El deseo de crear una familia sólida no es suficiente. Incluso las buenas ideas no son suficientes. Necesitamos una nueva mentalidad y desarrollar nuevas habilidades. El desafío ha dado un gran salto y si queremos responder efectivamente, también nosotros debemos avanzar.”(Stephen R. Covey. “Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas”. Editorial Grijalbo. 1998. Argentina. Pg.26)Sobre esa base es importante que evaluemos y apliquemos nuevos criterios a la forma como definimos el presupuesto familiar y la forma como invertimos todo cuanto nos ingresa. Dios debe ocupar el primer lugar en nuestra economía, pero en segundo lugar, caminar con Él para que nos oriente de qué manera debemos invertir hoy y ahorrar para mañana.
3.2.- Servir de fiador por alguien, tremendo error
Raúl creyó oportuno servir de fiador a su compañero de oficina. Llevaban más de siete años trabajando juntos. “Es un buen amigo”, decía. Pero su amistad se vio resquebrajada cuando decidió acompañarle en una deuda. “Creí que le hacía un favor”, explicó tiempo después cuando reconoció el error en el que había incurrido.
El fenómeno ocurre con familiares también. Servirles como fiadores termina convirtiéndose en un boomerang, en contra nuestra. El rey Salomón al respecto escribió: “No te comprometas a garantizar la deuda de otro ni seas fiador de nadie. Si no puedes pagar, te quitarán hasta la cama en la que duermes.” (Proverbios 22:26, 27. NTV) También y en esa misma dirección advirtió: “Es una insensatez dar garantía por la deuda de otro o ser fiador de un amigo.” (Proverbios 17:18. NTV)
Contraer deudas, no solo para nosotros sino incluso para terceras personas se nos volvió algo común y aceptado por la sociedad, sociedad que aprueba igualmente la falta de valores como la honradez.
Dave Ramsey, autor y consejero en materia de finanzas conforme a los principios de Dios, aconseja:“Nosotros no controlamos la forma como las deudas afectan las relaciones a nivel personal y familiar; las deudas desencadenan consecuencias independientemente de lo que deseamos. El prestatario es esclavo del prestamista; usted cambia la dinámica espiritual de una relación cuando presta dinero a un ser querido. Ya dejan de ser amigos, tíos o hijos: ahora son sus esclavos.” (Dave Ramsey. “La transformación total de su dinero”. Grupo Editorial Nelson. 2008. Pg. 21)Ni endeudarnos es sabio y menos, salir de fiador por otros deudores. Las deudas en general llevan a conflictos en lo personal, en el ámbito familiar y de paso, afectan nuestra vida espiritual.
Lo aconsejable en todos los casos es reconocer que somos administradores de los recursos que Dios nos ha provisto. Y, de paso, tomar conciencia que responderemos ante Dios por la forma como administramos cada peso. Este enorme peso sobre nuestros hombros cobra mayor dimensión cuando asumimos la relación de pareja y vienen los hijos. El dinero ya no es nuestro sino que entra a formar parte del presupuesto familiar. Pretender vivir aún como solteros, viviendo en el derroche, además de irresponsable, desencadena tremendas consecuencias.
Es Dios quien debe convertirse, desde hoy, en nuestro consejero de cabecera en materia de recursos. Él nos provee la guía sabia para saber invertir y por supuesto, ahorrar, que debe convertirse en una de nuestras metas. El dinero que llega a nuestro bolsillo no es para gastarlo en su totalidad, es necesario guardar porque un ambiente social como el nuestro, cada vez más cambiante e inestable, puede llevar a eventuales emergencias en las que debemos hacer acopio del dinero ahorrado.
¿Comprende ahora la necesidad de evaluar constantemente qué tipo de manejo le damos al dinero?
3.2.- No caigamos en la trampa de las deudas
Cuando usted enciende el televisor, escucha radio o tal vez mira alguna página en la Internet, se encontrará con atrayentes anuncios que ofrecen la idea de una vida llena de privilegios a partir de contraer deudas. “No se preocupe por el mañana, disfrute hoy”, es el común denominador que promueven las propagandas. Lo lamentable del asunto es que infinidad de personas caen en la trampa.
Dave Ramsey lo explica de la siguiente manera:“La deuda se nos ha presentado tan audazmente, tan ruidosamente y con tanta frecuencia que imaginar vivir sin ella exige romper con el mito. Tenemos que destruir sistemáticamente tales mitos. Se nos ha vendido la deuda con tana repetición y con tanto fervor que la mayoría de las personas no pueden concebir siquiera lo que sería cada mes no tener que hacer pagos. Así como los esclavos nacidos en la esclavitud no pueden visibilizar la libertad, nosotros los estadounidenses no sabemos qué sería un día despertar sin deudas.”(Dave Ramsey. “La transformación total de su dinero”. Grupo Editorial Nelson. 2008. Pg. 21)Es muy probable que las deudas a las que hace frente hoy, que quizá le roban el sueño y la tranquilidad, son el fruto de un anhelo del momento, de la inquietud generada por un mensaje de los expertos en mercadeo para que viva de lo prestado.
“Reconozco haber contraído deudas para comprar artículos, vestidos y hasta aparatos electrónicos que sencillamente no uso.”, dijo una atribulada mujer que está inmersa hoy en la tarea de saldar todas sus deudas por la tarjeta de crédito.
El rey Salomón que además de ser uno de los hombres más ricos de toda su historia aprendió principios de sabiduría a partir de los errores cometidos, advirtió: “Así como el rico gobierna al pobre, el que pide prestado es sirviente del que presta.” (Proverbios 22:7. NTV)
Cuando analizamos cuidadosamente el asunto, encontramos que las Escrituras no solo descalifican el endeudarnos por considerar que se trata de un comportamiento insensato, sino que además pone en el nivel de esclavos a quienes viven endeudados.
