Rompa las maldiciones en su vida y en la de su familia

Base Bíblica: Levítico 26:3-13

Introducción:

Los seres humanos enfrentamos maldiciones aun cuando el propósito eterno de Dios es que recibamos bendiciones. ¿Cuál es la razón? Las múltiples puertas que abrimos voluntaria o involuntariamente a la maldad y que nos aseguran enfermedad, ruina, desesperanza y derrotas sin aparente explicación. Sólo Dios puede romper ese ciclo. Es necesario dejar que Jesucristo obre en nuestro ser.

I.- Es necesario identificar puertas abiertas a las maldiciones

1. Las prácticas ocultistas y de idolatría (v. 1)
2. No atender los mandamientos de Dios (vv. 14-16 a)
3. Apartarnos y desobedecer a Dios acarrea maldiciones (vv. 16 b-17)
4. Cansancio – desánimo – desesperanza
5. Enfermedades
6. Ruina
7. Fracaso
8. Las maldiciones perduran (vv. 18, 21, 23, 24, 27, 28)
9. No tienen limitaciones geográficas
10. No tienen limitaciones de tiempo
11. No tienen limitaciones generacionales
12. Las maldiciones afectan también a nuestra familia (v. 22)

II.- Es necesario que rompamos la cadena de maldiciones que pesan sobre nuestra vida y familia

¿De qué manera?

1. Cuando reconocemos nuestro pecado y el de nuestros antepasados (vv. 40, 41 a)
2. Es necesario confesar el pecado
3. Es necesaria una conversión sincera
4. Cuando reconocemos a Dios como nuestro Señor pleno
5. Cuando nos acogemos a la misericordia de Dios (v. 42)

III.- Dios desea derramar abundantes bendiciones sobre nuestras vidas

1. Dios desea prosperarnos (vv. 3, 4)
2. Dios desea que vivamos en abundancia (vv. 5, 9)
3. Dios desea nuestra paz física y emocional (v. 6)
4. Dios desea que seamos victoriosos en todo (vv. 7, 8)

Conclusión :

El propósito eterno de Dios para nuestras vidas es prosperarnos, brindarnos abundancia, traer paz física y emocional a nuestro ser, y asegurarnos la victoria en todo cuanto emprendamos; sin embargo, es necesario que rompamos las maldiciones sobre nuestras vidas y nuestra familia. Volvernos a Dios es el primer paso, reconocerlo como nuestro Señor, confesar el pecado y acogernos a su infinita misericordia. ¡Hoy es el día para tomar esa decisión!