Pagar las acreencias incluidos los intereses mensuales disminuye nuestra capacidad financiera y, de paso, nos llevan a experimentar inquietud. Todo el panorama podría cambiar si sencillamente desarrollamos en nuestra vida la cultura del ahorro y si algo nos atrae, sencillamente lo compramos sin tener que comprometer nuestro futuro económico.
Dios es nuestro proveedor. Él es quien satisface nuestros requerimientos. Lograrlo es posible solamente cuando aprendemos a depender de Él y depositamos en Su poder ilimitado toda nuestra confianza. Él nos ayuda en nuestras necesidades y es necesario cambiar nuestro esquema de comportamiento económico para que cambie nuestra vida en lo personal y familiar.
3.3.- Decídase a salir del laberinto de las deudas
Cuando optamos por evaluar si aquello que nos ofrecen como atrayente, así sea a crédito, podríamos necesitarlo o no; cuando tomamos unas horas antes de hacer la compra, permitiendo que se apacigüe nuestra ansiedad; cuando echamos papel y lápiz antes de endeudarnos, sin duda estamos dando pasos significativos en el proceso de liberarnos de la compulsión de comprar a crédito.
“No puedo escapar a la tentación de comprar algo una vez salgo de casa”, reconoció Irma, una educadora de secundaria quien mes tras mes mira con desesperación de qué manera sigue creciendo el volumen de acreencias en su tarjeta de crédito. “He optado por no volver a salir a centros comerciales, al menos no a aquellos en los que soy consciente que me siento tentada a comprar y comprar”, reconoció.
Su iniciativa es plausible, sin duda, pero desconozco hasta qué punto resulte eficaz. No obstante debemos reconocer que dio un primer paso y, justo ese primer paso, es muy valioso. Quizá sea su caso. Hay que decidirse a cambiar nuestros hábitos de gasto.
Dave Ramsey aborda el asunto cuando dice:
“El cambio es doloroso. Pocas personas tienen el valor para buscarlo. La mayoría de las personas no cambian hasta que el dolor en donde se encuentran excede el dolor que les produciría el cambio. Si mantiene haciendo las mismas cosas, en materia financiera, por supuesto que obtendrá los mismos resultados siempre. Financieramente usted se encuentra en el punto en el que está como resultado de la sumatoria de todas las decisiones que ha hecho hasta ahora. Rompa la tentación de permanecer en la misma situación, y opte por el dolor del cambio antes de que el no cambiar sea una situación inevitable que lo alcance.” (Dave Ramsey. “La transformación total de su dinero”. Grupo Editorial Nelson. 2008. Pg. 17)
Cuando nos endeudamos, estamos asumiendo una pasada carga sobre nuestros hombros; el asunto se complica cuando— debido a la carencia de recursos— terminamos debiendo más y más y terminamos por no pagarle a los acreedores.
El rey Salomón en sus magistrales proverbios nos recuerda que el buen nombre, de alguien responsable y cumplidor, es uno de los mayores tesoros que debemos conservar. Él aconseja: “Elige una buena reputación sobre las muchas riquezas; ser tenido en gran estima es mejor que la plata o el oro.” (Proverbios 22:1. NTV)
Quienes tienen la costumbre de endeudarse, incluso por aquello que no necesitan, terminan enfrentando dificultades porque los acreedores les pisarán los talones con el afán de que les paguen.
Es necesario hacer un alto en el camino, evaluar en qué hemos fallado en lo que respecta al manejo financiero y decidirnos a aplicar correctivos con ayuda de Dios. Es un paso que debe dar hoy mismo. No es en nuestras fuerzas como alcanzamos la victoria, sino con ayuda del Señor. Y puedo asegurarle: Su persevera, tomado de Su mano, saldrá airoso y podrá declararse libre de deudas.
Si no le ha abierto las puertas de su corazón a Jesucristo hoy es el día para que lo haga. Prendidos de la mano del Salvador iniciamos el maravilloso proceso de crecimiento personal y espiritual que anhelamos. Cristo nos lleva siempre a nuevos niveles.
4.- Preguntas para la discusión en grupo:
a.- ¿Se ha preguntado cuántos problemas han traído a su vida y a la de su familia las deudas?
b.- ¿Considera que las deudas han sido necesarias realmente?
c.- ¿Cómo ha manejado las deudas? ¿Se han agravado las circunstancias?
d.- ¿Qué dice a su vida personal y familiar el texto bíblico de Proverbios 22:3?
e.- ¿Qué enseñanza podemos tomar y aplicar a nuestro vida con fundamento en Proverbios 22:7?
f.- ¿Está dispuesto a que Dios maneje su economía a nivel personal y familiar?
g.- ¿Qué le impide renunciar al manejo que usted le da a su economía?
h.- ¿Ha pedido a Dios que le ayude a ser libre de las deudas que pesan sobre su vida?
i.- Desde hoy una meta: Medir cuidadosamente cada pero que invierte y pedir guía a Dios
5.- Oración al terminar el Grupo familiar:
“Amado Señor Jesucristo, cuando tú gobiernas en nuestra relación personal, espiritual y familiar, todo cambia. Debemos reconocer que la guía apropiada para tomar cualquier decisión proviene de ti. Oramos delante de tu presencia que nos orientes en cuanto a la forma de invertir los recursos y nos concedas la sabiduría para no incurrir en deudas. Entregamos nuestra economía en tus manos. Amén”
Publicado en: Grupos Familiares
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